Dinamarca ha admitido que el sacrificio de los visones fue un error. Según las autoridades sanitarias, esta decisión carecía de un argumento jurídico y no había fundamento para matar a los animales de zonas en los que no se habían producido contagios. Mogens Jensen, ministro responsable de la sanidad animal del país, "espera el perdón” y lamenta que se hayan cometido errores en el caso.
Esta información llega apenas unos días después de que saltase la noticia del sacrificio de 17 millones de visiones para prevenir la trasmisión del virus de la COVID-19 de animales a seres humanos. Dinamarca tomó la decisión después de escuchar que el SARS-CoV-2 había sufrido una mutación en los visones que podía afectar a la adecuada respuesta del sistema inmunitario y provocar que la futura vacuna de la COVID-19 no diese buenos resultados.
Jensen explica que no fue informado sobre la falta de autoridad legal para matar a todos los visones sanos: “Cometimos un error. No existe autoridad legal para pedir a los criadores de visones que sacrifiquen sus visones fuera de las zonas que se han creado. Y debemos tener la autoridad para hacerlo si vamos a exigirlo. Por lo tanto, también es lamentable que se envíe una carta a los criadores de visones en la que no estaba fundamentada la petición del Gobierno”, explica en una información que recoge el medio danés TV 2.
El gobierno danés había "evaluado que no era posible esperar a una nueva legislación” antes de tomar una decisión al respecto del sacrificio de los visones. Así, el ministro informa que no había sido informado: “Se ha ido rápido y se han cometido errores. Lo siento, aunque esto no cambia el hecho de que criar visones en Dinamarca supone un gran riesgo”.
Finalmente, Jensen asume la responsabilidad de lo que sucede en su ministerio. “No puede ser de otra manera. No queríamos estar en una situación en la que hemos impuesto algo para lo que no tenemos autoridad”, concluye antes de indicar que ha ordenado la revisión del proceso. La legislación solo permite el sacrificio de los visones que habitan en rebaños infectados, así como otros en un radio de unos ocho kilómetros.