Renata Velasco
Responsable del Departamento de Etología Clínica y miembro del equipo médico del H.V. Montjuïc
Imágenes cedidas por la autora
El enriquecimiento ambiental en el cuidado de los animales en cautividad consiste en mejorar su bienestar, tanto físico como psicológico, identificando y proporcionando estímulos ambientales necesarios para optimizar su calidad de vida.
Mientras determinadas especies parecen estar obligadas a vivir en grupos sociales toda su vida, otras se adaptan a vivir también como individuos solitarios, y entre estos últimos se encuentra el gato doméstico.
El enriquecimiento ambiental en la especie felina debe ir enfocado a intentar respetar su etograma, es decir, lo que en términos generales sería el inventario de sus pautas de conducta.
Los gatos son animales especialmente sensibles al estrés, que tiene una relevancia clínica muy marcada y puede originar alteraciones en su comportamiento problemáticas, no sólo para el animal, sino también para su propietario.
Proporcionar un ambiente adecuado puede contribuir a prevenir, mejorar y/o resolver este estrés y problemas tales como obesidad, ansiedad, comportamientos extraños, alteraciones en la conducta de acicalamiento, marcaje con orina, falta de apetito, agresividad, etc.
El veterinario debe entender el comportamiento del felino y relacionarlo con las necesidades de su entorno para poder encaminarlo hacia la expresión de sus comportamientos naturales y ser capaz de exponerlo en la clínica diaria.
El comportamiento del gato doméstico guarda muchas similitudes con el de su ancestro salvaje Felis lybica. Necesita que su territorio sea un lugar conocido, estable y controlado que fortalezca la reducción del estrés. Si el gato se siente amenazado, recurrirá a mecanismos de huida, lucha o tenderá a enmascarar síntomas de debilidad y/o enfermedad. Si somos capaces de crear un entorno adecuado, podremos intensificar su bienestar.
El aporte de cualquier estímulo que suscite el interés del gato de manera positiva puede ser considerado como enriquecimiento, incluyendo objetos naturales o artificiales, aromas distintos, alimentos nuevos, introducción de nuevos miembros de su misma especie u otras.
Los estímulos de enriquecimiento ambiental para el gato doméstico se dividen en cinco grupos fundamentales: sensoriales, alimentación, manipulación, entorno y social.
Estímulos para intensificar los sentidos: visuales, olfativos, audibles, táctiles y gustativos. El objetivo que perseguimos es motivar a nuestro gato a que explore o investigue.
Sobre todo nos centraremos en el olfato, ya que la información captada por este sentido es primordial para los felinos. El órgano vomeronasal, localizado en el paladar duro como aparato olfatorio auxiliar, detecta las feromonas, sustancias o mezclas de sustancias que transmiten información entre individuos de la misma especie y que son utilizadas por los gatos para comunicarse con sus congéneres y para potenciar el reconocimiento del territorio como propio, creando así una mayor sensación de seguridad y confort.
Debemos evitar sustancias que resulten agresivas para nuestro gato y olores demasiado potentes (productos de limpieza, detergentes, sustancias corrosivas). Puede ser recomendable la utilización de feromonas sintéticas felinas, cuya finalidad es la de potenciar la sensación de seguridad y comodidad, lo que contribuye a la reducción del estrés, y debemos evitar la limpieza exhaustiva de aquellos lugares en los que el gato ha depositado sus marcas faciales y corporales.
Si el gato percibe olores o feromonas que identifique como una amenaza pueden originarse los problemas anteriormente descritos, tales como los derivados de una eliminación inadecuada (como el marcaje con orina,) agresividad, alteraciones en la conducta de alimentación (anorexia, pica u otros problemas), enfermedades de las vías urinarias inferiores o incluso conductas compulsivas.
