Jaime Villar Estalote [1], Nuria Otero Queijas [2]
1. DVM. Traumavet apoyo diagnóstico. Certus Especialidades Veterinarias.
2. DVM, Dipl. Quiropráctica Animal, Dipl. Fisioterapia Veterinaria, Dipl. Acupuntura, WVAG GPCert in Western Veterinary Acupuncture and ChronicPain Management. Integralvet.
Imágenes cedidas por los autores
Para conocer las alteraciones más comunes en la consolidación ósea, debemos tener claro cómo es el proceso de consolidación normal desde el momento primero, es decir, cuando se produce la fractura.
Este proceso se puede dividir en tres fases: inflamatoria, de reparación y de remodelación. Sin la intervención humana, solo con la falta de apoyo del miembro afectado, en un animal se darán estos procesos que detallamos a continuación:
Todos estos procesos detallados se denominan consolidación ósea secundaria.
Cuando intervenimos una fractura y colocamos un implante que genera inmovilidad en la línea de fractura y un enfrentamiento de los fragmentos, buscamos una consolidación ósea primaria que se va a llevar a cabo por una proliferación osteonal con la formación, directamente, de hueso laminar. Este proceso se produce a través de los osteoblastos y osteoclastos que surgen de ambos lados de la fractura.
Pero la realidad de la consolidación suele ser otra. En la mayoría de los procesos de osteosíntesis se produce una combinación de consolidación ósea primaria y secundaria, dependiendo del grado de posicionamiento, estabilidad, vascularización y sobreprotección.
En las razas toy el flujo sanguíneo en las extremidades es muy reducido en comparación con las razas de mayor tamaño. Por eso resulta más fácil dañarlo al resolver la fractura, lo que generaría una vascularización deficitaria y facilitaría la necrosis ósea:
La estabilidad de la fractura depende directamente del sistema de fijación.
Uno de los mecanismos que explican la necesidad de estabilidad es la teoría de la compresión interfragmentaria o interfracmentary strain (figura 1).
Figura 1. Compresión interfragmentaria (Peren 1979 Physiolgical and biological aspects of fracture healimg with special reference to internal fixation. 138:175-196). Nota: Esta teoría se ha completado con estudios posteriores que identifican el mecanismo de formación de tejido óseo más detalladamente. No obstante, sigue vigente. |
La sobreprotección o stress protection ocurre cuando el sistema de fijación, por tener un comportamiento demasiado rígido, absorbe la totalidad de la carga. De esta forma, el hueso deja de soportar carga y así se propicia la pérdida de densidad, denominada osteoporosis.
En las razas toy, el margen que existe entre la falta de estabilidad (falta de rigidez) y la sobreprotección (exceso de rigidez) es estrecho, y es difícil encontrar un equilibrio entre ambas situaciones.
Existen evidencias de que un alto porcentaje de las fracturas en razas toy son fracturas radiocubitales distales y oblicuas, así que centraremos el estudio comparativo de la resolución de este tipo de fracturas en un caso clínico real.
El tratamiento de fracturas del tercio distal con métodos de coaptación externa en estas razas, según algunos autores, tiene una probabilidad altísima de fracaso: hasta un 80 % de no uniones o uniones retardadas.
Estudios realizados con distintos tipos de fijadores
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Fijador externo
Fijación interna con placa no bloqueada
Fijación interna con placa bloqueada
Fijación interna con placa bloqueada a medida
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Figura 2. Al paciente se le colocó una férula hasta el momento de la cirugía. |
Se presenta en consulta de urgencia Andrés, un perro de raza Caniche Toy, macho esterilizado de 3 años y 2,7 kg, tras sufrir una caída desde una mesa.
Se observa desviación e inestabilidad radiocubital izquierda, y se le realizan dos vistas radiográficas de la extremidad. El diagnóstico es de fractura radiocubital oblicua distal, para la cual se propone cirugía tras protocolo prequirúrgico habitual. Hasta el momento de la cirugía se le coloca una férula (figura 2).
Para este caso, propusimos una fijación externa como tratamiento ante una fractura distal oblicua de cúbito-radio (ver cuadro anterior).
Tras mes y medio de evolución, se observa un retraso importante en la osificación que clasificaremos como hueso osteoporótico con no unión no viable atrófica en zona de foco de fractura, y lesiones necróticas en zona de implantación de fijador externo y entre fijadores (ver tabla a continuación).
Debido a la complejidad del caso y teniendo en cuenta que la osteoporosis nos limitará el número de tornillos que podemos colocar para estabilizar los tres fragmentos, procedemos a realizar un estudio para resolver la fractura con una fijación interna, con uso de placa bloqueada a medida e injerto autólogo de esponjosa, además de administración de PRP en lesiones de no unión.
