Javier Bermúdez Álvarez y Xavier Valls Badia
Clínica Veterinaria Exòtics (Barcelona)
Imágenes cedidas por los autores (clic aquí para verlas)
Los criptosporidios son organismos unicelulares pertenecientes al género Cryptosporidium. Dicho género está taxonómicamente clasificado dentro de la familia de los coccidios, sin embargo, nuevos estudios genéticos revelan una mayor relación con las gregarinas que con los coccidios. Por tanto, es de esperar que este género se clasifique de forma independiente dentro del Phylum Apicomplexa. Actualmente se han identificado 20 especies de criptosporidios, de los cuales dos se han aislado en peces, uno en anfibios, dos en reptiles, tres en aves y 12 en mamíferos.
Existen dos especies de criptosporidios reconocidas que afectan a los reptiles: Cryptosporidium serpentis y Cryptosporidium varanii. C. serpentis es un parásito gástrico que afecta principalmente a ofidios (40 especies) y C. varanii se localiza en el intestino y afecta a saurios (15 especies). En la mayoría de la bibliografía consultada, la especie de criptosporidio que afecta a lagartos es C. saurophilum y no C. varanii. Sin embargo, se ha demostrado con estudios genéticos que C. saurophilum es la misma especie que C. varanii y por tanto al describirse primero, C. varanii tiene preeminencia sobre la otra especie.
Respecto a los quelonios, la información de infecciones por criptosporidios es muy limitada y sólo se han descrito cuatro casos con síntomas de enteritis y muerte súbita. Las especies afectadas fueron: tortuga egipcia (Testudo kleinmanni), tortuga estrellada india (Geochelone elegans), tortuga de las estepas rusas (Agrionemys horsfieldii) y tortuga de las grietas (Malacochersus tornieri). Recientemente se ha aislado e identificado genéticamente la especie zoonótica Cryptosporidium pestis (Cryptosporidium parvum ‘genotipo bovino’) en tortugas de tierra europeas (Testudo hermanni, Testudo graeca y Testudo marginata). Además, en una T. marginata se ha identificado un nuevo genotipo de criptosporidio (Cryptosporidium spp. ex T. marginata). La relevancia del hallazgo de C. pestis en estas especies tan populares de tortugas radica en el riesgo de zoonosis. Es muy importante educar a los propietarios sobre el cumplimiento de estrictas normas de higiene y protocolos sanitarios, explicando los riesgos de la tenencia de reptiles (principalmente zoonosis por Salmonella), sobre todo cuando hay niños en contacto con los animales. Las especies C. serpentis y C. varanii son específicas de ofidios y saurios, por tanto no son infecciosas para otros vertebrados.
En la práctica clínica, las especies con mayor casuística son los geckos leopardos (Eublepharis macularius), las serpientes del maizal (Elaphe spp.) y las serpientes rey (Lampropeltis spp.).
Estos microorganismos presentan un ciclo biológico directo complejo que incluye fases asexuales (merogonia) y sexuales (gametogonia). Se transmiten por contacto oro-fecal. Los ooquistes son expulsados con las heces al ambiente y a diferencia del resto de géneros de coccidios (Eimeria e Isospora) no necesitan esporular (formación de esporozoitos) para ser infecciosos. En el tracto digestivo reptiliano se producen dos tipos de ooquistes: uno de paredes finas y otro de paredes gruesas. Los ooquistes de paredes finas infectan células apicales de la mucosa intestinal y los de paredes gruesas son eliminados con las heces para infectar nuevos hospedadores (figura 1).
Patología
La principal patología que causan los criptosporidios en serpientes consiste en una gastritis, con la consecuente producción de una hipertrofia de la mucosa gástrica (figura 2). Dicha hipertrofia puede ser tan grave que genera una marcada dilatación en la mitad del cuerpo (figuras 3 y 4). En saurios, el tropismo por otros tejidos es mayor llegando a identificarse en la iguana verde (Iguana iguana) en pólipos aurales y faríngeos, riñones y glándulas salivares (figura 5). En geckos leopardos (Eublepharis macularius) se produce una enteritis mediante una hipertrofia de la mucosa del intestino delgado que cursa con letargia, pérdida de peso y diarreas (figura 6). En quelonios, al igual que en ofidios, se han identificado criptosporidios en la superficie de la mucosa gástrica.
La sintomatología en serpientes consiste en regurgitaciones aisladas o persistentes tras pocos días de la ingestión junto con anorexia, pérdida de peso, apatía, letargia e inflamación en la mitad del cuerpo. Estos síntomas pueden presentarse de forma aguda con regurgitaciones, severa gastritis y muerte en pocos días. En los casos crónicos se produce un cuadro de anorexia con la consecuente pérdida progresiva de peso. Además, las regurgitaciones son menos frecuentes o pueden estar ausentes. Estos reptiles pueden morir hasta dos años después de la infección.
En el caso de los saurios, el principal síntoma consiste en un adelgazamiento crónico acompañado de anorexia y letargia. Los saurios con una baja condición corporal muestran una delgadez en la base de la cola, llegando en casos graves a marcarse las apófisis espinosas de las vértebras coccígeas (figura 6).
