Javier Cucurella Abril
Responsable servicio de odontología Acreditado AVEPA en odontología y cirugía maxilofacial - H. V. San Vicente, San Vicente del Raspeig, Alicante
Imágenes cedidas por el autor
Las maloclusiones producen alteraciones estéticas pero también desgastes anormales, autotraumatismos y dificultad al masticar, y además facilitan el desarrollo de la enfermedad periodontal por crearse cúmulos de restos de comida y placa en las zonas de contacto interdental (figura 1).
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Figura 1. Las maloclusiones dificultan la masticación y favorecen el desarrollo de la enfermedad periodontal (izquierda). Figura 2. Técnica ortodóntica de plano inclinado metálico. |
Antes de valorar la oclusión debemos realizar una exploración general del animal y de la boca completa, no solo del motivo de consulta, para determinar la causa y el tipo de maloclusión que padece. En algunos casos puede ser útil la utilización de pruebas de imagen como RX y TAC para tener información acerca del hueso alveolar, piezas incluidas, malformaciones, agenesia, etc. Realizaremos un recuento de las piezas dentales y de la posición de las mismas sobre su eje para descartar rotaciones, agenesias, apiñamientos, dientes supernumerarios, etc.
Aunque existen diferencias raciales, para valorar la oclusión normal debemos explorar tres puntos principalmente:
Tipo I: existen desviaciones de piezas dentales sobre su eje o correcta posición sin alteración en la relación entre el conjunto de dientes maxilares y mandibulares.
Tipo II y tipo III: cuando la alteración proviene de problemas de desarrollo en el crecimiento de hueso mandibular o maxilar tales como prognatismo o braquignatismo. Las primeras son óptimas candidatas para realizar ortodoncias, mientras que en las segundas debe descartarse si el origen puede ser genético.
Entre las contraindicaciones principales se encuentran los defectos hereditarios, la anquilosis del ligamento periodontal y la enfermedad periodontal, así como el carácter del paciente que no permita el ajuste de mecanismos y su higiene, y la falta de colaboración del propietario, que debe evitar que el perro muerda objetos que romperán los mecanismos de ortodoncia.
Conviene realizar una valoración del paciente y su propietario a la hora de escoger qué técnica utilizaremos. La mayoría de animales aceptan bien la realización de ortodoncias si los aparatos están bien diseñados. Durante el proceso habitualmente pueden realizar vida normal pero el propietario debe evitar que muerdan objetos duros o juguetes y mantener una estricta higiene oral para evitar la aparición de estomatitis.
Las principales complicaciones en ortodoncia son las estomatitis por falta de higiene mientras dure el proceso, movimiento de dientes no deseados, recidiva de la mala oclusión y la rotura o caída de los aparatos de ortodoncia.
La presión que realizaremos sobre el alvéolo a través del ligamento periodontal produce que los osteoclastos eliminen hueso alveolar permitiendo la nueva posición y, a la vez, el estiramiento que se produce en el lado contrario activa los osteoblastos a formar hueso nuevo y fijar el diente en la posición correcta.
La ortodoncia puede realizarse a cualquier edad a partir de los seis meses pero tiene más sentido en animales jóvenes: se acorta el tiempo de tratamiento y evitan complicaciones, siendo ideal entre los siete y los 18 meses de edad.
La fuerza que se aplica sobre el diente debe ser controlada para evitar dolor y rotura de los capilares del ligamento periodontal, lo que produciría la hialinización del mismo y destrucción por los osteoclastos y que el diente quedara suelto.
Existen unos principios básicos a tener en cuenta al realizar una ortodoncia, tales como que exista espacio interdental y oclusal suficiente para mover el diente (si no existe lo crearemos previamente mediante extracciones, ortodoncias previas, etc.). Debemos poder utilizar mecanismos que realicen la fuerza necesaria para mover el diente y poder mantenerlos el tiempo necesario para terminarlo (la cementación y el diseño del aparato son cruciales en este aspecto). La fuerza que realizamos sobre el diente que vaya a moverse es igual a la oposición que presenta este para ser movido, por lo que debemos escoger bien el anclaje desde donde realizaremos el movimiento y este debe ser más fuerte que la oposición del diente a mover, para evitar desplazamientos indeseados. Debe respetarse un periodo de retención no inferior a un mes en el cual el diente será fijado en su nueva posición para evitar las recidivas.
La bibliografía veterinaria sitúa el fallo de la unión entre el esmalte y el adhesivo, a diferencia de la humana que lo sitúa entre el cemento y el metal.
