En las últimas décadas, la castración temprana de perros se ha convertido en una práctica común en los Estados Unidos, motivada principalmente por el objetivo de reducir el abandono de perros en refugios. Esta intervención, que incluye la esterilización de hembras y la castración de machos, se realiza frecuentemente antes de la adopción, e incluso ha sido legalmente requerida en muchos estados y localidades. Sin embargo, recientes investigaciones han comenzado a cuestionar los efectos a largo plazo de esta práctica, revelando una serie de complejidades que deben ser consideradas por veterinarios y propietarios de mascotas.
Diversos estudios han señalado un aumento en ciertos tipos de cáncer y trastornos articulares en perros castrados, especialmente cuando la intervención se realiza antes del primer año de vida. Esta evidencia ha llevado a un replanteamiento sobre los beneficios y riesgos de la castración temprana. Por ejemplo, investigaciones recientes destacan que la castración antes del año de edad puede triplicar el riesgo de desarrollar trastornos articulares en perros de razas mixtas que pesan más de 20 kg, en comparación con los perros que permanecen intactos.
Las actitudes y prácticas de castración varían considerablemente entre diferentes regiones y contextos. Un estudio en Costa Rica reveló que el 76 % de los hogares poseen perros, y una alta proporción de estos animales está castrada, reflejando un aumento significativo en el comportamiento responsable de los propietarios de mascotas en las últimas décadas. Sin embargo, en el Territorio de la Capital Australiana, aunque la ley exige la desexación prepuberal, muchos veterinarios desconocen o no recomiendan cumplir con este requisito, indicando una brecha en la implementación y comprensión de las políticas de castración.
La pandemia de COVID-19 también ha tenido un impacto notable en las cirugías de castración, con una disminución significativa en el número de intervenciones realizadas. Se estima que en Estados Unidos hubo un déficit de más de 2.7 millones de cirugías de castración durante los años 2020-2021 debido a la crisis sanitaria.
Frente a estos desafíos, han surgido métodos alternativos de esterilización que buscan mitigar los efectos adversos asociados con la castración tradicional. Entre estos, se destacan la histerectomía con preservación de ovarios para hembras y la vasectomía para machos, que permiten evitar la secreción excesiva de la hormona luteinizante (LH) y sus posibles consecuencias negativas.
La creciente evidencia también sugiere la necesidad de un enfoque personalizado al decidir sobre la castración de un perro. Factores como la raza, el sexo y el contexto de vida del animal son cruciales para minimizar los riesgos de salud y comportamiento. Por ejemplo, los estudios han demostrado que los perros de servicio castrados antes de los 7 meses tienen el doble de riesgo de ser descartados por problemas de salud en comparación con aquellos castrados a una edad mayor.
Mientras que la castración sigue siendo una herramienta importante para controlar la población canina y prevenir el abandono, es fundamental que veterinarios y propietarios consideren las últimas investigaciones y adopten un enfoque más matizado. La personalización de las decisiones sobre la castración, basada en la evidencia científica, puede ayudar a asegurar el bienestar a largo plazo de los perros.
Front. Vet. Sci., 18 June 2024 Sec. Veterinary Humanities and Social Sciences. Volume 11 - 2024 | https://doi.org/10.3389/fvets.2024.1442805