La Organización Colegial Veterinaria (OCV) ha acordado la concesión de su premio, que en 2024 cumple la segunda edición, al Proyecto “One Health para la protección de la biodiversidad en Indonesia”, desarrollado por la organización no gubernamental (ONG) Yayasan Inisiasi Alam Rehabilitasi Indonesia (YIARI), que dirige la veterinaria española Karmele Llano Sánchez en ese país asiático.
Esta actuación se centra en dos objetivos principales: reducir el comercio ilegal e insostenible en tres grandes mercados de vida silvestre del centro de la ciudad de Yakarta y en la provincia de Java Occidental, y reducir la caza ilegal y no regulada de animales silvestres en Kalimantan Occidental.
El acuerdo de otorgar el galardón, adoptado por la junta ejecutiva permanente de la OCV, también valora otros méritos que atesora la citada organización, como administración de dos centros de rehabilitación de primates en Java Occidental y Kalimantan Occidental, la implantación de programas innovadores para abordar conflictos entre humanos y vida silvestre, destrucción del hábitat y el compromiso de las comunidades locales en la gestión del hábitat.
“En definitiva –destaca la OCV-, se trata de una visión de mundo sostenible y equitativo donde los humanos puedan vivir en armonía con los animales y la naturaleza, favoreciendo la conservación de los ecosistemas para prevenir el deterioro del medio ambiente y la expansión de enfermedades”.
Licenciada en Veterinaria por la Universidad de León, Karmele Llano (Bilbao, 1978) llegó a Indonesia hace dos décadas para participar en un programa de voluntariado de rescate y recuperación de orangutanes. Allí creó junto a su marido, Argitoe Ranting, una ONG local que posteriormente estableció un convenio de colaboración con International Animal Rescue, una organización internacional dedicada a la conservación de especies amenazadas en seis países. Hoy, 250 personas trabajan bajo la dirección de Llano por la conservación de la biodiversidad en Borneo.
Su trabajo, con un enfoque holístico, también incluye el apoyo a las comunidades locales que seguían dedicadas a la tala ilegal porque no tenían ninguna alternativa para subsistir. “El problema de la biodiversidad no está en los animales, sino en los humanos. Para rescatar a los orangutanes, primero tenemos que rescatar a las personas”, asegura.