Tras el diagnóstico de no unión no viable se decide retirar la fijación externa y se procede a administrar antibiótico, clindamicina 10 mg/kg BID, durante 15 días, acompañado de una coaptación externa con férula.
Una vez pasados estos días se procede a la colocación de una placa bloqueada fabricada a medida en T con 7 tornillos 2.0, tres en proximal en la cabeza del radio, dos en el fragmento intermedio y dos en la porción distal.
Se decide realizar una técnica de abordaje mínimamente invasiva (MIPO) para minimizar el daño de tejidos blandos y vascularización, introduciendo la placa desde proximal y utilizando una aguja como sonda para localizar las zonas dañadas e infiltrar en ellas PRP (plasma rico en plaquetas), preparado en el mismo tiempo de la cirugía, e injerto de hueso esponjoso autólogo de la cabeza humeral contralateral, tras un cuidadoso legrado de la zona afectada tanto en proximal como en distal.
Al finalizar la intervención se vuelve a colocar una coaptación externa, con férula durante dos semanas y sin férula durante dos semanas más, además de la antibioterapia, el antiinflamatorio y el analgésico pertinentes. Inmediatamente se comienza la rehabilitación posoperatoria (figuras 3 y 4).
Figura 3. Evolución del paciente. |
Figura 4. Aspecto del paciente en el momento del alta. |
La laserterapia es una forma de radiación electromagnética que ha encontrado una variedad de aplicaciones en la medicina veterinaria, desde quirúrgicas a terapéuticas, pasando por las diagnósticas. La terapia con láser de baja intensidad o bioestimulación puede ser definida como el uso de dicha energía utilizando equipos, por lo general, entre 5 y 500 Mw de potencia para los láseres clase IIIB, y más de 500 mW para clase IV, para diferentes tratamientos basados en reacciones tisulares atérmicas. Según la condición o tejido que se trate se variarán la dosis, frecuencia, pulso y longitud de onda seleccionadas.
La acción básica que subyace a la terapia con láser es la absorción de la luz en el tejido irradiado por parte de biomoléculas específicas llamadas cromóforos, en el interior de las mitocondrias, que transforman dicha energía lumínica en bioquímica. Las reacciones secundarias resultarán en la modulación de ciertas funciones celulares y la estimulación de los mecanismos de reparación tisular.
Los efectos específicos de la terapia con láser de baja potencia son variados, incluyendo entre otros: aumento del flujo sanguíneo, circulación y estimulación de la angiogénesis, inhibición de la inflamación, analgesia según parámetros adecuados y regeneración tisular. En este último caso, es clave la modulación de la liberación de factores de crecimiento, citocinas y reacciones de replicación celular, estimulando de este modo la reparación de los tejidos.
Como resultado de su acción sobre cartílago y hueso y reparadora podemos destacar lo siguiente:
Para la rehabilitación de este caso optamos, tras la reducción, injerto de esponjosa y utilización de plasma rico en factores de crecimiento (PRP), por la terapia con láser de baja potencia ajustando la dosis, longitud de onda y frecuencia (Nogier) según el tipo de lesión y el tejido diana, en este caso el hueso. Se utilizó un equipo de diodo de clase IIIB dos veces por semana, en combinación con un plan de fisioterapia incluyendo técnicas de movilización pasiva para conservar rango de movilidad articular en hombro y codo y evitar atrofia muscular, trabajo sobre el tejido cicatricial, extremidad contralateral y columna vertebral cervicotorácica. Se implementó ejercicio activo cuando el estado del paciente lo permitió para promover la carga y un estrés dinámico de la zona de fractura.
Al finalizar el proceso descrito, el paciente había recuperado la función de la extremidad afectada y hacía vida normal sin complicaciones.
Tras el análisis pormenorizado de la fisiología, fisiopatología, técnicas y tipos de implantes para la resolución de una fractura de un hueso largo, en concreto del cúbito y el radio, en perros de raza toy, es necesario comentar que antes de la intervención debemos tener claras las complicaciones de cada procedimiento elegido y evaluar individualmente cada caso, y que el seguimiento radiográfico es, más que nunca, importante para catalogar qué está ocurriendo en el foco de fractura para adelantarnos a futuros problemas. Las placas de bloqueo en estos casos pueden ser una buena primera opción, así como una muy buena elección para la resolución de la falta de unión. Asimismo, el uso de factores como el PRP, laserterapia, y una rápida rehabilitación, aceleran la resolución de la fractura y permiten una pronta recuperación funcional.
Por último, es importante hacer hincapié en que un perro de raza toy es más que un “perro pequeño”.
Agradecimientos
Olalla de Hoyos Centeno. CV Vets en Casa. Oleiros, A Coruсa.
Juan Carlos Seco Filgueira. CV Melide. Melide, A Coruсa.
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