El concepto del “minuto veterinario” es algo que todo el mundo conoce y también sabe calcular, pero no tengo claro que se utilice siempre de forma correcta…
Existen dos métodos para calcular el minuto veterinario:
Una vez que tenemos hecho el cálculo, hay que tener claro que lo único que se puede medir de nuestro trabajo es el tiempo. Y cuando nos pongamos a calcular los precios de nuestros servicios tenemos que aplicar siempre la misma fórmula:
Gastos fijos + gastos variables + beneficio = precio/tarifa
(No te olvides: a esto se añade el IVA)
El minuto veterinario se usa para repercutir los gastos o costes fijos en los servicios que prestamos a nuestros clientes, por lo que depende mucho de la productividad. Es fácil calcular, por ejemplo, el tiempo que nos cuesta hacer una cirugía. Y a partir de ahí hemos de tener en cuenta una cosa: nuestra ineficiencia, es decir, que por falta de pericia o de organización las labores que hacemos nos cuesten más tiempo del que deberían, nos hace ser menos competitivos; estaremos vendiendo nuestro servicio por debajo del coste si nos alargamos demasiado prestándolo.
¿Qué pasa con el caso concreto de las consultas? La tendencia actual es hablar de dedicar más tiempo al cliente, para fidelizarlo. Pero ajustar la duración de las consultas es muy importante para conseguir que nuestro tiempo sea rentable: no se trata de bajar por debajo de, digamos, 15 minutos, que es el modelo que utilizan las clínicas low cost para tener otro punto que les permita bajar precios, porque esto afecta a la atención al cliente; pero ¿tendremos bastante con 20 minutos de consulta frente a un ideal de 30? ¿Cómo afectará esto a nuestra rentabilidad? ¿Se puede pasar consulta en 15 minutos con una buena organización y personal auxiliar bien capacitado?