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“Es imprescindible que los criterios de reconocimiento de las especialidades veterinarias estén unificados para estructurar el desarrollo y la formación de los profesionales”

Antonio Cruz, representante nacional en el Consejo Europeo de Especialización Veterinaria (EBVS), explica que la estandarización educativa y profesional contribuiría a la igualdad del ejercicio de los veterinarios en toda Europa.


Antonio M. Cruz Madorrán - Representante Nacional en el Consejo Europeo de Especialización Veterinaria (EBVS). Propietario “Cruz CORE – Cirugía, Ortopedia y Rehabilitación Equinas”. Profesor y Cirujano, Hospital Equino, Justus-Liebig Universität Giessen, Alemania.Antonio M. Cruz Madorrán - Representante Nacional en el Consejo Europeo de Especialización Veterinaria (EBVS). Propietario “Cruz CORE – Cirugía, Ortopedia y Rehabilitación Equinas”. Profesor y Cirujano, Hospital Equino, Justus-Liebig Universität Giessen, Alemania.

Aunque la oferta de formación posgrado es muy amplia en nuestro país, tal y como apunta Antonio Cruz ningún programa formativo es equiparable a una diplomatura de un Colegio Europeo: de hecho, esta es la única formación posgrado que en el resto de Europa permite reconocer a un profesional como “especialista” en una materia. Sin embargo, en España el término “especialista” se usa de forma habitual, y no necesariamente vinculada a esa formación reglada. La falta de uniformidad en los criterios actuales no solo limita el ejercicio de los veterinarios españoles en otros países, sino que confunde al consumidor.

En muchas partes de Europa se reconoce a los diplomados europeos en sus respectivos colegios de especialidad como “especialistas” en su área. Sin embargo, esto no sucede en España. ¿Cómo se explica esta diferencia?

Por falta de visión y liderazgo. Europa es una constelación de países que todavía mantienen criterios heterogéneos e, incluso, desunión en ciertas áreas. La categorización profesional y los estándares educativos deberían estar todos armonizados y ser homogéneos para que en la Unión Europea exista libre mercado para el ejercicio profesional en igualdad de condiciones. Este es el objetivo que se debería alcanzar, y el más democrático.

España mostraría liderazgo y un carácter europeísta con el reconocimiento de las especialidades veterinarias, contempladas dentro del Consejo Europeo de Especialización Veterinaria (EBVS). No hacerlo es un grave error porque lastra nuestro desarrollo y nos pone en clara desventaja. Es una tarea pendiente que estoy seguro que no tardará en concretarse.

El Consejo General de Colegios Veterinarios de España no debe dejar fuera ni posponer a ninguna especialidad ya reconocida en Europa, en su diálogo con la Dirección General de Ordenación Profesional.

Por tanto, al recurrir al término “especialidad” en nuestro país para equiparar toda la formación posgrado, estamos usando un vocabulario no equivalente al que se utiliza en el resto de Europa. ¿Qué consecuencias tiene, en su opinión, en nuestro sector?

No necesariamente toda formación de posgrado es una especialización. Ni en España ni en el resto de la Unión Europea, donde hay muchas ofertas de formación de posgrado.

“Especialista” es el diplomado o diplomada por el Colegio de la especialización correspondiente. La unificación de los criterios, la terminología y el lenguaje es fundamental para mantener un diálogo productivo y coherente entre los estados miembros. De lo contrario acabaremos como la torre de Babel.

La veterinaria es una ciencia que abarca muchas áreas de conocimiento común a nivel global. En estos tiempos de promoción del concepto one health es imprescindible que los criterios estén unificados para estructurar el desarrollo y la formación de los profesionales.

No tenerlos ralentiza el proceso significativamente. Y esta situación actual perjudica al veterinario español, pues no se le reconoce fuera de nuestras fronteras y favorece al veterinario europeo que viene a trabajar a España con todo el reconocimiento.

La oferta de posgrados en España está desbocada. Es un sector económico del que todos los que pueden ofrecer una formación quieren sacar partido. Los criterios unificados de definición, de oferta, de calidad educativa contrastada, otorgan igualdad, y además clasifican y jerarquizan. Meter a todos en el mismo saco es un error y además no es justo ni rentable para la profesión ni para el profesional.

A día de hoy, no hay programa formativo que se pueda equiparar por rigor y tiempo al que reciben los futuros diplomados de los Colegios Europeos de la especialidad correspondiente y regulados por el Consejo Europeo de Especialización Veterinaria. Hay grandísimos profesionales españoles de la veterinaria con reconocimiento mundial que desafortunadamente trabajan fuera de España. Por un lado, la propia organización profesional y, por otro, el Ministerio, no reconocen oficialmente su formación. Cuando en el resto de la Unión Europea sí están reconocidos.

Las universidades en España carecen de diplomados en muchas áreas. Hay que avanzar para que puedan tener cabida en nuestra sociedad del conocimiento, formen a los futuros profesionales, aporten calidad y el país rentabilice el dinero invertido en el presupuesto universitario, puesto que ellos son, sin duda, los máximos exponentes del conocimiento en su área. Si no lo hacemos, estamos desestimando la importancia del capital humano como contribuyente directo a nuestra riqueza como país.

