Una de las principales preocupaciones de los centros veterinarios son las deudas o los impagos. La solución es sencilla: no hay que dar servicios que no se puedan cobrar. Lo que ocurre muchas veces es que el veterinario antepone al paciente a su propio negocio, situación que se agudiza más en el caso de los veterinarios empleados.
Para tratar de reducir los impagos al máximo aconsejamos lo siguiente:
Para que los clientes puedan seguir viniendo la clínica tiene que estar abierta y eso sólo se consigue cuando los ingresos superan a los gastos.