Estudios de simulación digital llevados a cabo por científicos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) sugieren que una vaca lechera que vive durante un año aproximadamente en el exterior tiene un impacto ecológico notablemente más pequeño que sus compañeras estabuladas.
Los investigadores del Agricultural Research Service (ARS), agencia colaboradora del USDA, han evaluado cómo diferentes sistemas de manejo en una explotación lechera típica de 250 acres afectarían al entorno (1 acre = 4.046,85 m2). Para este estudio, se utilizó el modelo Integrated Farm System Model, programa informático que simula los procesos biológicos y físicos principales y las interacciones de una explotación lechera, de carne o agrícola. Los científicos recopilaron un amplio rango de datos de campo sobre sistemas de cosecha, manejo de purines y sus efectos sobre la pérdida de nutrientes hacia el entorno. Para ello, utilizaron el modelo de explotación, apoyado sobre datos de campo, para evaluar los aspectos dinámicos medioambientales de cuatro granjas lecheras diferentes en todos los tipos de condiciones climáticas durante más de 25 años.
El modelo generó estimaciones para las emisiones de amoniaco procedente del purín, los índices de desnitrificación de la tierra, las pérdidas por filtración de nitratos, la erosión de la tierra y las pérdidas de fósforo del campo. También se consideraron las estimaciones para las emisiones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso, tanto de la producción primaria como de la secundaria, de pesticidas, combustibles, electricidad y otras fuentes.
En comparación con sistemas muy confinados, las vacas lecheras alojadas en el exterior durante todo el año disminuyeron los niveles de emisión de amoniaco en alrededor de un 30%. Los resultados del modelo también indicaron que las emisiones totales de los gases de invernadero metano, óxido nitroso y dióxido de carbono fueron un 8% más bajas en un sistema de producción exterior de un año que en un sistema de confinamiento de alta producción.
Además, cuando los campos utilizados anteriormente para cultivar alimentos se convirtieron en praderas perennes para pastoreo, los niveles de secuestro del carbono se incrementaron desde cero hasta 3,400 libras por acre cada año. Los resultados también sugieren que un rebaño lechero bien manejado en el exterior durante un año supuso un impacto ecológico un 6% menor que un rebaño lechero de elevada producción alojado en establos.