La utilización de productos farmacológicos en la alimentación y cría ganadera siempre ha sido motivo de controversia. Muchas veces se necesitan ciertas sustancias para prevenir algunas enfermedades frecuentes en el ganado, sin embargo, estas mismas sustancias en algunos casos generan residuos que se acumulan en los órganos internos de los animales con el consecuente peligro para la salud del consumidor final. Las sustancias encontradas en los productos alimenticios de origen animal eran: 17-beta-estradiol, testosterona, progesterona, acetato de trembolona, zeranol y acetato de melengestrol.
La directiva de la Unión Europea prohibía entre otras cosas la comercialización de estilbenos, derivados de los estilbenos, sus sales y ésteres y tireostáticos para su administración a animales de todas las especies. La razón aducida para dicha prohibición era que de este modo al no haber ningún producto autorizado para ninguna especie animal, sería más fácil el posible abuso o uso impropio de estas sustancias.
Sin embargo, parece ser que la utilización de productos destinados a animales de compañía para promover el crecimiento de animales de producción de alimentos no resulta económicamente interesante. Por este motivo y dado que la prohibición de tireostáticos tienen consecuencias nocivas para el bienestar de los animales de compañía (perros y gatos), al no existir un tratamiento alternativo del hipertiroidismo en estos animales, la Comisión Europea ha optado por reducir la prohibición exclusivamente para los animales destinados a la producción de alimentos (Directiva 2008/07/CE).