Yolanda M. Medina B., Belén C. Verdugo y Manuel Sánchez Palacín
Servicios de Cirugía y Diagnóstico por Imagen de Sinergia Veterinaria
Imágenes cedidas por los autores
En este caso clínico queremos plantear una nueva manera de realizar una de las cirugías más rutinarias de nuestra práctica clínica.
Figura 1. Tula. |
Tula (figura 1) es una perrita mestiza, recogida en una protectora, de aproximadamente 5 años y muy activa.
Por su edad y actividad física sus propietarios deciden optar por la vía laparoscópica a la hora de castrarla.
Para ello realizamos un acceso por vía media, justo debajo de la cicatriz umbilical, en el cual colocamos el trocar de la óptica (figura 2). Tras insuflar CO2 hasta conseguir una presión de entre 7 y 9 bares entramos con la óptica a fin de visualizar la colocación de nuestro canal de trabajo (figura 3).
Figura 2. Colocación óptica. |
Figura 3. Canal de trabajo. |
En este caso preferimos colocarlo encima del cuello uterino pues ello facilitará nuestra labor de extracción del mismo (figura 4).
Una vez colocados nuestros dos trocares procedemos de la manera tradicional a la localización del ovario usando como referencia el riñón del mismo lado. Una vez visualizado (figura 5), traccionamos del mismo desde su polo más craneal para fijarlo mediante un punto transfixiante a la pared abdominal (figuras 6 y 7). A continuación, procedemos al sellado y corte del ligamento y arterias ováricas mediante un clamp de ligasure advance 37 cm (figura 8). Hacemos lo mismo con el otro ovario.
Finalmente en lugar de retirar solo las estructuras ováricas procedemos a la histerectomía completa. Dado que el ovario es la estructura de mayor tamaño, volvemos a colocar la pinza de tracción a nivel del polo craneal del mismo liberando entonces el punto transfixiante que nos lo mantenía en posición (figura 9). Realizamos la extracción del mismo de forma suave, retirando el trocar para poder disponer del espacio necesario para su exéresis (figuras 10 y 11).
Figura 9. Extracción del ovario. |
Figura 10. Extracción del trócar. |
Figura 11. Cuerno uterino. |
Una vez tenemos fuera el ovario podemos continuar con el cuerno uterino sellando la grasa del mesosalpinx hasta llegar al cuello (figura 12). Traccionamos entonces hasta exteriorizar el inicio del otro cuerno uterino (figura 13). Si se trata de una hembra con mucha grasa en el mesosalpinx optamos por sellar y cortar en este momento las arterias uterinas y el muñón para posteriormente continuar con el otro cuerno (figuras 14 y 15). En este caso como el grosor del mesosalpinx nos lo permite, liberamos el otro ovario y lo extraemos antes de proceder al sellado y corte de las arterias uterinas y muñón de forma tradicional.
Figura 12. Sellado del mesosalpinx. |
Figura 13. Cuello uterino. |
Figura 14. Extracción del cuello uterino. |
Finalmente procedemos a la extracción lo más completa posible del CO2 de la cavidad abdominal dado que esto es lo que puede producir mayor dolor posoperatorio al animal, motivo por el cual debemos ser especialmente cuidadosos (figura 16).
Cerramos posteriormente las dos incisiones de forma tradicional.
Al realizar una eliminación completa de las estructuras uterinas evitamos la posterior aparición de infecciones en estas, el incremento del tiempo quirúrgico es mínimo y no se aumenta por ello el dolor posoperatorio.
Con respecto a las posibles complicaciones derivadas de la lesión de los uréteres en este procedimiento, consideramos que son prácticamente nulas puesto que al realizar la manipulación de las estructuras uterinas ya en el exterior evitamos su cierre accidental por proximidad, siendo además la visualización mucho mejor gracias a la magnificación que nos permite la laparoscopia.
Clínica Veterinaria El Viso, Madrid.