Portal Veterinaria, el diario digital de los veterinarios, organizó el 5 de mayo un interesante debate sobre circovirus porcino que contó con la presencia de grandes expertos sobre el tema. Este coloquio formativo está enmarcado en su sección “Los debates de PV” y tienes el audio disponible de forma gratuita en este mismo artículo para que puedas escucharlo tantas veces como quieras, descargártelo y compartirlo en tus RRSS. La iniciativa, desarrollada con el patrocinio de Boehringer Ingelheim, permite a los oyentes hacer un viaje a lo largo de estos más de 20 años desde que se descubrieron los circovirus en el cerdo, así como actualizar conocimientos y especular sobre qué nos depara el futuro.
El debate contó con la presencia de expertos en la materia como Joaquim Segalés, investigador adscrito al Centre de Recerca en Sanitat Animal (IRTA-CReSA) y focalizado en investigar las enfermedades del cerdo, trabajando tanto en infecciones víricas como bacterianas; Luis Pico, responsable de las granjas de Vall Companys Grup en Zaragoza, Navarra y parte de Huesca; Julio Vidal, gerente y propietario de SAT Gaviga, una empresa familiar de producción porcina ubicada en Valencia; y Sebastián Figueras, asesor veterinario porcino en Boehringer Ingelheim; que se sentaron a la mesa invitados por Grupo Asís, empresa editora de Portal Veterinaria y Suis entre otras publicaciones, para participar en un debate abierto a todo el sector porcino moderado por Gemma Ticó, veterinaria del departamento de Medios de Comunicación de Grupo Asís y responsable de la revista Suis.
El bloque de "Pasado" va desde el minuto 03:05 al minuto 27:33.
Tras una breve introducción sobre cómo fueron los inicios y cómo han cambiado las cosas en estas dos décadas, el debate se estructuró en tres bloques temporales: pasado, presente y futuro. Cada uno de ellos contó con una intervención inicial por parte de cada ponente para conocer más detalles desde su perspectiva profesional y, posteriormente, un breve debate.
Actualmente, parte de los implicados en el sector porcino desconocen lo que vivieron los veterinarios los primeros años de la circovirosis y la impotencia que les generó la aparición de esta enfermedad por la ausencia de soluciones eficaces que ayudaran a frenar su evolución y a reducir las graves pérdidas económicas que conllevaba. Lo que se observaba principalmente era que, animales que entraban totalmente sanos, al cabo de un par de semanas empezaban a mostrar sintomatología de desmedro, lo más característico de la circovirosis, y disnea, mayoritariamente en machos; y, en palabras de Luis, “la mayoría de veces suponía un punto de no retorno”.
“Fue una época muy complicada” en las granjas según Julio. La circovirosis llegó después de una época de crecimiento en la producción porcina nacional tanto a nivel de censos como gracias al auge de las integraciones. Además, hay que tener en cuenta que en ese momento las medidas de bioseguridad quedaban muy lejos de las que tenemos actualmente ya que no se era tan consciente de su relevancia.
Según Quim estaba claro que “algo nuevo estaba pasando”, una nueva enfermedad con lesiones muy características no descritas anteriormente, y en 1997 fue cuando se diagnosticó en España. Por otro lado, ese mismo año, estudios canadienses ya habían asociado el síndrome multisistémico de desmedro posdestete con circovirus.
En este momento aún no se conocía la diferencia entre PCV-1 (no patógeno) y PCV-2, por eso nadie creía que circovirus porcino pudiera causar enfermedad y “a partir de ahí se generó una situación que no he vuelto a ver en una enfermedad ya que tuvimos circocreyentes y circoescépticos”, añade Quim. La aparición de la vacuna, que supuso un gran cambio para una realidad muy complicada en campo, trajo asociada la inequívoca claridad de que PCV-2 estaba involucrado en esos procesos tan graves.
En esos primeros años de convivencia con el virus, Luis recuerda cómo de difícil era “hacer partícipe al granjero de la granja de madres de un problema tan grave que provocaba pérdidas de un 25 % de cerdos sobre el cual tenía que poner remedio él cuando el problema estaba tan lejos” ya que todas las medidas preventivas iban enfocadas en sitio 1 y 2 cuando el problema estaba en sitio 3.
“Ante ese tipo de situaciones, imaginación al poder. Si revisamos la lista de cosas que se hicieron en esa época desde el punto de vista de un veterinario que ha empezado a ejercer a partir de 2010 es imposible de entender”, apunta Quim.
Luis afirma que “es una de las enfermedades más frustrantes con las que me he encontrado en el campo porque te hacía sentir desarmado, era como ir a una batalla con palos de escoba”. No había herramientas que sirvieran para frenar el hecho de que, en los lotes donde era más grave, el porcentaje de bajas superara el 20 %. A estas mortalidades se le sumaban todos los saldos que no llegaban al mercado, lo cual podía suponer hasta un 30 % de pérdidas de animales en la fase de cebadero, con el impacto económico que esto conlleva.
Julio recuerda que aplicaban tratamientos antibióticos, que resultaban ineficaces, que se apartaban los animales que estaban en peores condiciones y que los porcentajes de bajas de oscilaban entre el 5 y 20 %. “Fueron años muy difíciles y el trabajo diario en las granjas para mantener aquellos animales enfermos era desagradable y frustrante. A nivel profesional se nos hizo muy difícil porque tampoco sabíamos qué habíamos hecho mal ya que, en general, hacíamos lo mismo de siempre”, afirma.
Desde el punto de vista diagnóstico, y a pesar de que en ese momento ya se estaban realizando test serológicos y PCR, “la histopatología nos permitió ver unas lesiones que no habíamos visto nunca antes porque no nos habíamos fijado ya que la enfermedad ya existía previamente a su primera descripción” comenta Quim. Este hecho ha quedado confirmado con los estudios retrospectivos, que demuestran la presencia de casos desde el año 1986, ya que “uno no diagnostica aquello que no conoce, que es nuevo, distinto y no existe en el país”, según Quim.
En las granjas se hicieron muchos cambios en todos los aspectos posibles para tratar de paliar los efectos de este virus y Julio recuerda que “una de las medidas fue cambiar las líneas de finalizadores a machos Pietrain, porque nos dijeron que eran menos sensibles a la enfermedad”. Por su parte, Luis confirma que “lo que veíamos que era más eficaz y funcionaba de manera más contundente fue el cambio de finalizador a Pietrain y Duroc. Lo cual era bueno pero frustrante como veterinario al ver que el cambio genético hacía todo el trabajo”.
Todos recuerdan cómo de difícil era lograr que ellos y los granjeros tuvieran el ánimo para seguir haciendo pruebas y que, con el paso del tiempo, eso conllevó desánimo y frustración. Quim añade que “el camino que nos llevó finalmente a la vacuna no fue nada fácil”.