Mantener lagartos como mascotas implica el desarrollo de entornos artificiales, terrarios o acuaterrarios que ofrezcan condiciones lo más parecidas posible a las del medio natural, así como el desarrollo de sistemas de alimentación adecuados.
En la categoría de lagartos como mascotas se incluyen: camaleones, agámidos, iguanas, eslizones, anoles, lagartijas o gecos. Existen categorías de lagartos extremadamente diferentes en cuanto a requisitos ambientales y de alimentación y con una ecobiología especial, a veces característica de una sola especie o de varias especies dentro de un mismo género.
Las deficiencias de mantenimiento se traducen con mayor frecuencia en trastornos metabólicos, frecuentemente asociados a infecciones o parásitos que no se diagnostican en individuos de la misma especie que viven en el medio natural. En general, se trata de una serie de virus o bacterias superpuestas sobre un fondo inmunodeficiente que aparece como consecuencia de una alimentación inadecuada o de parámetros ambientales defectuosos.
Es un error común de los propietarios que se ausentan durante largos periodos que, para asegurar una alimentación a largo plazo, alimentan a la fuerza con insectos (más sencillo y rápido que alimentar a la fuerza con gusanos, que se trituran fácilmente). Al sobrepasar la capacidad digestiva se forma un conglomerado de insectos que se deshidratan y producen obstrucción gástrica, timpanismo, insuficiencia respiratoria y finalmente muerte. La intervención rápida con soluciones hidroelectrolíticas reequilibrantes que permitan la reanudación de las secreciones gastrointestinales y del tránsito digestivo les puede salvar la vida.
A veces se producen problemas digestivos como consecuencia de una parasitosis intestinal (coccidiosis) que provoca una disminución de la capacidad digestiva, aglomeración de alimentos en porciones intestinales que por deshidratación forman masas obstructivas no digeridas. Se observa deshidratación del animal y "oscurecimiento" de la zona abdominal, también signos neurológicos, sacudidas de cabeza, y se puede producir la muerte en 10-12 días. Se recomienda una desparasitación preventiva al menos cada seis meses, combinada con el mantenimiento de unas condiciones óptimas de higiene y humedad en el terrario.
En casos relativamente raros, pueden diagnosticarse infecciones respiratorias, que se manifiestan por disnea y la aparición de burbujas de moco en las comisuras de la boca y la zona de las fosas nasales (o la formación de bullas al espirar). El curso de la enfermedad es generalizado (abarca las zonas pulmonares), hay una grave disnea (respiración agónica con la boca muy abierta) y puede producirse un síncope respiratorio en cualquier momento.
La intervención con antibioterapia y restablecimiento hidroelectrolítico obligatorio, además del ajuste lo antes posible del microclima a una temperatura de 30-32°C y una humedad relativa del 70-80 %, permite la recuperación en un plazo de 3-5 días, tras lo cual se puede reanudar la alimentación. La falta de intervención conduce a la cronicidad y a cambios hemorrágicos.
La intervención terapéutica rápida con soluciones apropiadas es eficaz y generalmente no deja secuelas postratamiento. La intervención tardía o la ausencia de una terapia adecuada suelen dar lugar a una resolución temporal, pero con el tiempo aparecen manifestaciones secundarias que pueden comprometer la vida del animal.
Clinical guidelines in the pathology of some pet lizard species. Laurențiu Tudor. March 2023 Practica Veterinara ro 1(1):41-47. DOI:10.26416/PV.39.1.2023.7809