El Centro Militar Canino de la Defensa es un gran desconocido, tanto para los veterinarios como para muchos militares, que desconocen su existencia y lo que en él se hace. Situado en el Acuartelamiento Arteaga de Madrid, desde su creación en 1978 el centro ha estado siempre adscrito a unidades de Veterinaria y dirigido por un veterinario.
En estos momentos es la coronel María Isabel Martín de Celemín quien está al frente, y ella es una de los tres veterinarios que trabajan allí, de un total de 30 personas adscritas al centro.
Aunque no es la única, la parte docente es quizá la más importante del Centro Militar Canino de la Defensa. Por sus instalaciones pasan para ser adiestrados todos los equipos caninos que utiliza el ejército español para distintas labores, ya sean perros de seguridad y combate, de rescate o de detección, además de los perros de la Guardia Real, el Centro Nacional de Inteligencia o incluso la Guardia Civil, aunque este último cuerpo tiene sus propios centros de adiestramiento canino.
Pero el centro desempeña otras labores, desde el asesoramiento para comprar perros a las pruebas que se realizan a los animales que salen de misión. También es el representante nacional en la OTAN dentro de los grupos de trabajo con perros militares que integran varios ejércitos internacionales, y ha sido asesor para otros ejércitos de la Unión Europea en temas de perros de trabajo.
El proceso de aprendizaje para un perro de trabajo varía según cuál vaya a ser su destino. La mayoría de los cursos de adiestramiento duran cinco meses, aunque hay otros más específicos como el de detección de artefactos explosivos improvisados, que llega a los nueve meses.
Todos los cursos se estructuran en un módulo general de adiestramiento, al que le siguen otros más específicos, según para lo que se entrene al perro: detección, rescate, seguridad, etc. En el centro también se llevan a cabo otros cursos más cortos, y no solo para los perros, sino también para las personas que vayan a trabajar con ellos.
Además de sus conocimientos académicos, los veterinarios que trabajan en el Centro Militar Canino de la Defensa han de saber cómo tratar con los perros y los guías, y por ello han de hacer siempre un curso de adiestrador. De este modo se consigue que el guía y el animal formen un buen equipo y su trabajo sea mejor y más fluido.
De hecho, el vínculo que se crea entre ambos suele ser tan fuerte que cuando un perro de trabajo se “jubila”, es muy habitual que el guía con el que ha trabajado lo adopte, y pase a ser su mascota.
El Pastor Alemán y el Pastor Belga Malinois son las dos razas que más se utilizan para el adiestramiento en el centro, aunque en principio cualquier perro de línea de trabajo valdría, si se adecua al entrenamiento. En general, si les dicen que una raza es buena, no tienen inconveniente en probarla.
El Pastor Alemán es muy apreciado por su ductilidad, y tiene potencia y nariz. El Malinois es algo más difícil de manejar, pero al final se adapta bien al trabajo.
Hay otras razas con las que también se trabaja, aunque normalmente con adiestradores más expertos. Es el caso del Springer Spaniel o el Jack Russell Terrier. Curiosamente, una raza famosa por su inteligencia, el Labrador, no es de las preferidas, precisamente porque “toman el pelo” a los alumnos.
Uno de los últimos servicios que se han incorporado al Centro Militar Canino de la Defensa es el entrenamiento y preparación de perros de terapia para el apoyo a diversos servicios de Hospital Central de la Defensa. Por ahora se está trabajando con dos perros en el servicio de Rehabilitación para ayudar a personal con movilidad reducida, aunque la meta final sería que se trasladasen a zona para poder desempeñar ahí su labor.