En tortugas, al igual que en serpientes, se observa un cuadro de regurgitaciones. Estas regurgitaciones consisten en un fluido hemorrágico y mucoso. Es importante remarcar que muchas tortugas y lagartos presentan infecciones asintomáticas de este parásito.
Diagnóstico
Para el diagnóstico de la criptosporidiosis es necesaria la identificación de los ooquistes en muestras fecales, lavados gástricos o biopsia gástrica.
Lavados gástricos
Los lavados gástricos en serpientes consisten en introducir una sonda flexible previamente lubricada por la boca hasta llegar al punto medio de la distancia comprendida entre la boca y la cloaca (figura 7). En este punto se introduce con una jeringa un volumen de suero fisiológico correspondiente al 2 % del peso del animal y se realiza un suave masaje. Seguidamente, se extrae el contenido estomacal, que puede corresponder con la mitad del suero sondado. La muestra obtenida del lavado se extiende en un portaobjetos y se tiñe con Ziehl Neelsen o Kinyou. Los ooquistes son ácido alcohol resistentes y se observan de color rojo sobre un fondo azul (figura 8).
Muestras fecales
La misma tinción citada anteriormente se puede realizar con muestras fecales. Sin embargo, para incrementar la sensibilidad se recomienda, previa a la tinción, realizar una prueba de flotación mediante solución de sacarosa o cloruro sódico o sulfato de zinc. Es muy importante saber interpretar las tinciones de heces, debido a que pueden darnos falsos positivos en serpientes por la ingesta de ratones infectados con C. parvum. Esta especie de criptosporidio es específica de mamíferos y no es patógena en reptiles.
Además de las tinciones, existen pruebas inmunológicas que permiten identificar anticuerpos en muestras fecales (Prospect T Cryptosporidium Microplate Assay; Remel Microbiology Products). Este test es muy útil para diagnosticar portadores asintomáticos. La identificación de las especies de criptosporidios requiere la realización de una PCR.
Biopsia gástrica
Otra técnica empleada para el diagnóstico es la biopsia gástrica. Este procedimiento se puede realizar mediante cirugía o endoscopia. Ambas técnicas requieren la anestesia general del reptil y tienen un gran valor para el pronóstico de la enfermedad debido a que nos permite evaluar el grado de extensión de la hiperplasia de la mucosa gástrica.
El diagnóstico post mórtem se realiza con la necropsia. Mediante esta técnica podemos hallar lesiones macroscópicas como el sobrecrecimiento de la mucosa del estómago (ofidios) (figura 2) o inflamación intestinal (saurios). Las lesiones microscópicas muestran al microorganismo en las criptas de la mucosa gástrica (figura 9).
Tratamiento
El tratamiento frente a la criptosporidiosis es muy complejo debido a que la mayoría de los fármacos empleados para tratar los coccidios son ineficaces y no existe un tratamiento que sea capaz de eliminar por completo estos parásitos, de tal forma que los reptiles tratados quedan como portadores de la enfermedad. Actualmente se emplea como tratamiento de elección un antibiótico aminoglicósido denominado paramomicina (tabla). Este tratamiento mejora los síntomas clínicos y produce el cese de eliminación de ooquistes en heces. Sin embargo, tras seis semanas desde la interrupción del tratamiento, los síntomas recidivan y los tests fecales vuelven a ser positivos a ooquistes.
Calostro hiperimmune bovino
La terapia con calostro hiperimmune bovino (CHB) (tabla) se ha testado en serpientes, varanos de la sabana (Varanus exanthematicus) y geckos leopardos (Eublepharis macularius). En dichas especies se ha probado el efecto protector mediante inmunidad pasiva de anticuerpos procedentes del calostro de vacas inmunizadas frente a C. parvum durante la gestación. Tras el sondaje gástrico del CHB, los reptiles presentaron lavados gástricos y tests coprológicos negativos a ooquistes. En los estudios histopatológicos de las muestras de estómago de las serpientes subclínicamente enfermas no se hallaron fases de desarrollo de C. serpentis. La eficacia terapéutica del CHB se puede deber a que C. parvum comparte antígenos con otras especies como C. serpentis, C. meleagridis, C. baileyi, C. muris y C. wrairi. Por tanto, las inmunoglobulinas anti-C. parvum del CHB pueden ser efectivas frente a las criptosporidiosis causadas por otras especies. Además, la administración del CHB por sonda hasta el estómago garantiza una alta tasa de anticuerpos directamente en el foco de infección. Este hecho es muy relevante, debido a que si la criptosporidiosis es intestinal el tratamiento reduce su eficacia, como se ha observado en el estudio realizado en geckos leopardos. Esto es debido a que el calostro es rico en proteínas de alta digestibilidad que son absorbidas en su mayoría en el primer tramo de intestino y alcanzan bajas concentraciones de anticuerpos en el resto del tracto digestivo, donde se localiza el foco de la infección. La terapia con CHB es segura y eficaz y se recomienda como parte del tratamiento y profilaxis en serpientes y saurios.