¿Cómo cree que afecta esto al consumidor, es decir, al cliente del servicio veterinario?

Absolutamente, porque el ciudadano no dispone de información correcta y esto le cercena el derecho a elegir.

En España se confunde el término “especialista” con el término “dedicado a”. Te puedes dedicar a animales exóticos y no ser especialista en animales exóticos. Pero si dices y te publicitas como especialista lo tienes que poder acreditar con el reconocimiento legal y académico correspondiente. Y si no puedes, estás confundiendo al ciudadano que actúa de buena fe y no duda de lo que le dices. Legalmente sería una estafa.

Hay que tener en cuenta que para ser diplomado hay que pasar un proceso de selección, entrenamiento y examen, y esto puede durar hasta 5 años o más bajo la tutela de muchos especialistas. Conceptualmente equivale a lo que es un MIR en medicina.

No es un curso de fines de semana o pertenecer a un grupo de trabajo o asociación. Ni siquiera haber hecho un doctorado porque un doctorado no es un grado clínico, es un grado de investigación. Al final, si no hay unidad de criterio en la definición de los conceptos, al consumidor se le confunde.

Cuanto más simple y claras hagamos las cosas en la profesión para el consumidor, mejor para todos, sobre todo para el paciente, que se beneficiará de que el profesional que le cuida tenga un único sello de calidad que represente el máximo nivel de conocimiento y aptitud.

¿Qué sucede entonces con aquellos profesionales que llevan toda una vida dedicada a un sector?

Es cierto que en todos los cambios se producen cortes entre el pasado y el futuro que implican renunciar a algo. Hay que mirar hacia el futuro y pensar cómo queremos que la profesión esté organizada en 15-20 años. En algún momento vamos a tener que dar ese paso, que requiere valentía profesional.

También es verdad que ser autodidacta no es necesariamente positivo. Es por ello que el cambio en la ordenación profesional hacia la regulación de especialidades debería permitir una entrada a nivel de especialista a través de credenciales y una prueba de convalidación para que todo el mundo que se sienta capaz pueda tener esa oportunidad. Pero hay que ser rigurosos. El público y nuestros pacientes merecen la máxima honestidad y transparencia.

Contamos con ejemplos de cómo se hizo en otras profesiones: España, país 100% turístico, hasta hace unos años carecía de formación reglada y acreditada para los profesionales de los sectores de agencias de Viaje, hotelería, etc. Existió una Escuela Oficial de Turismo en Madrid que realizaba una prueba de reválida a los alumnos de las diferentes escuelas privadas que impartían la docencia. Y se exigió la titulación de técnico de actividades turísticas para la titularidad en la dirección y gestión de agencias de viajes y hoteles. ¿Qué ocurrió con todos los profesionales que llevaban años y años dedicados a esta actividad? Se les dio la oportunidad de acreditarse y revalidar su experiencia. Y hubo quien obtuvo la titulación y quien no lo hizo.

En su opinión, ¿cómo se debería encauzar esta situación?

La ley 44/2003 de 21 de noviembre sobre la ordenación de las profesiones sanitarias (BOE-A-2003-21340) incluye el título de licenciado en veterinaria como profesión sanitaria titulada.

Sin embargo, esta circunstancia no se ha traducido en la inclusión de los veterinarios en la especialización de su profesión, ni en el mismo artículo III de esa ley ni en su ampliación mediante el RD 183/2008 de 28 de febrero por el que se determinan y clasifican las especialidades en Ciencias de la Salud y se desarrollan determinados aspectos del sistema de formación sanitaria especializada, lo que supone un agravio comparativo con otras profesiones que sí tienen acceso a la especialización.

Para subsanar esta irregularidad, debe haber diálogo inclusivo y paritario entre la Administración, la Asociación de Veterinarios Especialistas Diplomados (AVEDE), el Consejo General de Colegios Veterinarios, el Consejo Europeo de Especialización Veterinaria, y los grandes grupos de veterinarios clínicos como AVEPA y AVEE. De este diálogo deben surgir, en mi opinión, varias cosas necesarias y urgentes:

  1.  La primera es que la Dirección General de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad corrija esta situación anómala. Máxime cuando en nuestro país las especialidades médicas sí que están reconocidas y reguladas. Existe un agravio comparativo.
  2. La segunda es que se reconozca una única vía de especialización veterinaria. Lo ideal, más efectivo y más sencillo, sería generar programas de especialización nacionales, a ser posible gestionados en universidades o centros cualificados y afines a los criterios dictados por el European Board of Veterinary Specialties (EBVS). Puesto que el EBVS aúna a todos los Colegios de Especialidades en Europa, más sencillo todavía es unirnos a ellos directamente.
  3.  La tercera es que se regule el uso del término “especialista” como se hace en muchas partes del mundo civilizado, para que el consumidor tuviese una garantía de quién le está atendiendo, que el especialista tuviera la garantía de ser reconocido y valorado por ser “especialista” y que el “dedicado a…” tenga la oportunidad de acreditarse.

Como representante nacional del EBVS contribuiré a la modernización de la ordenación profesional veterinaria en España.

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