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Agresividad territorial derivada en agresividad jerárquica en Iguana iguana



Marta Blasco1, Alina Góngora2 y Paulina Andreu3
1Veterinaria. Máster en Etología por la UCM, 2Psicóloga y 3Geógrafa
Imágenes cedidas por las autoras


Trece es una Iguana iguana, hembra entera de 4 años, obtenida a los 6 meses de edad de una tienda de mascotas. Tiene un peso aproximado de 1,2 kg y una longitud de 72 cm. A la fecha de la consulta, vivía en un piso de 30 m2 con una pareja joven (Ana, de 25 años, y José, de 29).
Cuando Ana compró a Trece, vivía en un piso compartido donde alquilaba una habitación de 5 m2. Nunca tuvo un terrario, sino que adaptó un rincón para ella. Puso la luz ultravioleta, esterilla térmica, ramas, su comida y un papel de periódico donde eliminaba. Además, la rociaba diariamente con agua y le daba algún alimento especialmente palatable, como pétalos de rosa. Es decir, tenía lo que necesitaba, a excepción de un lugar donde bañarse, y nunca tuvo ningún problema de comportamiento.
Sin embargo, al cumplir los 2 años y medio, entró en celo y desde entonces se muestra agresiva cada vez que Ana se acerca a su territorio. Al principio se mostraba más cariñosa cuando iba a poner los huevos, pero el resto del año le mostraba la papada y movía la cabeza de arriba abajo en señal de amenaza. Además, Ana notó que cuanto más espacio adaptaba a Trece, más aumentaba la agresividad.


Figura 1. Esquema del hábitat de Trece al momento de la consulta.


Anamnesis
En el momento de la consulta, hacía 5 meses que Ana y José se habían mudado a otro piso. Todavía le estaban adaptando un rincón, por lo que aún no contaba con un buen ambiente. Disponía de una mesa de 70 cm de alto donde estaba su esterilla térmica, un piso de 50 cm de alto, su comedero en el suelo y su lámpara de luz UV en posición vertical, todo ello en una esquina al lado de la puerta de entrada.
Su lugar de eliminación estaba en la cocina, también en el suelo (figura 1). Tanto la mesa como el piso estaban cubiertos con un pañuelo para que pudiera subirse enganchando las uñas en la tela. Todavía no le habían instalado las ramas y no tenía un lugar para bañarse.
La alimentaban diariamente con frutas y verduras, cuya base era berro, brócoli, rúcula y acelga y ocasionalmente plátano, pétalos de rosa y uva.
Trece descansaba sobre la bicicleta (sin luz UV), el ordenador o sobre su esterilla. Cuando quería esconderse, iba bajo el sofá, la mesa de centro o el lavabo. Todos los días la rociaban con agua y ya había aprendido a eliminar en su sitio.
Respecto a los ataques, ocurrían cuando Ana la sacaba de un sitio inapropiado (la bicicleta, figura 2, y el ordenador). A medida que Ana se acercaba, Trece le mostraba la papada, movía la cabeza de arriba abajo y abría la boca. Para tomarla, Ana la cogía por el pecho y Trece intentaba escapar moviendo todo el cuerpo. Ante ello, Ana la regañaba enérgicamente, incluso cuando ya estaba en su rincón, donde Trece intentaba morderla (Ana se alejaba, evitando los ataques).
Sin embargo, la agresividad no era constante, sino que había momentos en que Trece buscaba a sus dueños para recibir caricias (y éstos a ella). Además, notaron una disminución de la agresividad ahora que Trece no contaba con lugares altos donde subirse.

Examen físico y pruebas de laboratorio
Desde que empezó el problema de comportamiento, Ana la llevó al veterinario especialista en animales exóticos, quien sometió al animal a pruebas y exámenes de rutina sin encontrar ninguna patología física que pudiera explicar tal comportamiento.

Diagnóstico
Según Stamps, J. A. (1977), para los lagartos tropicales que viven en libertad la agresividad entre individuos de la misma especie suele estar relacionada con la protección del territorio, que las hembras defienden por los recursos alimenticios y por los lugares de anidación. Brattstrom, H. B. (1974) comenta esta relación territorial entre lagartos y señala que si el número de individuos aumenta tanto que ya no compensa defender continuamente sus límites para mantener su vida solitaria, se ven obligados a compartirlo, estableciendo comunidades jerárquicas, muy comunes en iguanas que viven en cautiverio.
Con esto en mente, podría deducirse que Trece empezó manifestando una agresividad territorial por una necesidad de proteger su sitio de anidación, debido a la llegada de la pubertad. Pero que luego, debido principalmente a la actitud de Ana de evitar sus ataques, derivó en una agresividad jerárquica (Kaplan, M. (2006)), de manera que se estableció como individuo alfa.

