Pig Progress publicaba este mes de octubre una entrevista a la doctora Johanna Fink-Gremmels, profesora de farmacología, farmacoterapia y toxicología clínica en la Universidad de Utrecht (Países Bajos). En ella, la especialista advertía del creciente problema que suponen las resistencias bacterianas: “Los profesionales de la salud necesitan entender los mecanismos involucrados en el desarrollo y difusión de las antibiorresistencias y combinar sus esfuerzos para combatirlas, de manera que aseguren la eficacia de los antibióticos en el futuro”.
Existe un consenso general entre los científicos acerca de que la transferencia directa de cepas de bacterias resistentes entre animales y personas es limitada, pero también en que es necesario reducir lo más posible este riesgo mediante medidas de higiene estrictas y el control de la cadena alimentaria. La comunidad científica también está de acuerdo, señala Fink-Gremmels, en que “los antibióticos de importancia crítica en salud humana no deben utilizarse en tratamientos de animales”. En el caso de que sea necesario aplicarlos a animales de forma individual, se debería hacer siempre tras la realización de un antibiograma que asegure que se ha escogido el principio activo adecuado.
La especialista holandesa explica en la entrevista publicada en Pig Progress que “hay que ser conscientes de la enorme cantidad de bacterias de la flora intestinal que pueden convertirse en resistentes y transmitir sus genes de resistencia al ambiente a través del estiércol y los purines.
Por esta causa es tan importante reducir la utilización de antibióticos en la cría del ganado y en el tratamiento de animales enfermos. La estabilidad de los antibióticos en el medio ambiente y la persistencia de la información genética que contribuye a diseminar las resistencias bacterianas están siendo subestimadas. Por otra parte, las aguas residuales de las ciudades también contienen grandes cantidades de antibióticos y contribuyen en diseminar los genes de resistencia bacteriana en el medio ambiente.
Ya se están poniendo en marcha medidas que reduzcan el uso de antibióticos en producción animal, como la prohibición de los antibióticos promotores de crecimiento (APC) en todo el territorio de la Unión Europea (desde enero de 2006) o la presión a la que se está sometiendo este uso en otros lugares como Estados Unidos. Así mismo, varias grandes empresas del sector cárnico ya han adoptado como norma propia no utilizar carne procedente de animales tratados con antibióticos fundamentales para la medicina humana, como Tyson Foods o McDonalds.
Pero Fink-Gremmels también afirma que los antibióticos más modernos también deben estar disponibles para el tratamiento de los animales: “Como veterinarios somos responsables del bienestar animal y es parte de esta responsabilidad tratar a nuestros pacientes con los antibióticos más eficaces […] La selección de la terapia antibiótica óptima debe basarse en diagnosticar de forma precisa y evitar tratamientos prolongados que puedan inducir resistencias rápidamente”.
Si deseas leer el artículo completo puedes hacerlo en la página web de Pig Progres: Why relying on antibiotics alone is not enough