Es conveniente, pues, una buena preparación de la superficie del esmalte antes del cementado, y para que no se produzcan fallos a este nivel es necesario que el esmalte tenga una tensión superficial alta y el ácido y la resina adhesiva una humectabilidad también alta. En circunstancias normales el esmalte tiene una tensión superficial baja que preserva su integridad estructural y además impide la adherencia bacteriana. Conviene evitar la contaminación con saliva, sangre y con el aceite y agua de las conducciones de aire comprimido de los equipos, así como el uso de las pastas de profilaxis que producirían disminución de la tensión superficial por el contenido de restos orgánicos. Se aconseja en cambio la limpieza previa con bicarbonato.
Recientes trabajos realizados con microscopía electrónica revelan que el grabado del esmalte con ácido ortofosfórico previo a la cementación es eficaz solo en un 50 % de la superficie tratada, y sugieren que podemos aumentar esta eficacia hasta casi el 100 % realizando un lavado previo con hipoclorito sódico al 5,25 % durante 60 segundos para eliminar la matriz proteica inmersa en los cristales del esmalte exponiendo su matriz inorgánica. En los perros se puede alargar el grabado ácido a los dos minutos en lugar de los 20 segundos tradicionalmente sugeridos en humana.
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Figura 3. Técnica ortodóntica de resina (izquierda). Figura 4. Las placas partidas con tornillo de expansión van cementadas con coronas metálicas sobre los caninos mandibulares. |
La mesialización o lingualización de los caninos mandibulares es una mala oclusión tipo I que suele producir autotraumatismo por parte de estos en el paladar y la encía, e incluso hay descritas fístulas oronasales.
La causa más frecuente de esta mala oclusión es la retención de los caninos decíduos; también puede serlo el arco mandibular estrecho y patrones de erupción irregulares.
Cabe destacar que deberemos actuar de forma bilateral, aunque la mala oclusión no lo fuera, para evitar tensiones en la articulación témporo-mandibular, colocando si es necesario algún mecanismo de soporte neutro en el lado donde no exista mala oclusión.
Las técnicas ortodónticas más utilizadas son los planos inclinados, metálicos (figura 2) o de resina (figura 3) y las placas partidas con tornillo de expansión. Los primeros, cementados en el canino superior y los incisivos o entre caninos superiores, actúan de forma pasiva al morder el animal produciendo la desviación labial de los caninos maxilares. Son baratos, fáciles de aplicar y en animales jóvenes constituyen una buena opción, ya que la corrección es rápida.
Las placas partidas con tornillo de expansión están más indicadas cuando la mala oclusión es bilateral y más acusada, ya que permiten el cierre de la boca al paciente durante la ortodoncia, lo cual evita molestias e intentos de quitarse el aparato por parte de algunos pacientes. Van cementadas con coronas metálicas sobre los caninos mandibulares y conviene que incorporen un mecanismo que permita el cambio constante del ángulo que se experimenta entre la placa y los caninos (figura 4). Esto evitará tensión y dolor en la articulación témporo-mandibular y problemas en la sínfisis mandibular, que al ser una sinartrosis puede llegar a fracturarse si no se incorporan.
Para la fabricación de la placa partida realizaremos una impresión en silicona y un vaciado de escayola para que el protésico realice las coronas adaptadas a cada animal.
La desviación lingual de caninos mandibulares puede asociarse a la desviación rostral de caninos maxilares cerrando esta la diastema necesaria para la lingualización de aquellos. Si esto ocurre deberemos crear primero dicha diastema. Para ello realizaremos tracción sobre los caninos con cadenetas de ortodoncia en dirección distopalatina utilizando como anclaje el cuarto premolar y el primer molar superiores. Se requiere la cementación de botones de ortodoncia en los dientes antes mencionados, siendo este mecanismo delicado, y la principal complicación es el arrancamiento de los mismos por parte del paciente. Se puede mejorar la adhesión de los botones de ortodoncia aumentando la superficie de los mismos si se utilizan carillas metálicas (figura 5).
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Figura 5. Las carillas metálicas pueden mejorar la adhesión de los botones de ortodoncia (izquierda). Figura 6. La ortodoncia permite colocar los dientes en posición correcta y recuperar su funcionalidad.. |
La ortodoncia permite colocar los dientes en su posición correcta, recuperando la funcionalidad sin perjudicar la estética y constituye una alternativa terapéutica a tener en cuenta ante la extracción o el acortamiento de las coronas (figura 6).