“Ya no es solamente el perjuicio ante nuestros clientes que podemos padecer todos los veterinarios que hemos comprado esa sangre, sino el daño moral de cómo me siento yo ahora que sé que para salvar a mis pacientes han torturado a otros animales”. Con ese estado de ánimo se muestra Andrés Santiago, uno de los veterinarios madrileños que se ha visto afectado por la trama desmantelada por la Guardia Civil la pasada semana, y que terminó con la detención de dos personas acusadas de sacrificar a animales para vender su sangre a clínicas veterinarias a través de una sociedad mercantil denominada Centro de Transfusiones Veterinario S.L.
Al igual que otros colegas, Andrés Santiago fue engañado por uno de los detenidos, que no solo se hacía pasar por veterinario sin serlo, sino que incluso era el presidente de una sociedad de hematología.
“Nos había hecho creer que todo era completamente legal”, recuerda el veterinario afectado. “Decía que tenía un centro y un laboratorio, y yo he sido el primero que le compré sangre pensando que todo estaba en regla. Pero para nuestra sorpresa ni es veterinario ni tenía bien siquiera a los animales”.
El daño que este falso veterinario ha hecho es hondo, tal y como explica Andrés Santiago: “Va a haber algunos clientes que digan que prácticamente la culpa es nuestra, porque no hemos contrastado a nuestros proveedores y no van a entender que la culpa no es nuestra”, señala. Pero además, añade que ha recibido mensajes de compañeros afectados que advierten de que en las redes sociales se han orquestado campañas de protectoras en contra de la profesión veterinaria, debido a que algunos medios de comunicación publicaron que el acusado de maltratar a los animales era veterinario, “y nada más lejos de la realidad”.
“Yo como veterinario me siento mal porque durante muchísimo tiempo he estado comprando sangre de animales maltratados”, afirma Andrés Santiago. Por si este cargo de conciencia no fuera ya bastante pesado, el veterinario comenta que las pruebas realizadas a algunos de los animales recogidos por el Seprona han dado positivo en enfermedades infecciosas. “Así que no solo he puesto a mis pacientes sangre de animales maltratados, sino que además les he podido transmitir enfermedades infecciosas”.
Andrés Santiago, que además de ser propietario de una clínica veterinaria es presidente del Observatorio Español de Pericia y Seguridad Veterinaria, afirma que varios de los veterinarios afectados en esta trama se han puesto en contacto con un despacho de abogados especialista en derecho animal. "Todo el despacho se ha puesto a trabajar para conseguir algún tipo de reclamación y denunciar", explica, "como afectados directamente por la imagen que nuestros clientes se van a llevar de lo que somos, y también por el daño moral que estamos padeciendo nosotros". En este momento se encuentran haciendo acopio de documentación y ya han contactado con algunas protectoras y veterinarios de Madrid. "Estamos intentando recopilar toda la información que se pueda para para darle forma a esta demanda", afirma Andrés Santiago. "Que no sea solamente la Fiscalía quien vaya como acusación, sino también nosotros como afectados".