Tal y como expone Andrew Rosenberg, DVM y Diplomado por el Colegio Americano de Dermatología (DACVD), la dermatitis atópica canina es una enfermedad cutánea alérgica inflamatoria y pruriginosa genéticamente predispuesta causada por alérgenos ambientales con unos signos clínicos característicos. Es la segunda enfermedad cutánea alérgica más común en los perros, después de la dermatitis alérgica por pulgas1.
En la edición 2021 del New York Vet show, Rosenberg describió los conceptos básicos de la dermatitis atópica canina y compartió información sobre cómo manejar a un paciente con esta afección.
Los signos clínicos primarios de la dermatitis atópica incluyen tanto eritema como prurito y los signos secundarios incluyen excoriaciones e infecciones. Es igualmente importante tener en cuenta que no existen signos patognomónicos y se deben descartar otras enfermedades de la piel antes de realizar el diagnóstico. “No es solo una enfermedad de la piel que produce prurito, también es una enfermedad de la piel inflamada”, recordó Rosenberg.
La edad típica de aparición de la dermatitis atópica es entre los 6 meses y los 3 años de edad, y existe un mayor riesgo en ciertas razas como el Golden y Ladrador Retriever, Pitbull, Carlino, Boxer y Pastor Alemán2. Rosenberg reveló que las áreas de piel más comúnmente afectadas son el pabellón auricular, axilas, patas delanteras, patas traseras, labios y zona perianal.
A continuación detalló el mecanismo de prurito e inflamación que rodea a la dermatitis atópica canina. “Los pacientes atópicos tienen una barrera cutánea defectuosa. Una vez que esto ocurre, los alérgenos pueden absorberse a través de la piel defectuosa e interactúan con las células inmunitarias. Esas células inmunitarias liberan una variedad de sustancias químicas que provocan picor y dan la sensación de prurito. Esta reacción alérgica libera muchas otras sustancias químicas, muchas de las cuales son muy, muy inflamatorias", añadió.
Esto causa más inflamación en la piel y degrada aún más la función de barrera, por lo que se obtiene una penetración aún mayor de alérgenos que dan lugar a infecciones secundarias y bacterias.
Rosenberg enfatizó que se debe comenzar con la realización de una citología ante un paciente atópico o un cultivo si es necesario. "Debería ser lo primero cuando se presenta un perro atópico", anotó. "No tengáis miedo de realizar un cultivo de la piel, nunca está mal hacerlo", añadió.
También es clave determinar qué alergia ambiental está afectando al paciente para que el cliente pueda limitar la exposición del perro a este alérgeno si es posible. "Sería genial si pudiéramos llegar a la causa raíz", dijo Rosenberg a los asistentes. Entre los alérgenos comunes que hacen que un perro desarrolle atopia se encuentran varios pólenes, hierbas, caspa, proteínas de insectos y polvo doméstico3.
Una vez que se establece el diagnóstico y se determina si se trata de una infección bacteriana o por hongos, el tratamiento de la infección secundaria es vital, ya que esto puede reducir significativamente el prurito. Rosenberg remarcó que es fundamental asegurarse de utilizar el método de tratamiento adecuado según las necesidades específicas del paciente.
“En cuanto al tratamiento de las infecciones secundarias… trato de alejarme tanto como puedo de los antibióticos sistémicos debido al problema de las resistencias, por lo que si se trata de una infección focal, recomiendo usar terapias tópicas. Ante una infección generalizada todavía utilizo antibióticos”, señaló Rosenberg.
“Siempre recomiendo administrar el antibiótico durante al menos tres semanas, muchas veces cuatro semanas. La regla general es mantener al paciente con el antibiótico durante una semana después de la curación clínica para tratar hasta que todo parezca normal y luego añadir una semana" apuntó. En cuanto al seguimiento, "siempre recomiendo volver a controlar a estos pacientes antes de suspender el antibiótico".
Referencias
Approaching canine atopic dermatitis. DVM360.