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Recomendaciones para el control de las parasitosis intestinales del gato


Guadalupe Miró [1], ESCCAP España [2]
1. Dpto. de Sanidad Animal, Facultad de Veterinaria, UCM.
2. Consejo Europeo para el Control de las Parasitosis de los Animales de Compañía.
www.esccap.org
http://argos.portalveterinaria.com/seccion/153/ESCCAP/

Existe un gran número de parásitos intestinales que pueden afectar al gato. Las características o signos clínicos de las principales especies parásitas se recogen en el presente artículo.

Helmintos

Los gatitos, animales viejos y hembras gestantes tienen un riesgo superior al de los adultos sanos de estar parasitados. Las gatas lactantes pueden transmitir T. cati a los gatitos durante la lactación. También tienen un mayor riesgo los gatos que viven en gateras, los vagabundos o silvestres y los que conviven con otros gatos o perros, además de aquéllos que viven o viajan (por ejemplo: por vacaciones, traslados, exhibiciones de gatos y estudios de campo) en zonas endémicas de algunas especies. Para ampliar la información consultar la Guía nº 1 ESCCAP: Control de vermes en perros y gatos.

Nematodos

Toxocara spp.

A diferencia de los cachorros, en los gatitos no ocurre la infección prenatal y el tratamiento inicial puede comenzar a las 3 semanas de edad y repetirse a las 5 y 7 semanas. Las gatas lactantes deben tratarse a la vez que su descendencia porque pueden desarrollar infecciones patentes.

La infección en los gatos adultos es poco probable que se asocie con signos clínicos y es difícil saber si un animal está infectado a no ser que se lleven a cabo análisis coprológicos rutinarios (pocos vermes pueden producir millones de huevos). Por ello, podemos hablar de dos escenarios:

  1. Si no se realizan pruebas diagnósticas rutinarias se recomienda el tratamiento regular continuado empleando los antihelmínticos adecuados (se han propuesto cuatro veces al año como recomendación general).
  2. Si un propietario elige no emplear un tratamiento antihelmíntico de forma regular, la realización de análisis coprológicos mensuales o trimestrales puede ser una buena alternativa. Puede elegirse un antihelmíntico con un amplio o limitado espectro de actividad según el riesgo de controlar las diferentes helmintosis. Como el periodo de prepatencia de Toxocara spp. es algo superior a cuatro semanas, el tratamiento mensual puede minimizar el riesgo de infecciones patentes y es recomendable en animales muy expuestos a la infección.
Toxoplasma en alveolos.

Cestodos

Dipylididiosis

Dipylidium caninum se aloja en el intestino delgado de gatos y perros, y puede llegar a medir hasta 50 cm.

El diagnóstico se realiza mediante análisis coprológico seriado y la observación macroscópica de las heces.

Por lo general no suelen apreciarse signos clínicos en los gatos parasitados, excepto en algunas ocasiones trastornos digestivos como diarrea o estreñimiento y deterioro del pelo o mal estado general. Así, la observación de proglotis grávidos en la cama del gato parasitado puede ser el único signo de alarma para el propietario. La parasitación por pulgas o piojos (hospedadores intermediarios) debe tenerse en cuenta para descartar esta cestodosis. Una vez diagnosticada una de las dos parasitosis (dipilidiosis y/o infestación por pulgas o piojos) se deberá hacer un control integral de ambas, si no, los animales corren el riesgo de reinfectarse.

El hombre (los niños son los que presentan un mayor riesgo) puede adquirir la infección tras la ingestión accidental del hospedador intermediario. Los signos clínicos más frecuentes son irritabilidad nocturna debido a los movimientos de las proglotis, anorexia y pérdida de peso.

Echinococosis

En el género Echinococcus se incluyen las especies E. multilocularis y E. granulosus con interés zoonósico; E. multilocularis es la que afecta al gato principalmente.

Los adultos de Echinococcus se localizan en el duodeno del hospedador definitivo pero no producen signos clínicos en el gato.

El diagnóstico se realiza mediante un análisis coprológico seriado, no obstante, estos huevos son indistinguibles de los del género Taenia, y es necesaria la realización de otras pruebas diagnósticas moleculares o inmunológicas.

La educación sanitaria es uno de los principales objetivos para el control de esta enfermedad. La ingestión accidental de huevos de Echinococcus diseminados en el medio ambiente por el gato produce el quiste hidatídico alveolar en el ser humano, que puede registrar una mortalidad elevada.

Teniosis

Las especies del género Taenia que afectan al gato son: Taenia pisiformis y Taenia taeniformis, esta última es la que se considera más importante debido a su interés zoonósico.

Los adultos de Taenia se alojan en el intestino delgado del gato y, por lo general, no suelen producir signos clínicos aparentes. En los animales jóvenes se puede observar empobrecimiento del pelo, adelgazamiento, distensión abdominal, diarrea o estreñimiento.