Tratamiento farmacológico y de soporte
Actualmente, en medicina humana se ha testado con éxito el tratamiento con dos fármacos, la nitazoxanida y la rifaximina, en diarreas causadas por Crystosporidium.
La nitazoxanida es un antiparasitario de amplio espectro relacionado estructuralmente con el metronidazol. Es el primer fármaco desarrollado y aprobado por la FDA (Food and Drug Administration) de los Estados Unidos para el tratamiento de la criptosporidiosis en niños y adultos no inmunodeficientes. Su acción terapéutica ha sido demostrada en un estudio donde ha erradicado infecciones por C. parvum en el 96 % de los pacientes. Sin embargo, en un estudio realizado en terneros inoculados con C. parvum se ha observado su ineficacia tanto profiláctica como terapéutica. En medicina de perros y gatos se recomienda como tratamiento frente a C. felis y C. canis. En gatos puede producir efectos secundarios como vómitos y diarreas.
La rifaximina es un antibiótico derivado de la rifamicina que no se absorbe por el tracto digestivo, indicado para el tratamiento de diarreas generadas por cepas no invasivas de Escherichia coli y C. parvum. Por otra parte, también se emplea para disminuir la recurrencia de encefalopatías hepáticas y para controlar los síntomas de pacientes con síndrome del intestino irritable.
Debido al éxito de la nitazoxanida y la rifaximina en humanos, se ha realizado un estudio en geckos leopardos (Eublefaris macularius). Los saurios se dividieron en dos grupos de cinco animales. Al primer grupo se le administraba rifaximina 25 mg/kg por vía oral cada 24 horas y al segundo nitazoxanida 50 mg/kg por vía oral cada 24 horas. La duración del estudio fue de diez días y se realizaron test de ELISA (Prospect) y tinciones de Ziehl Neelsen antes, durante y después de los tratamientos. Sólo una muestra de un gecko perteneciente al grupo de la nitazoxanida fue negativa (ocho días tras iniciar el estudio) y el resto de animales fueron positivos incluso catorce días tras el último tratamiento. Estos resultados negativos determinan la necesidad de realizar más estudios con diferentes dosificaciones y especies de reptiles.
Además del tratamiento para la eliminación del parásito es necesario dar un tratamiento de soporte con la administración de fluidos, elevación de la temperatura ambiental (dentro del rango de la temperatura zonal óptima de cada especie) y el sondaje de alimentación de alta digestibilidad.
La fluidoterapia de mantenimiento en reptiles es de 5-15 ml/kg/día. Los déficits se han de añadir y reponer en 12-36 h, en pérdidas agudas, y en 48-96 h en reptiles con deshidratación crónica. El suero salino fisiológico está contraindicado por ser hipertónico para reptiles, mientras que el lactaro de Ringer (LR) y soluciones mixtas de cristaloides (1/4 glucosalino 5 % + 3/4 LR) son aptas por tener una osmolaridad inferior a 290 mOsm/L.
El soporte nutricional debe realizarse tras la estabilización y rehidratación del paciente. Los autores emplean en reptiles carnívoros (ofidios, varanos, tupinambis, etc.) e insectívoros/omnívoros (camaleones, pogonas, trachemys, etc.) papillas para recuperación de animales en estado crítico ricas en proteínas y de fácil digestión; y en reptiles herbívoros (iguanas, tortugas terrestres como Testudo, etc.) papillas preparadas para la alimentación forzada de animales herbívoros.
Prevención de la criptosporidiosis
Para el control de la criptosporidiosis es muy importante aislar a los animales enfermos y realizar una correcta limpieza y desinfección de los terrarios y accesorios. Los criptosporidios sólo son sensibles al amonio (5 %) y al formol (10 %). El resto de productos como la lejía (hipoclorito sódico) no están indicados para el saneamiento de las instalaciones. En colecciones mixtas es muy importante prevenir la transmisión entre diferentes grupos de reptiles debido a que las infecciones en quelonios y saurios pueden ser subclínicas convirtiéndose en un potencial foco de criptosporidios para los ofidios. Por otra parte, cualquier animal nuevo debe pasar un periodo de cuarentena que comprenda como mínimo 90 días, y superar cinco tests fecales. Aquellos que no superen las pruebas se consideran portadores y nunca deben entrar en la colección.
Conclusión
Los criptosporidios son patógenos del sistema digestivo principalmente de serpientes, y pueden generar portadores en lagartos y tortugas. Todas aquellas situaciones estresantes derivadas del manejo predisponen a una inmunosupresión y a una severidad del cuadro. Actualmente no existe un tratamiento eficaz para la eliminación del parásito sin embargo, se han obtenido resultados prometedores con el calostro hiperimmune bovino. Por último, el mejor tratamiento consiste en un buen manejo, higiene y prevención, sobre todo cuando se adquieren nuevos reptiles.
Figura 9. Criptosporidiosis gástrica: se observa colonización del borde apical del epitelio gástrico por protozoos característicos del género Cryptosporidium. HE. Imagen cedida por Carles Juan-Sallés, LV, Dipl. ACVP, patólogo de animales exóticos, zoo y salvajes. |
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