Las sustancias de detección, son anticuerpos (proteínas producidas por el cuerpo para combatir enfermedades) encontradas en llamas. Los BoNTs son cerca de 100 mil millones de veces más tóxicos que el cianuro, y colectivamente, son toxinas clasificadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en la "lista de la categoría A” de las amenazas de bioterrorismo potenciales junto con el ántrax, el virus del Ebola y otros agentes infecciosos.
Los anticuerpos de las llamas, llamadas anticuerpos de dominio único (sdAb, por sus siglas en inglés) o "Nanobodies," son molecularmente flexibles a diferencia de los anticuerpos convencionales. De acuerdo con Andrew Hayhurst, Ph. D., un virólogo de la Fundación del Suroeste para la Investigación Biomédica, los sdAb pueden permitir a los biosensores a ser regenerables y ser utilizados una y otra vez sin pérdida de la actividad. Además, para algunos tipos de BoNTs, los anticuerpos convencionales no suelen estar disponibles y ahora se está llenando ese vacío de bioseguridad, aseguró el experto. Dado que algunos sdAb han demostrado tener actividad inhibitoria y pueden bloquear la función de la toxina, en un futuro podrían jugar un papel como parte de un tratamiento contra el botulismo.
El nuevo trabajo, financiado por el Defense Threat Reduction Agency Medical Diagnostics Program del Departamento de Defensa se describe en la edición del 21 de enero de la revista PLoS ONE.
Los BoNTs están hechos por determinadas cepas de la bacteria de Clostridium, que se distribuye ampliamente en suelos y sedimentos acuáticos. La mayoría de los casos de botulismo son el resultado de alimentos mal almacenados, que pueden estimular el crecimiento de clostridios y la producción de la toxina, que luego se ingiere. Los BoNTs son extremadamente potentes y afectan el sistema nervioso, provocando una parálisis que puede ser tan grave como para requerir para vivir un ventilador mecánico durante semanas o meses. Las contramedidas para prevenir y tratar el botulismo, como las vacunas y terapias, son extremadamente limitadas. En consecuencia, la capacidad de detección de estas toxinas en el medio ambiente es de importancia crítica.
¿Para qué servirán los resultados de este estudio?
"Nosotros no sólo trataremos de utilizar los anticuerpos en las pruebas de detección de los BoNTs, sino también para comprender cómo se unen e inhiben estas fascinantes moléculas", dijo Hayhurst. "También estamos tratando de mejorar nuestra prueba, haciéndola todavía más sensible, ya que algún día puede ser capaz de detectar una cantidad mucho menor de toxinas en la sangre de los pacientes. Como los BoNTs también tienen aplicaciones terapéuticas en preparados cuidadosamente controlados y los regímenes de dosificación, es también una creciente necesidad poder controlar los niveles de los BoNTs en estos tratamientos."
En el nuevo estudio, una llama fue inmunizada con versiones inofensivas de siete tipos de BoNTs, tomadas de sangre para proporcionar células productoras de anticuerpos. Utilizando técnicas de bioingeniería, los genes de los anticuerpos fueron clonados y los anticuerpos resultantes fueron analizados para determinar su capacidad para detectar los BoNTs en una variedad de bebidas, incluyendo leche. Hayhurst y su equipo continúan estudiando las interacciones moleculares de los anticuerpos de las llamas para averiguar por qué son tan específicas y por qué algunos de ellos inhiben las toxinas. La capacidad de los laboratorios de la Fundación del Suroeste para la Investigación Biomédica han habilitado esta investigación de acuerdo a las directrices federales de seguridad de biotecnología y la bioseguridad bajo el CDC Select Agent Program.