El estilo de vida de los gatos domésticos ha cambiado drásticamente desde su domesticación inicial, lo que ha contribuido al aumento de casos de sobrepeso y obesidad. Hoy en día, muchos gatos llevan una vida sedentaria en interiores, con poca estimulación ambiental y patrones alimenticios modificados, factores que se combinan con variables intrínsecas como la genética, el sexo y la raza para aumentar el riesgo. La lucha contra la obesidad felina requiere un enfoque integral que combine ciencia, clínica veterinaria y educación.
Los gatos que viven exclusivamente en interiores tienen el doble de probabilidades de desarrollar sobrepeso y obesidad en comparación con aquellos que tienen acceso al exterior o un estilo de vida mixto. La falta de actividad física y la monotonía pueden llevar al aburrimiento y al aumento del consumo de alimento. Además, los gatos de interior que conviven con otros gatos suelen experimentar mayores niveles de estrés crónico, lo que incrementa su ingesta calórica.
Por otro lado, como se destaca en un estudio veterinario reciente los gatos esterilizados tienden a tener una actividad física reducida, lo que se asocia con un aumento de peso y un menor gasto energético. Estudios han demostrado que los gatos con sobrepeso realizan menos actividad física voluntaria que los gatos con un peso saludable, y que la interacción con sus cuidadores también influye en este comportamiento. Esta falta de actividad física no solo incrementa el riesgo de obesidad, sino también de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.
La relación entre los gatos y sus cuidadores desempeña un papel crucial en el desarrollo de la obesidad. Algunos propietarios asocian el sobrepeso en sus mascotas con ternura o consideran las características físicas de un gato obeso como deseables. Estas percepciones, junto con prácticas alimenticias indulgentes, contribuyen al problema.
Estudios han revelado que los propietarios que subestiman la condición corporal de sus gatos tienen más probabilidades de criar animales con sobrepeso. Sin embargo, aquellos que han recibido consultas nutricionales suelen ser más precisos al evaluar el estado físico de sus mascotas y, en consecuencia, implementan mejores estrategias de manejo.
Además, los gatos que piden comida con frecuencia tienen cinco veces más probabilidades de ser obesos, ya sea porque sus cuidadores confunden sus comportamientos con hambre o porque ceden ante sus demandas, aumentando la ingesta energética sin un gasto físico equivalente.
El sobrepeso y obesidad en gatos no solo compromete su calidad de vida, sino que también los predispone a enfermedades graves, que van desde desórdenes metabólicos y mecánicos hasta problemas más específicos. Entre las patologías más frecuentes se encuentran:
En medicina felina se está adoptando el concepto de obesidad metabólicamente sana (MHO) y metabólicamente insana (MUO), una clasificación que permite identificar subtipos de obesidad y sus riesgos asociados. Mientras que los gatos MHO presentan obesidad sin complicaciones metabólicas significativas, los MUO muestran alteraciones como niveles elevados de triglicéridos y marcadores inflamatorios, además de una mayor acumulación de grasa visceral.
La lucha contra la obesidad y el sobrepeso en gatos requiere un enfoque integral, que combine la educación de los cuidadores, el diseño de entornos estimulantes y estrategias dietéticas adecuadas. Se recomienda evitar dietas ricas en grasas ofrecidas ad libitum y fomentar la actividad física regular. Asimismo, es esencial que los cuidadores comprendan la importancia de mantener un peso saludable en sus mascotas y reconozcan los signos tempranos de sobrepeso.
El abordaje preventivo y la investigación futura sobre el impacto de la distribución de la grasa y las características metabólicas de los gatos obesos permitirán mejorar los diagnósticos y tratamientos, contribuyendo a una mejor calidad de vida para los felinos.