Investigadores de la Universidad de Belfast han completado el primer análisis realizado en la historia de todos los productos alimenticios retirados en Estados Unidos, Reino Unido e Irlanda en la última década.
Los científicos identificaron 2.439 retiradas en los últimos diez años, incluyendo la retirada de 380 millones de huevos en Estados Unidos en 2010 tras un brote de Salmonella en una granja en Iowa, y la retirada de carne de porcino en Irlanda en 2008, que afectó a los mercados de exportación en 21 países por todo el mundo.
Según el investigador principal, Dr. Potter, el número de amenazas alimenticias y retiradas de alimentos se ha incrementado de forma significativa en la pasada década. Hasta ahora, sin embargo, no se había realizado ninguna base de datos para medir las tendencias en la retirada de alimentos.
El detallado análisis de las retiradas en estos tres países sirve para mostrar la frecuencia con que se han producido y las implicaciones que han tenido para los productores. Por ejemplo, la retirada de carne de cerdo en Irlanda en 2008 costó a la economía irlandesa aproximadamente 125 millones de euros.
De los productos retirados identificados, el 68% se detectaron durante pruebas rutinarias y sólo el 21% se detectó por la empresa en cuestión. Alrededor de un 20% fueron en la industria cárnica, el 12% en alimentos procesados y el 11% en frutas y verduras.
La mayoría de las retiradas (el 56%) procedían de errores de operaciones, como un etiquetado incorrecto, la presencia de ingredientes sin declarar, o la contaminación durante el proceso de producción. Mientras las causas biológicas como la detección de Listeria>/i>, Salmonella y E. coli fueron también un factor importante, un número significativo de alertas de seguridad alimentaria se debieron a fraude alimentario y corrupción por parte de los suministradores más abajo de la cadena de suministro. Esto enfatiza la necesidad para los productores alimentarios de invertir en asegurar la trazabilidad de sus productos hacia detrás en la cadena de suministro.
Por otro lado, se están realizando más avances científicos para ayudar a detectar contaminantes alimenticios y minimizar los riesgos.
Desde inicio de la década de los 90 ha habido un impacto negativo en la confianza de los consumidores sobre la cadena alimentaria. Para restaurar dicha confianza y aplacar las preocupaciones de los consumidores, es vital que los nuevos métodos científicos desarrollados puedan detectar toxinas peligrosas de forma temprana en la producción de alimentos, para facilitar medidas de contención apropiadas y asegurar la protección de los consumidores.