En un trabajo publicado en el Journal of Animal Science* se han estimado las emisiones de gases de efecto procedentes del ganado vacuno durante las diferentes etapas de su producción. Los resultados concluyen que la producción de carne de vacuno tiene una huella de carbono que varía desde 10,7 hasta 22,6 kg de equivalentes de dióxido de carbono por kg de peso vivo, según el sistema de producción utilizado.
Frank Mitloehner, coautor del artículo y profesor asociado en el Departamento de Ciencia Animal de la Universidad de California, afirma que si nos fijamos en todas las fases que contribuyen a los gases de efecto invernadero a través de la cadena de suministro de carne de vacuno, es la etapa vaca-ternero la más importante.
En la fase de vaca-ternero, la vaca da a luz y amamanta al ternero hasta que el ternero tiene de 6-10 meses de edad, tiempo durante el cual la vaca se alimenta de heno y pastos, que ayudan al desarrollo de las bacterias productoras de metano en el intestino de vaca.
Sin embargo, cuando los animales se estabulan en corrales de engorde, el ganado se alimenta principalmente de maíz y cereales, por lo que las bacterias productoras de metano no se desarrollan con tanta eficacia.
La industria de la carne ha reducido su huella de carbono en un 16,3% por mil millones de kilogramos de carne producidos. Ya que en la actualidad utiliza menos agua y tierra que hace 30 años.
Según Mitloehner, los productores de carne de vacuno pueden reducir aún más su impacto de carbono mediante el uso de nuevas tecnologías, como son los promotores del crecimiento. Sin embargo, los consumidores demandan carnes orgánicas que no incorporen estas sustancias. “Paradójicamente, las tecnologías que muchos consumidores critican son los que nos ayudan a recibir los mayores beneficios ambientales".
*K.R. Stackhouse-Lawson, C.A. Rotz, J.W. Oltjen y F.M. Mitloehner. Carbon footprint and ammonia emissions of California beef production systems. Journal of Animal Science, jas.2011-4653; published ahead of print September 5, 2012.