La confirmación del diagnóstico se realiza mediante análisis coprológico seriado para la detección de los huevos típicos de Taenia. Las medidas profilácticas irán encaminadas a evitar el contacto del gato con los hospedadores intermediarios (roedores), por lo que será conveniente evitar los hábitos de caza, así como la realización de controles coprológicos periódicos.

Es poco probable, pero el hombre puede adquirir la infección tras la ingestión de tejidos contaminados con las fases larvarias. También se ha observado la infección accidental (en niños) tras la ingestión de proglotis presentes en las heces del gato.

El tratamiento de elección para los cestodos incluye el praziquantel (5 mg/kg) y el epsiprantel (5-7,5 mg/kg); se recomienda su administración cada 45 días en animales sometidos a riesgo.

Los niños presentan un mayor riesgo de infección por Dipylidium caninum tras la ingestión accidental del hospedador intermediario (pulgas o piojos).

Protozoos

La mayoría de las parasitosis gastrointestinales causadas por protozoos afectan a los gatitos mientras que los animales adultos, aunque son una fuente de infección, raramente presentan signos clínicos. También presentan un mayor riesgo de infección los gatos viejos o inmunocomprometidos y las gatas gestantes. Aquellos gatos que viven en colectividades tienen un riesgo mayor de infectarse por protozoos de ciclo monoxeno (que no incluyen un hospedador intermediario: Giardia intestinalis, Tritrichomonas foetus, Cryptosporidium spp. y Cystoisospora spp.) mientras que los felinos que cacen roedores o se alimenten de vísceras crudas pueden infectarse con protozoos de ciclo heteroxeno (que incluyen un hospedador intermediario: Neospora caninum, Hammondia spp., Toxoplasma gondii y Sarcocystis spp.). Para más información consultar la Guía nº 6 ESCCAP: Control de protozoos intestinales en perros y gatos.

Flagelados

Giardia intestinalis

En Europa, la prevalencia global en los perros y los gatos se sitúa alrededor del 3-7 %, aunque es superior en los animales menores de un año, hecho que convierte a G. intestinalis en el endoparásito más frecuente en este rango de edad.

La transmisión es fecal-oral y la excreción de quistes se observa tanto en los animales sanos como en los animales que presentan signos clínicos. Esta infección induce a una inmunidad parcial que produce una enfermedad menos grave y en algunos casos hasta la eliminación del parásito, con una limitada resistencia a la reinfección.

Estos quistes pueden observarse directamente al microscopio y en las heces de los animales enfermos, si son muy líquidas, pueden observarse trofozoítos móviles. Se recomienda la recogida de heces durante 3-5 días para mejorar la sensibilidad de la detección. Se puede realizar inmunodiagnóstico por detección de coproantígeno (test comercial) o por inmunofluorescencia directa, técnica sensible realizada en algunos laboratorios de diagnóstico.

El tratamiento con fenbendazol, metronidazol o con la combinación de febantel/pirantel/praziquantel puede repetirse mientras persistan los signos clínicos y/o la excreción de quistes. El fracaso del tratamiento es frecuente debido a la fuerte presión de reinfección del ambiente contaminado, a coinfecciones, a la ausencia de eliminación total del parásito tras el tratamiento y a otras enfermedades no tratadas. Por tanto, es esencial aplicar medidas suplementarias como reconsiderar el diagnóstico y evaluar enfermedades subyacentes.

En la prevención es esencial aplicar baños periódicos con champús adecuados en la región perianal para evitar contaminación del pelaje, y es esencial (sobre todo en colectividades), retirar y destruir las heces con mucha frecuencia así como mantener una desinfección adecuada de suelos y recipientes de agua y comida para reducir la contaminación ambiental.

Los gatos vagabundos o silvestres y los que conviven con otros gatos o perros tienen mayor riesgo de estar parasitados.

Tritrichomonas foetus

Este flagelado ha sido reconocido recientemente como causante de diarrea en los gatos y otros felinos. También se ha observado en cerdos, bóvidos y en el hombre, y muy raramente se ha aislados de perros.

La transmisión es fecal-oral y su prevalencia en los refugios/ambientes con alta densidad de población está entre el 10 y el 30 % de los animales, según el estudio. Además, presenta una prevalencia mayor en las razas de gatos birmanos y bengalíes. Deberían aplicarse las medidas de prevención iguales a las de Giardia. Se debe considerar que hay casos crónicos que no responden al tratamiento y que contaminan el ambiente.

La infección por T. foetus suele ser asintomática, sin embargo, los gatitos y los adultos sin exposición previa pueden presentar signos clínicos: heces pastosas con sangre y/o moco acompañados de dolor e irritación perianal que en algunos casos termina en proctitis. Estos signos clínicos solo remiten tras el tratamiento con ronidazol aunque se trata de una molécula no registrada para su utilización en esta especie.

Otros tratamientos como metronidazol, fenbendazol y tinidazol (es otro 5-nitroimidazol como el metronidazol que usamos cuando no hay respuesta a éste) solamente consiguen una remisión temporal.

