Josep Arús Martí
Veterinario. Diplomado por el European College for Animal Reproduction (Small Animal subspeciality).
Miembro del GERPAC (Grupo de Estudio de la Reproducción y Pediatría en Animales de Compañía) y de la EVSSAR (European Veterinary Society for Small Animal Reproduction).
Arvivet Veterinaris SLP. Terrassa
josep@arvivet.com
Imágenes cedidas por el autor
Como en otras especies, en la perra el cuerpo lúteo se origina de los folículos ováricos después de la ruptura de las paredes foliculares y de la liberación de los ovocitos y del líquido folicular que los acompaña.
La etiología del hipoluteidismo consiste en el agotamiento del cuerpo lúteo para secretar progesterona más allá del primer tercio de gestación, lo que causa reabsorción embrionaria o aborto en función de cuándo suceda. El cuerpo lúteo es una glándula endocrina transitoria localizada en el ovario de las perras una vez se ha producido la ovocitación, y es la única fuente de progesterona en el caso de la perra. Al no generarse la progesterona es imposible mantener la gestación, ya que esta hormona es la responsable del desarrollo endometrial, de las secreciones uterinas, del establecimiento y mantenimiento de las uniones placentarias al endometrio, de la inhibición de la motilidad uterina, de la eliminación de la respuesta leucocítica en el útero y del desarrollo de las glándulas mamarias.
Deberemos pensar (desde el punto de vista clínico) en hipoluteidismo en aquellas perras con historiales repetitivos de aborto/reabsorción, interestros (espacio temporal entre dos celos) inferiores a los 4,5 meses o casos de infertilidad. Se ha descrito una mayor incidencia en ciertas razas, especialmente en el Pastor Alemán, y algunos autores sospechan de una cierta heredabilidad de esta patología, por lo que dedicar a la reproducción perras que la padezcan debería ser seriamente considerado en un criadero profesional. La edad de la perra y el número de gestaciones hacen aumentar la posibilidad del hipoluteidismo.
El problema es que cualquier aborto, ya sea por causa infecciosa (placentitis, infección intrauterina) o fetal (anormalidades, muerte fetal) libera prostaglandinas uterinas que causan luteolisis y una disminución de la progesteronemia y, por tanto, un diagnóstico erróneo de hipoluteidismo. Por ello, antes de iniciar cualquier tratamiento deberemos asegurarnos de la viabilidad fetal. El diagnóstico ideal de hipoluteidismo es el de una perra gestante con cachorros vivos y una progesteronemia baja (más adelante hablaremos de valores de progesteronemia).
El diagnóstico de hipoluteidismo será siempre por exclusión del resto de las posibles etiologías de aborto contagiosas o no, ya que el mantenimiento de una gestación anormal con progestágenos exógenos puede conllevar problemas graves para la perra (piometra, distocia o septicemia, por ejemplo).
Existen algunos problemas en su diagnóstico:
Figura 1. Máquina de determinación cuantitativa de la progesteronemia. |
Respecto al tratamiento, también hay discusiones y varias líneas, pero en resumen las posibilidades son las siguientes:
Uno de los problemas del tratamiento es que la suplementación con progesterona o progestágenos puede producir la masculinización de las hembras intraútero si se administra durante la organogénesis (que es completa alrededor del día 25 posovocitación en la perra) y criptorquidismo en los cachorros machos.
Otro de los aspectos importantes del tratamiento es el momento de su retirada para permitir el parto natural o la realización de una cesárea programada. Los progestágenos tipo depot (medroxyprogesterona acetato o proligestona) tienen un metabolismo mucho más largo que la progesterona natural o el acetato de megestrol. Por tanto, la predicción de la fecha de parto, ya sea a partir de la ovocitación o bien mediante mediciones ecográficas, es muy importante para determinar cuándo retirar la suplementación. En general se recomienda parar la suplementación con progesterona de 3 a 5 días antes de la fecha de parto en productos depot inyectables y de 24 a 48 horas en progesterona oral (considerando la fecha de parto a los 63 días a partir de la ovocitación).
En algunos casos se observa que la lactancia tarda en producirse (agalactia transitoria), debido probablemente a que no se produce una caída brusca de la progesterona y el consiguiente aumento de la prolactinemia como sí sucede en un parto natural.
Como control, deben realizarse mediciones semanales de la progesteronemia para que se mantenga por encima de 8 a 10 ng/ml, que son los niveles mínimos para llevar a término una gestación. Es ideal realizar estos controles siempre a la misma hora para evitar alteraciones circadianas en el metabolismo de la progesteronemia.
