El proyecto europeo PROteINSECT, del que ya hemos hablado en Albéitar PV en ocasiones anteriores, tiene como objetivo comprobar si la proteína procedente de insectos es una buena fuente alternativa a las tradicionales en ganadería, como la soja, para alimentar a nuestros animales de producción. Además, es necesario encontrar una fuente de proteína que sea medioambientalmente más sostenible que la producción agrícola en masa de soja y otras materias primas vegetales, y también más barata.
El editor de Pig Progress, Vincent ter Beek, explica en su último artículo editorial las ventajas que puede ofrecer incorporar los insectos como fuente de proteína en los piensos para animales de producción, fundamentalmente los cerdos (y también las aves). También se está discutiendo la conveniencia de incorporar los insectos a la dieta humana, ya que un kg de proteína de insectos necesita muchos menos recursos naturales que un kg de proteína prodecente de carne, aunque en este aspecto de la cuestión los problemas culturales pueden resultar insalvables…
Pero incorporar la proteína procedente de insectos en las dietas de cerdos, aves o peces en las granjas donde se producen no resulta en absoluto descabellado. De hecho, tal y como explica ter Beek, los insectos forman parte del alimento de estos animales cuando viven en el medio natural o, en el caso de cerdos y aves, cuando se encuentran en explotaciones extensivas. Por otra parte, no se puede olvidar que la chitina, una de las sustancias que forman parte del exoesqueleto de los insectos, tiene propiedades antimicrobianas.
En Holanda ya hay dos empresas decididas a incorporar insectos en sus piensos en cuanto la Unión Europea dé la luz verde. La proteína de insecto procesada (PAP), en forma de harina, es el producto derivado de los insectos más interesantes en alimentación de animales de producción. Parece que la Unión Europea podría autorizar la utilización de este ingrediente en breve, según algunos especialistas el próximo verano (en 2015).
Hay unas 1.900 especies de insectos que podrían usarse industrialmente para producir proteína o grasa. Las larvas de mosca negra soldado (Hermetia illucens) serían uno de los mejores candidatos. La ventaja adicional de usar estos ingredientes es que para su producción sólo son necesarios subproductos como basura orgánica, lo cual los valorizaría y ayudaría a eliminarlos del medio ambiente.
Los estudios llevados a cabo para comprobar la seguridad de la grasa y la proteína de insectos en alimentación animal todavía son escasos y serán necesarios más, afirma ter Beek, aunque también recuerda que los que se han hecho han mostrado resultados muy prometedores.