Respecto a los estímulos visuales, en aquellos gatos sin opción al acceso exterior es conveniente que el espacio del animal disponga al menos de una ventana y, si las condiciones lo permiten, tenga acceso a un patio que le permita el desarrollo de conductas basadas en la observación de presas o incluso la caza de las mismas.
El objetivo es presentar el alimento de manera que obligue al gato a investigar, manipular y trabajar para poder obtenerlo, lo cual no significa que no existan comederos y bebederos a su disposición.
En la naturaleza los felinos desarrollan la actividad de la caza con una tasa de éxito baja en cuanto a la obtención de su presa; es por ello que, en esas condiciones, existe un equilibrio en lo que a control de peso se refiere. En el caso del gato doméstico, el alimento se le proporciona sin esfuerzo alguno; requiere una forma de alimentación ad libitum controlada, de manera que tenga a su disposición pequeñas cantidades de alimento en distintos recipientes y a distintas alturas para favorecer su movilidad y tener, de esta manera, un control de peso como ocurre con su homólogo salvaje.
Podemos recurrir a métodos que favorezcan la localización y la captura del alimento mediante sistemas más o menos sofisticados para su obtención (en el mercado existen diversos sistemas, por ejemplo los basados en pelotas que dispensan el alimento cuando la pelota rueda).
En aquellos hogares en los que exista más de un gato, podemos proporcionar lugares de alimentación individual, para favorecer la privacidad y evitar el estrés asociado por la competencia del alimento.
Si existe acceso a un patio exterior o similar, se pueden incluir fuentes o recipientes para recoger agua de lluvia o dentro del propio hogar, podemos recurrir a la colocación de fuentes de agua, siempre y cuando estén alejadas de la zona de alimentación.
En todos los casos, el acceso al alimento siempre debe ser relativamente fácil, ya que de lo contrario podemos provocar frustración. Lo que se persigue, una vez más, es la reducción del estrés y las altera ciones derivadas del mismo, favoreciendo la conducta exploratoria y el juego.
Consiste en proporcionar elementos que los gatos puedan manipular con sus extremidades, boca, cabeza, etc., dando origen, de nuevo, al comportamiento de investigación y juego exploratorio. En este sentido, podemos proporcionar juguetes, opciones de interactuación con el propietario u otros animales en el caso que los hubiere, e incluso podemos incluir dispositivos que favorezcan la búsqueda activa del alimento.
Se puede recurrir a la utilización de juguetes tipo caña de pescar de cuyo extremo cuelgue un objeto con plumas o similar para que el felino lo atrape y manipule. De esta manera, conseguimos que el gato lo pueda atraer hacia sí, morder, arañar y clavar con sus uñas. A su vez, es posible emplear juguetes de distintos tamaños, texturas, durezas y de diversos colores con la finalidad de atraer la atención del animal.
La rotación de los juguetes es más aconsejable que una gran variedad de ellos, debido a la tendencia de los gatos a aburrirse ante situaciones previsibles. Si hay más de un gato deberemos tener suficientes juguetes para evitar el conflicto por la posesión de los mismos.
Es interesante saber que un signo de bienestar felino se basa en la existencia de la actividad lúdica, incluso cuando el gato ya no es tan joven; si bien es cierto que la intensidad de juego en los casos en los que el animal es adulto será menor que en etapas más tempranas.
Podemos recurrir a la comida como imitación de la conducta predatoria, escondiendo el alimento o lanzando pequeñas bolitas de pienso para que el gato las cace.
Si inhibimos alguna de estas conductas obtendremos animales frustrados con alteraciones a nivel orgánico e incluso animales con un alto índice de agresividad.
Consiste en la mejora del hábitat del animal estableciendo diferentes áreas destinadas al descanso, la eliminación, la alimentación, el recreo y el ejercicio, todo ello dentro de un entorno en el que el gato se sienta seguro, es decir, un lugar en el que no se sienta amenazado.
