Una mejora en el manejo de los pastos en todo el mundo conllevaría un incremento significativo de su importancia en la producción de alimentos. Unas técnicas de fertilización y manejo adecuadas permitirían que aumentase la cantidad de carne de rumiante y de leche disponibles para alimentación a nivel mundial y reduciría la necesidad de alimentos concentrados para estos animales. Esto último tendría como consecuencia directa que se dispondría de una cantidad mucho mayor de cereales y leguminosas para alimentación humana.
Los cálculos de un equipo internacional integrado por investigadores de las universidades de Wageningen y Utrech, la PBL Netherlands Environmental Assessment Agency y la FAO, publicados en un artículo* de Nature Communications, hablan de la necesidad de aumentar la fertilización con fósforo una media de cuatro veces los niveles actuales a nivel mundial, si se quiere hacer frente a las necesidades de alimentos de la creciente población en 2050.
De los tres billones de hectáreas de pasto que hay en todo el mundo, más de dos tercios no reciben ningún tipo de fertilizante y no están sometidas a ningún tipo de manejo. Esto hace que año tras año pierdan producción vegetal debido a la falta de fósforo.
Uno de los nutrientes básicos para que un pasto crezca es el fósforo: este elemento es extraído del suelo por los vegetales y acaba en el estómago de los herbívoros, que lo metabolizan para producir leche o carne. La mayor parte de la ingesta de fósforo se excreta en el estiércol, que terminaría fertilizando los pastos y cerrando el ciclo, pero el problema es que la mitad se utiliza para abonar campos de cultivo y no pastos.
Si los pastos utilizados en producción ganadera recibiesen aproximadamente cuatro veces el aporte actual de fósforo (se trata de datos medios de todo el mundo), serían capaces de aumentar de forma importante la cantidad de masa vegetal producida. Así, los rumiantes que pastan sobre ellos no necesitarían un aporte suplementario de alimentos compuestos, basados en cereales y leguminosas como la soja. Se producirían dos consecuencias deseables: un incremento de la producción de leche y carne de forma natural, por un lado, y un descenso de la competencia de la ganadería en la utilización de cultivos que puede consumir el ser humano, por otro.
El artículo habla de la situación de la mayor parte de los pastos del mundo, aunque en algunas áreas es muy diferente. Por ejemplo, en muchas zonas de Europa se da el problema contrario con el aporte de fósforo: los suelos están contaminados por haber recibido más fósforo del necesario durante décadas y no necesitan aportes suplementarios ni ahora ni durante los próximos años.