Se presenta a consulta Sigrid, una Crestada China dedicada a la cría, de 2 años y medio de edad.
En una gestación anterior (2014) la perra sufrió el aborto espontáneo de un cachorro y el mismo día, en otro centro veterinario, se sometió a cesárea de los seis cachorros restantes. Todos murieron. El aborto y la cesárea se produjo unos 10 días antes de la fecha de parto estimada.
En mayo del 2015 se consiguió una gestación de cuatro cachorros mediante la suplementación de acetato de medroxyprogesterona en nuestro centro, una vez diagnosticado un hipoluteidismo. No había dentro del criadero antecedentes familiares con el mismo problema.
En agosto de 2016 el criador quiso volver a criar con el mismo animal.
El animal presentaba un buen estado general y la exploración fue normal, a excepción de una vulva infantil. Se realizaron pruebas analíticas: en primer lugar una analítica general y en segundo lugar un perfil de infertilidad (Ac Herpes, Ac Brucella). Ambos perfiles dieron resultados dentro de la normalidad.
Se realizaron montas naturales, en esta ocasión los días 29 y 31 de julio, y 2 de agosto.
El 23 de agosto se realizó una ecografía de gestación que confirmó la presencia de cuatro vesículas embrionarias y mediante el ICC (índice de la cavidad coriónica), una fecha de parto alrededor del 25 de septiembre. Se realizaron varias progesteronemias que se resumen en la tabla 1.
Se empezó a suplementar, como en la anterior gestación, con acetato de medroxyprogesterona (0,1 mg/kg el 25 de agosto, cuando la progesterona se situó por debajo de los 10 ng/ml). El 8 de septiembre se realizó una ecografía que reveló el aborto (figura 2A) de todos los cachorros, con signos de falta de vitalidad embrionaria. El 15 de septiembre se confirmó ecográficamente la pérdida de la camada (figura 2B), se suministró a la perra enrofloxacina a 5 mg/kg durante 15 días para evitar posibles complicaciones.
En enero del 2017 el criador quiso volver a intentar el cruce para obtener una camada. En la tabla 2 se muestran las progesteronemias de entonces. Se realizaron montas los días 28 y 30 de enero. La primera ecografía que confirmó una gestación con seis cachorros se realizó el 17 de febrero (figura 3). Con la medición del índice la cavidad coriónica se planeó una fecha de parto para el 29 de marzo. El 24 de febrero la progesteronemia bajó por debajo de 10 ng/ml y se empezó el tratamiento con progesterona inyectable subcutánea en dosis de 1 mg/kg, consiguiéndose a posteriori progesteronemias siempre superiores a 10 ng/ml.
El 20 de marzo se realizó una segunda ecografía (figura 4), que confirmó la gestación positiva con cinco cachorros y, mediante la medición del diámetro biparietal, se estableció como fecha de parto el 30 de marzo.
Finalmente, se realizó una radiografía de gestación el 27 de marzo que confirmó la presencia de cinco cachorros (figuras 5A y 5B). Ese fue el último día que se suplementó la progesterona inyectable al animal, esperando que se pusiera de parto en 3 o 4 días.
El 31 de marzo se sometió al animal a una cesárea de urgencia por una distocia obstructiva, se observó la presencia de un cachorro muerto en el canal del parto y nacieron otros cuatro cachorros (figura 6).
Figura 6. Cuatro cachorros, a los dos meses de la cesárea. |
La insuficiencia luteal o hipoluteidismo es una enfermedad infradiagnosticada de fácil tratamiento pero de difícil diagnóstico. Debe evaluarse el valor reproductivo del animal, así como los efectos secundarios del tratamiento y la posibilidad de que sea una enfermedad heredable. Hay que descartar cualquiera de las causas, infecciosas o no, que también pueden provocar reabsorciones embrionarias o abortos antes de iniciar un tratamiento.
En este caso clínico se consiguió llevar una gestación a término en dos ocasiones: la primera mediante suplementación vía oral con acetato de medroxyprogesterona y la segunda, con la aplicación vía subcutánea de progesterona natural. El valor recomendado del autor a partir del cual suplementar con progesterona es de 10 ng/ml, y en su experiencia, mediante progesterona natural inyectable.
Un aspecto importante que se debe considerar es la posible heredabilidad de esta patología y su establecimiento en determinadas líneas de cría.
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