Podemos proporcionar al gato estructuras para poder huir o esconderse, tales como cajas de cartón de acceso fácil e incluso su propio transportín (con una habituación adecuada). Este tipo de estructuras le permiten resguardarse o simplemente puede utilizarlas para descansar, acicalarse, etc.
Los lugares con cierta elevación, las plataformas o estanterías -sobre todo si son verticales- le permiten trepar y realizar marcaje con sus uñas. Pueden utilizarse también árboles, cuerdas, estructuras de descanso apoyadas en calefacciones. Cualquier opción es válida siempre y cuando cumpla con las necesidades del felino.
En aquellos hogares en los que haya más de un gato, dispondremos tantos lugares seguros como gatos existan en la casa, de manera que puedan descansar o retirarse de manera individual.
Otro de los recursos clave en este grupo es la existencia de bandejas de eliminación o areneros. Deberán tener unas dimensiones acorde al tamaño del felino, con un sustrato adecuado (generalmente, tienen mayor preferencia por las arenas finas y no perfumadas) y la localización será escogida minuciosamente: alejada de lugares de paso, de comederos y bebederos o de aquellas ubicaciones que no proporcionen tranquilidad y/o privacidad. El número de bandejas siempre será de una por cada gato más una, es decir, si tenemos dos gatos sería interesante disponer de tres. La limpieza del sustrato será diaria y la renovación total del mismo, al menos, una vez por semana.
No podemos omitir la existencia de un rascador o de una zona de rascado para que el gato desarrolle parte de su conducta natural.
La separación de los recursos y la introducción de nuevos estímulos en el hábitat del gato reducen el riesgo de estrés y favorece las necesidades vitales del felino.
Consiste en proporcionar relaciones intraespecíficas (con otros congéneres) e interespecíficas (con humanos u otras especies animales).
La incorporación de un nuevo miembro felino en el hogar puede resultar muy beneficiosa si se lleva a cabo un protocolo correcto de reintroducción. Es posible que los dos felinos se conviertan en compañeros inseparables o en enemigos potenciales. Las conductas afiliativas como el descanso manteniendo el contacto físico, el allogrooming (aseo mutuo) o allorubbing (frotado mutuo), etc., son indicativas de compatibilidad. Al final, todo dependerá del grado de sociabilidad de cada uno, del entorno y del resultado en la presentación de los dos animales.
En lo que se refiere a las relaciones con los humanos, el gato doméstico es capaz de establecer una fuerte unión con una o varias personas, y el contacto regular y amistoso se manifiesta en comportamientos positivos con una reducción considerable del factor estrés. Los gatitos deberían comenzar a relacionarse con las personas durante el denominado periodo de socialización (desde las 2 hasta las 7-9 semanas de vida). El contacto físico con las personas durante este periodo, siempre y cuando sea amistoso y regular, origina animales más adaptables en la etapa adulta y con una menor predisposición al estrés.
No se deben forzar las interacciones con el gato, y los contactos deben ser cortos, con pequeñas y suaves caricias. A medida que el gato crece y envejece, las necesidades de interacción pueden variar en cuanto a intensidad y duración condicionadas por los cambios propios de la etapa de desarrollo en la que se encuentre (existencia de enfermedades, dolores, etc.).
Por último, el enriquecimiento social puede realizarse mediante la introducción de un compañero canino. Lo ideal sería favorecer el contacto temprano, tal y como ocurre con la socialización de los humanos. Un gato que crece con un perro no lo considerará en el futuro como un predador. Si llevamos a cabo la introducción de un perro en un territorio donde ya existe un gato, como en todos los casos, la presentación debe ser gradual, para evitar situaciones de inestabilidad que alteren el equilibrio de ambas especies.
En resumen, el enriquecimiento ambiental consiste en satisfacer las necesidades medioambientales del gato que conduzcan a su bienestar, tanto físico como psicológico, respetando la expresión de las conductas naturales propias de su especie.
Bibliografía disponible en www.argos.grupoasis.com/bibliografias/ambiental169.doc