Un grupo del Departamento de Medicina, Cirugía y Anatomía Veterinaria de la Universidad de León ha determinado por primera vez una malformación de origen congénito en la raza de perros beagle. Estos sabuesos son utilizados tradicionalmente para la caza, aunque ha ganado peso su uso doméstico. Además, es el modelo canino habitual en experimentación científica. Precisamente, los investigadores observaron que los animales que poseía la Facultad de Veterinaria presentaban un cansacio anómalo. A través de pesquisas en la familia de los perros, exámenes físicos y de laboratorio, determinaron que los canes presentaban la cardiopatía congénita denominada comunicación interventricular inversa.
La Facultad de Veterinaria posee algunos ejemplares para las prácticas de los alumnos. "Comenzamos a notar que uno de ellos, joven, mostraba cansancio a la hora de realizar ejercicio físico", relata Inmaculada Díez, directora del departamento que ha llevado a cabo la investigación. El perro presentaba problemas en el corazón: se mezclaba a través de los ventrículos la sangre rica en oxígeno con la pobre. El animal, a la larga, tuvo una hipertrofia en este órgano y problemas de insuficiencia cardiaca. Indagando en los antecedentes familiares, observaron la misma patología en la madre y, entre los mismos hermanos de camada, había varios casos más. A partir de estos datos, los científicos iniciaron la investigación.
Se seleccionaron un total de 28 beagles con la misma raíz familiar para ser evaluados clínicamente o, en el caso de que hubieran fallecido, para realizar un examen post mórtem. Los animales fueron investigados a través de un estudio físico, y por técnicas de radiografía, electrocardiograma y ecografía para el diagnóstico de la presencia de la enfermedad cardiaca congénita. Los científicos también realizaron un análisis de pedigrí de los perros. A través de estos métodos, determinaron que el modo de transmisión del defecto era congénito hereditario. El trabajo llevó varios años a los científicos. Los análisis demostraron, asimismo, que cuando se apareaban entre ellos una pareja de beagles con este defecto, la malformación se manifestaba en los hijos, por lo que hace pensar que el origen sea consanguíneo. El trabajo ha sido publicado en Journal of Small Animal Practice.