Las dos últimas sesiones de la asignatura Salidas Profesionales del actual curso, fruto del acuerdo entre la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Cáceres y el Colegio de Veterinarios de esta provincia, contaron con la presencia de Jurgen Robledo y Álvaro Mateos Amann para abordar otras opciones profesionales. En este caso, se ahondó en el asesoramiento a las industrias agroalimentarias y en la veterinaria militar.
La FAO establece que la inocuidad de los alimentos es una condición necesaria para que exista seguridad alimentaria, un planteamiento coordinado y global de la higiene en las materias primas, en la planificación y desarrollo del producto, y la aplicación de buenas prácticas higiénicas en toda la cadena. En este marco se mueve el asesoramiento veterinario de industrias agroalimentarias, un sector profesional que tiene como objetivo velar por la seguridad alimentaria.
Jurgen Robledo, director técnico del Laboratorio de Análisis Hidromante, explicó durante su ponencia, como informa la OCV, que la labor de un asesor veterinario pasa necesariamente por conocer la normativa, el proceso de producción completo, ayudar al cliente con la burocracia alimentaria y acompañarle para una correcta implantación y mantenimiento de su sistema de autocontrol sanitario, además de formar al personal implicado en el proceso.
El control veterinario de la producción de alimentos es una actividad reglamentada y dirigida a proporcionar un alto grado de protección al consumidor en las áreas de sanidad y bienestar animal, salud pública, seguridad alimentaria y medioambiente, bajo el planteamiento “From farm to fork”, explicó Álvaro Mateos Amann, consultor veterinario, presidente del Colegio Veterinarios de Bizkaia y miembro junta ejecutiva UEVH en Bruselas.
Señaló que el veterinario tiene competencia en sistemas de autocontrol APPCC, de gestión de calidad certificada, de autocontrol para la exportación, SAE, de calidad diferenciada como la norma del ibérico, ecológico o bienestar animal, sistemas específicos de los clientes, maquinaria, envasado, conservación, etiquetado, limpieza y desinfección, trámites ante las administraciones, e interlocución con autoridades sanitarias. También en peritación, control sanitario en frontera y bienestar animal, entre otras.
Por último, recordó a los alumnos asistentes que es competencia exclusiva del veterinario, refrendado por el Tribunal Supremo, el control de los alimentos de origen animal.
La veterinaria es una de las especialidades fundamentales dentro del Cuerpo Militar de Sanidad, entre sus cometidos asignados se encuentran la seguridad alimentaria, salud pública, higiene y sanidad ambiental, etc. El servicio veterinario también se encarga de realizar las tareas de apoyo veterinario en operaciones militares, entre ellas destacan la formación sanitaria y asesoramiento al mando, la inspección de cadena alimentaria, la prevención y control de plagas, la vigilancia medioambiental y la atención veterinaria a los efectivos caninos y equinos.
De manera específica, durante la pandemia se llevó a cabo la coordinación y ejecución de labores de desinfección de instalaciones y edificios de riesgo y desde el Centro Militar de Veterinaria de Defensa (Cemilvet) la validación para el diagnóstico de COVID-19 en muestras de origen humano.
El capitán Francisco Javier Aranda Narváez, jefe de la Sección de Análisis Microbiológicos de los Alimentos del Cemilvet, declaró que el ejercicio de la veterinaria en las Fuerzas Armadas “es un trabajo muy versátil en el que hay que saber compaginar la vida militar con nuestra formación académica y técnica previa, adquirida en los estudios de la licenciatura o grado”.