Según informa en su último número la revista Nature, las plagas en ganadería se están extendiendo de forma global debido al aumento de las prácticas de ganadería intensiva y la mayor demanda de carne y otros productos animales. La advertencia proviene de científicos del International Livestock Research Institute (ILRI), con sede en Nairobi (Kenia), que argumentan la necesidad de plantear diferentes métodos para frenar el avance de estas enfermedades. Cada cuatro meses emerge una nueva enfermedad infecciosa, y el 75% de ellas tienen su origen en los animales, según las cifras del ILRI. Estas enfermedades pueden tener graves impactos socioeconómicos, sanitarios y medioambientales: algunas de las más dañinas son la fiebre de Rift Valley (Phlebovirus), que a veces puede producir fiebre hemorrágica, y la lengua azul (Orbivirus). Mientras que los países ricos controlan de forma efectiva las enfermedades en la ganadería, los países en desarrollo, incluyendo muchos países en África y Asia, van muy por detrás.
Durante la celebración de una conferencia sobre la influencia de la agricultura en la mejora de la nutrición y la salud, se puso de manifiesto que este vacío puede poner en peligro la seguridad alimentaria en el mundo en desarrollo, donde hasta el 40% de la producción depende de la ganadería. En palabras de Alejandro Thiermann, que está a cargo del establecimiento de los estándares internacionales para salud animal de la OIE en París, “durante los pasados 10 años, el número de enfermedades emergentes se ha incrementado. Conocer la conexión entre las enfermedades en humanos y en animales, será un punto crítico a la hora de controlar su diseminación”. Así mismo, se trataron los métodos necesarios para adaptarse a las circunstancias en países en desarrollo para el control de la expansión de enfermedades en ganadería. Por ejemplo, algunas enfermedades como la pleuroneumonía bovina contagiosa pueden contralarse en los países occidentales por medio de cuarentena y del sacrificio de los animales afectados. Pero estos métodos no son siempre efectivos en rebaños en África, donde los movimientos de los animales no se controlan tan fácilmente. En estos casos, deberían desarrollarse vacunas. La investigación agronómica se ha enfocado tradicionalmente en el incremento de la producción sin pensar apenas en los riesgos asociados con la intensificación. La pregunta sería: ¿Cómo intensificamos la producción de manera sostenible y cómo manejamos el riesgo?