En esta época de crisis aguda en el sector lácteo, conseguir que el consumo de leche y derivados aumente puede ser una parte de la solución. Un equipo de la Universidad de Ciencias de la Vida de Ås (Noruega) ha conseguido hacer que la composición de ácidos grasos de la leche de vaca varíe mediante pequeños ajustes en su alimentación.
De esta forma, han logrado una leche con menor proporción de ácido palmítico, que es un ácido graso saturado, y mayor de ácidos grasos insaturados. El experimento se ha llevado a cabo en 43 granjas lecheras de la cooperativa Tine, que procesa el 90% de toda la leche que se produce en ese país.
Aunque se han hecho públicos los resultados de la experiencia de campo, no se ha explicado cómo se ha variado la dieta de las vacas, debido a que la cooperativa quiere lanzar al mercado un nuevo producto registrado a partir de este estudio. No obstante, todo se ha planteado para conseguir leche con más ácidos grasos insaturados sin que se incremente el precio del alimento de los animales.
Los holandeses ya lo han conseguido
En Holanda, 500 miembros de Friesland Campina ya alimentan desde hace tiempo a sus vacas con una alta proporción de hierva fresca, que contiene una alta proporción de ácidos grasos insaturados, y ya comercializan una leche con mayor cantidad de estos ácidos grasos que la media.
En este caso, la leche y sus derivados obtenidos de esta forma contienen un 30% menos de ácidos grasos saturados que la media del mercado.