En cuanto al diagnóstico, pueden observarse trofozoítos piriformes tras un examen de heces en fresco, que no deben confundirse con los de Giardia. También es posible una detección directa mediante cultivo específico y/o por la técnica de PCR.

Coccidios

Cystoisospora (sin. Isospora ) spp.

Los coccidios del género Isospora son parásitos específicos de hospedador. En el gato las infecciones son causadas por Cys. felis y Cys. rivolta.

La infección es vía fecal-oral por la ingestión de ooquistes y la multiplicación de los estadios intestinales tiene lugar en el interior de las células epiteliales del intestino. Durante el periodo de patencia se pueden encontrar ooquistes en las heces de animales con signos clínicos (en la mayoría de los casos son gatitos menores de cuatro meses) y en los asintomáticos, durante un periodo de excreción de 5 a 10 días.

La administración de sulfamidas durante 5-10 días es eficaz para controlar la diarrea, aunque no la excreción de ooquistes. Si bien no están registrados para su uso en esta especie, toltrazuril y diclazuril son los fármacos de elección para las cistoisosporosis felinas.

Toxoplasma gondii

Esta especie es la única del género Toxoplasma y tiene como hospedador definitivo únicamente a los gatos y otros felinos: el hombre, el perro y el gato o los pájaros son hospedadores intermediarios.

El gato se infecta por la ingestión de quistes tisulares en la mayoría de los casos mediante la predación de roedores o pájaros, por el consumo de carne cruda de animales infectados, o por la ingestión de vísceras tras un aborto. La transmisión fecal-oral es mucho menos frecuente.

La patogenia de las manifestaciones clínicas no está muy bien definida pero sí se sabe que los gatos no suelen presentar una toxoplasmosis aguda y que las infecciones in utero en los gatitos suelen ser mortales. Se cree que la inmunodepresión causada por retrovirus (FeLV y FIV) juega un papel importante. El tratamiento de elección de la toxoplasmosis clínica en el gato es la clindamicina.

Dado que el periodo de excreción de los ooquistes es muy breve, la coprología generalmente no detecta la infección. Por tanto, el diagnóstico se basa en la detección de anticuerpos aunque se debe tener en cuenta que la persistencia del parásito en forma de quistes tisulares de una infección anterior dará lugar a un resultado positivo y, por tanto, es necesario evaluar dos tomas de suero con un intervalo de 3-4 semanas para evaluar la seroconversión.

Este protozoo es uno de los agentes zoonósicos más ampliamente distribuido por el mundo. Si bien los individuos inmunocompetentes presentan un riesgo mínimo de desarrollar una toxoplasmosis grave tras la infección, los individuos inmunodeprimidos o los fetos infectados in utero pueden sufrir una toxoplasmosis sistémica grave (principalmente ocular o cerebral). Éstas infecciones prenatales son consecuencia de una primoinfección de la madre durante la gestación.

Hammondia spp.

Los coccidios de este género son específicos de especie: H. hammondi infecta a los gatos, que constituyen su hospedador definitivo, tras la ingestión de tejido muscular o nervioso de los hospedadores intermedios (roedores y rumiantes).

Si bien las infecciones por Hammondia son normalmente asintomáticas en un control coprológico rutinario pueden observarse pequeños ooquistes en las heces. El diagnóstico diferencial de Toxoplasma o Neospora sólo es posible con técnicas moleculares.

Sarcocystis spp.

Son varias las especies del género Sarcocystis que parasitan al gato y solamente la morfología de los quistes tisulares o la biología molecular permiten el diagnóstico.

Los felinos se infectan tras ingerir carne cruda con los quistes tisulares de los hospedadores intermediarios como el ganado ovino, bovino o porcino, cuya tasa de infección por este protozoo puede llegar a ser del 100 %.

La importancia clínica de este género radica en los hospedadores intermediarios y no produce cuadros clínicos en el gato, si bien en algunas ocasiones pueden observarse diarreas transitorias que son autolimitantes. Los animales suelen desarrollar una cierta inmunidad específica de especie tras la primoinfección.

Cryptosporidium spp.

Cryptosporidium parvum es un coccidio muy ubicuo que parasita principalmente a los rumiantes jóvenes y otros mamíferos como el hombre, el perro o el gato. C. felis infecta mayoritariamente al gato aunque se desconoce su prevalencia.

La infección se inicia tras la ingestión de los ooquistes en el agua contaminada que se multiplicarán intracelularmente en el intestino. Se ha observado la excreción de un gran número de ooquistes que pueden observarse en las heces durante un periodo de 25 a 80 días.

Si bien la infección en los animales inmunocompetentes es asintomática, los gatitos pueden presentar diarreas líquidas durante varios días o semanas que deberán resolverse con tratamiento sintomático, pues no hay un tratamiento específico.

Se trata de una zoonosis en individuos inmunodeprimidos que puede prevenirse si se evita el contacto con los animales, sobre todo con los jóvenes.

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