Jean-Luc Mériaux, secretario general de la Unión Europea de comercio de ganado y carne (UECBV, por sus siglas en francés) y Detlef Stachetzki, manager de la federación alemana de industrias cárnicas (VDF, por sus siglas en alemán) han manifestado a la página web de Global Meat News su preocupación por el cambio del etiquetado en productos cárnicos que tendrá lugar en la Unión Europea el próximo año. Tal y como se recoge en dicha página web, los expertos han asegurado que “la nueva normativa aumentará la creencia de los ciudadanos europeos de que los productos propios de su país son mejores, más seguros y más sanos que los de otros países. Además, estas nuevas normas van en contra del objetivo de la UE de formar un único mercado entre los 28 países de la Unión, además de influir negativamente en el comercio de los productos cárnicos con el resto del mundo”.
Las nuevas reglas de etiquetado fueron aprobadas por los ministros de la UE el pasado mes de diciembre y se espera que entren en vigor el 1 de abril de 2015 para permitir a la industria realizar la adaptación. Desde ese momento los productos de carne de porcino, ovino, caprino y ave deberán llevar etiquetas con información sobre el lugar de origen del animal, el lugar de producción y el lugar de sacrificio. Para aquellos animales nacidos, criados y sacrificados en el mismo país la etiqueta será sencilla. Sin embargo, el tema se complica cuando el animal haya nacido, haya sido criado o haya sido sacrificado en distintos países. Por ejemplo, si el cerdo es menor de seis meses y pesaba menos de 80 kg cuando fue sacrificado, la etiqueta tendrá que indicar el país en el que tuvo lugar el periodo de producción desde su nacimiento. El escenario cambia para cerdos menores de seis meses en el sacrificio pero peso superior a 80 kg. En este caso, la etiqueta deberá indicar el Estado miembro o tercer país en que el cerdo fue criado desde un peso vivo de 30 kg hasta el sacrificio”. Finalmente, para cerdos mayores de seis meses en el momento de sacrificio, la etiqueta deberá mencionar el país en que tuvieron lugar los últimos cuatro meses de producción. Algo similar ocurre en el ovino, caprino y aves.
Todas estas diferentes reglas pueden influir en el tiempo en el que los lechones sean mantenidos en un país antes de ser transportados a otro, pero también en la duración del periodo de engorde. Tal y como detallan los expertos “para cumplir con la definición de la procedencia del animal, los productores podrían modificar estos parámetros, y este cambio podría influir sobre los costes de producción. El periodo de engorde podría reducirse para cumplir con el requisito de los seis meses, lo que supondría una reducción del peso y mayores costes por kilogramo.
Aquellos países con gran dependencia en la venta de carne hacia y desde el resto de la UE podrían sufrir significativamente las consecuencias del nuevo etiquetado. Es el caso de Alemania, que compra 4,6 millones de cerdos para sacrificio procedentes de los Países Bajos y otros cuatro millones de Bélgica, Dinamarca y Francia. Una vez que la nueva norma de etiquetado esté en marcha, las partidas de carne tendrán que separarse según los países de producción, lo que hará que sean más numerosas y más pequeñas. Esto afectará a las empresas pequeñas más que a las grandes.
Además, el mercado no tendrá fácil adaptarse tan fácilmente como lo hace ahora, ya que los suministradores de una parte de Europa pueden no ser capaces de responder a la escasez de otra parte del continente si los consumidores prefieren un país específico de origen, producción o sacrificio. Esto puede conllevar picos o caídas de precios en función del equilibro entre la demanda y el suministro de carne de algunos determinados países.