Un nuevo estudio señala que los niños que no están vigilados tienen un mayor riesgo de ser mordidos por los perros, que los culpables son, por lo general, las mascotas de la familia y que si han mordido una vez lo volverán a hacer y en este caso con mayor brutalidad que la primera.
El estudio, el más extenso de este tipo, lo ha realizado Vikram Durairaj, MD, de la University of Colorado School of Medicine (EE. UU.) quien descubrió que los perros se suelen dirigir a la cara y ojos de los niños y que muy a menudo el autor de la agresión es una raza considerada "buena" para los niños.
"La gente suele pensar que el perro de la familia es inofensivo, pero no es así" afirma Durairaj, profesor asociado de Ophthalmology and Otolaryngology-Head and Neck Surgery, que presentó su estudio el mes pasado en el congreso anual de la American Academy of Ophthalmology. "Hemos visto fracturas faciales alrededor del ojo, párpados y canal lagrimal dañados e incluso el propio globo ocular".
Durairaj afirma que los mordiscos de los perros son especialmente graves en los niños porque son pequeños y sus caras están al alcance de la boca del animal. La probabilidad de que un niño reciba un mordisco a lo largo de su vida es de un 50% siendo el 80% de dichos mordiscos en la cabeza y el cuello.
Según los Centers for Disease Control and Prevention, cerca de 4,5 millones de personas son mordidas por perros cada año y 885.000 requieren atención médica. Se estima que el coste total es de más de 250 millones de dólares.
Se estudiaron 537 niños que habían sido tratados por mordiscos de perro en la cara en The Children's Hospital on the University of Colorado's Anschutz Medical Campus entre 2003 y 2008. El 68% de los mordiscos se produjeron en niños de 5 años o más jóvenes y la mayor incidencia se registró en niños de 3 años. En la mayoría de los casos, el niño conoció al perro a través de la familia, un amigo o un vecino. Y más de la mitad de las veces, el niño provocó al perro al acariciarlo de forma demasiado agresiva, asustarlo o pisarlo.
Los perros no pertenecían a razas normalmente asociadas con ataques. Durairaj descubrió que los mestizos eran responsables del 23% de los mordiscos seguidos de los Labrador retrievers con un 13,7%. Los rottweilers eran responsables de un 4,9% de los ataques, los pastores alemanes, de un 4,4% y los golden retrievers, de un 3%. El estudio se realizó en el área de Denver donde están prohibidos los Pitbulls.
Durairaj concluye que "lo que resulta claro de estos datos es que virtualmente cualquier raza puede morder. La tendencia de un perro a morder está relacionada con la herencia, experiencias tempranas, socialización tardía y educación, salud y conducat de la víctima". Remarcó que la familiaridad con un perro no es una protección frente a su ataque y que si el perro muerde una vez, es probable que lo haga de nuevo y con más brutalidad. "La primera vez que un perro muerde", continuó, "se debe sacar de casa". Es responsabilidad de los padres reconocer las razas y las conductas agresivas y no deben dejar nunca a sus niños sin vigilancia si hay un perro cerca".