Tratamiento
Para solucionar el problema de comportamiento de Trece el tratamiento se dividió en dos puntos:

Inversión de la jerarquía
Es necesario que Trece baje en la jerarquía y empiece a respetar a Ana y José (y los humanos en general) como individuos/especie dominante. Para ello, cuando Trece se muestre agresiva deberán tomarla y mantenerla sujeta hasta que se calme (Kaplan, M. (2006)).
Para tomarla, se cubrirán los brazos con algo que los proteja de sus garras, los mantendrán estirados, lejos de su rostro, y permanecerán callados. Una vez que se tranquilice, le hablarán y si vuelve a intentar escapar, seguirán sujetándola en silencio.
Cuando ya esté totalmente tranquila, la colocarán en su rincón. Un truco útil para lagartos arborícolas es sujetarlos en lo alto, con los brazos estirados sobre la cabeza. Esto les da una sensación de seguridad y hace que se tranquilicen más rápidamente. La idea es que entienda que la han soltado porque ellos lo han querido, de forma que los establece como individuos alfa. Además, deberán reforzar los comportamientos positivos, premiándola con golosinas cuando esté en su sitio, tranquila y se deje acariciar; y negándole siempre las cosas que no quieren que haga.

Enriquecimiento ambiental
Se recomienda mantener el sitio escogido para Trece, pues tampoco tienen muchas posibilidades en un piso tan pequeño. Las recomendaciones para darle un ambiente óptimo son:
1. Instalar la lámpara UV en posición horizontal y a una mayor altura en la pared de la puerta.
2. Bajar el nivel de la mesa y al lado poner el banquillo (entre la pared de la puerta y la mesa). En la mesa pondrán su comedero y en el banquillo la esterilla térmica. Subiendo la luz UV y bajando la esterilla térmica, se creará la gradiente de temperatura que necesitan los reptiles.
3. Poner ramas tanto en ambas paredes, donde reciba o no luz UV, según lo que desee. Con esto se intenta darle una alternativa a la bicicleta, es decir, un lugar cómodo y fresco, pero seguro y apropiado.
4. Amarrar hojas de palmera que cubran parcialmente las ramas para que disponga de sitios donde esconderse, con o sin luz UV. Así se reemplazará la mesa de centro, el sofá y el lavabo.
5. Además de su comida diaria, ponerle golosinas en las ramas, donde sea más difícil el acceso y se entretenga intentando comérselas (pinchar trozos de fruta en la punta de las ramas, por ejemplo).
6. Seguir con sus baños diarios y ponerle un recipiente donde pueda bañarse en su rincón.
7. Poner su lugar de eliminación cerca de su rincón.

Seguimiento
Durante la primera semana estuvieron mejorando el rincón de Trece. Hicieron todos los puntos del enriquecimiento ambiental, menos el cambio de lugar de su sitio de eliminación (lo dejaron donde estaba) y no colocaron el recipiente con agua. Respecto al tratamiento para la inversión de la jerarquía, Trece reaccionó con marcado disgusto, lo que requirió mucho tiempo para calmarla.
A la segunda semana, seguía instalándose sobre la bicicleta y el ordenador, pero demoraban un poco menos en calmarla.
Al mes de la consulta pasaba mucho más tiempo en sus ramas, aunque seguía subiéndose al ordenador, pero era raro ver a Trece sobre la bicicleta. Ya era bastante más fácil calmarla, aunque de todos modos, seguía mostrando señales de amenaza cuando se sentía incomodada por Ana. En el segundo mes los episodios disminuyeron notablemente, pero sin desa-parecer por completo.

Discusión
Los dueños de mascotas siempre deben estar atentos a las consecuencias que tendrán sus reacciones ante los distintos comportamientos de sus animales, pues, sin darse cuenta, pueden estar reforzando conductas inapropiadas (e incluso peligrosas). Además, para educar a un animal se debe conocer el comportamiento social de cada especie, para que así dueño y mascota “hablen el mismo idioma”. Principalmente en el caso de animales exóticos, pues su relación con el hombre es aún muy temprana y poco desarrollada (en términos de domesticación). Por todo ello es que si Ana hubiese reaccionado con firmeza ante los primeros ataques de Trece probablemente no se hubiera desa-rrollado el problema de agresividad.

Bibliografía disponible en www.argos.grupoasis.com/bibliografias/agresividad103.doc

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