Yolanda M. Medina y Manuel Sánchez Palacín
Servicio de Cirugía de Sinergia Veterinaria
Imágenes cedidas por los autores
Casi todos los casos de patologías infecciosas podemos y debemos tratarlos de forma medicamentosa, sin embargo hay algunas ocasiones en las que la mala difusión de los antibióticos en ciertos órganos, así como el hecho de que se vea comprometida la vida de nuestro paciente, nos obligan a realizar un procedimiento quirúrgico que ayude a eliminar dicha infección.
Neska es una perrita mestiza de 11 años, que viene a consulta porque sus dueños la notan más apática y algo hinchada.
En la exploración clínica se observa respiración abdominal con sibilancias a la auscultación y sonido mate a la percusión del lóbulo caudal derecho pulmonar, temperatura de 39,5 grados, relleno capilar normal y mucosas algo congestivas. Así mismo se aprecia acumulación de líquido en la cavidad abdominal.
Se realizaron análisis sanguíneo y radiografías torácicas. En los análisis se evidenció la presencia de leucocitosis con neutrofilia y linfopenia y en las placas se pudo visualizar una masa de consistencia maciza en el lóbulo pulmonar caudal izquierdo (figuras 1 y 2). Por todo ello se optó por la realización de un TAC cuyo resultado fue: “Hallazgos de TC muestran la presencia de masa en área caudal compatible con posible carcinoma sin descartar otros posibles orígenes debido a las densidades radiológicas como un posible piogranuloma periesofágico, con compresión severa de VCC que produce congestión abdominal y ascitis”.
Aunque no se apreció la presencia de ningún cuerpo extraño que explicara la existencia de un piogranuloma, ni las citologías ecoguiadas que se realizaron fueron concluyentes de que se tratara de un carcinoma, intentar un tratamiento conservador no nos pareció viable en este caso dado el compromiso vascular existente. Está claro que intentar un tratamiento antibiótico para eliminar este proceso infeccioso resultaría poco eficaz y demasiado largo dado el estado de nuestra paciente, y en caso de que se tratara de un proceso tumoral el tiempo no jugaría a nuestro favor, por lo que se optó por un tratamiento quirúrgico para eliminar la zona afectada.
Realizamos un acceso en el quinto espacio intercostal (figura 3), una vez dentro nos encontramos con que el lóbulo caudal se encontraba muy adherido a la pleura por lo que tuvimos que realizar una cuidadosa disección (figura 4), ya que no queríamos que se produjera una ruptura y liberación de sustancias sépticas. Una vez separado de la pleura (figura 5), movilizamos con cuidado el lóbulo hacia cráneo-dorsal para visualizar los grandes vasos y el bronquio (figura 6). Comenzamos por disecar cuidadosamente y ligar la arteria; en este caso utilizamos el sistema de sellado vascular Ligasure realizando dos sellados en la zona de resección que va a permanecer y uno en la parte del vaso que nos llevaremos (figura 7). Hacemos lo mismo con la vena y finalmente clampamos el bronquio, el cual cerramos con una sutura de patrón continuo horizontal añadiendo una sutura continua del borde tras la sección del lóbulo pulmonar (figura 8).
Posteriormente permitimos la reperfusión de los lóbulos pulmonares que debido a la manipulación de la zona se encontraban algo colapsados (figura 9) y comprobamos que no existan lesiones del parénquima y que el cierre del bronquio es correcto, para lo cual usamos suero templado que colocamos en la cavidad torácica de manera que al realizar ventilaciones algo más forzadas veríamos burbujas en caso de que hubiera fugas (figura 10).
Comenzamos el cierre de la pared costal con la colocación de puntos en cruz evitando dañar las estructuras vasculares costales que se encuentran en la zona caudal de la costilla. Para evitar lesionar el pulmón entramos con la zona roma de la aguja al tórax y salimos con la zona aguda (figura 11). Tras precolocar todas las suturas comenzamos a cerrarlas teniendo la precaución de avisar al anestesista antes de cerrar la última para que pueda realizar una ventilación algo más forzada y mantenida de manera que se elimine la mayor parte del aire externo de la cavidad torácica.
Colocamos en este momento un tubo de drenaje para vaciar los restos de neumotórax (figura 12) y lo mantenemos para poder controlar cualquier posible complicación que pueda surgir.
Terminamos el cierre de los planos musculares y subcutáneo de la pared, así como la piel de la forma habitual.
Una vez acabada la cirugía realizamos radiografías para comprobar que hemos vaciado de aire correctamente la cavidad torácica (figuras 13 y 14).
En el tratamiento posquirúrgico es fundamental en estos casos un manejo del dolor exquisito, puesto que de no hacerlo se verá muy comprometida tanto la respiración como la vida del animal. Siempre debemos procurar que nuestro paciente no sufra, pero en este tipo de cirugías supone la clave del éxito. Se administraron así mismo antibióticos de amplio espectro y antiinflamatorios.
En el caso de Neska pudimos retirar el drenaje al cabo de dos días y la paciente se encontraba totalmente recuperada una semana después.
El resultado de la anatomía patológica en este caso fue de piogranuloma aunque no se encontró ningún cuerpo extraño que lo hubiera provocado. Muchas veces en los procesos infecciosos que afectan a nuestros pacientes resulta complicado determinar cuál es el origen.
Clínica Veterinaria Pinol Guadarrama.