Fundación Affinity y el Departament de Drets Socials de la Generalitat de Catalunya, a través de la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia), han puesto en marcha el proyecto Huscan, un programa de intervención asistida con animales de compañía dirigida a menores víctimas de abusos sexuales. El objetivo de la iniciativa es mejorar la comunicación de los niños y adolescentes con los técnicos psicosociales implicados en este tipo de procesos y reducir sus niveles de estrés y ansiedad.
Huscan se enmarca en el proyecto Barnahus, la Unidad integrada de atención a niños, niñas y adolescentes víctimas de abusos sexuales impulsada por la DGAIA, en la que un equipo multidisciplinar de profesionales y expertos trabaja de manera integral con niños y adolescente que han sido víctimas de violencia sexual (o se sospecha) en un entorno adaptado y acogedor. De esta forma, se evita que los menores tengan que desplazarse a diferentes dependencias (policiales, judiciales, forenses, etc.) y solo tienen que contar su experiencia una sola vez, minimizando así su sufrimiento y evitando su revictimización. Junto a sus familias, reciben apoyo psicológico y acompañamiento en todo el proceso.
“El objetivo es situar al menor en el centro de la intervención y que sean los diferentes profesionales los que se desplacen para atenderlo en un mismo sitio. Barnahus es un espacio que se ha creado como si fuera una casa para que los niños lo perciban como un sitio lo más amigable y lo menos traumático posible y en el que se sientan seguros y protegidos”, declara Josep Ramón Juarez, coordinador del proyecto Barnahus.
A través del programa Huscan, los perros actúan como apoyo emocional durante las entrevistas exploratoria y de acompañamiento de los menores, además de mejorar la comunicación con los asistentes y reducir su ansiedad. El papel de los canes es fundamental, ya que, a través de su participación, se pretende crear un clima íntimo y seguro donde los niños y adolescentes se sientan confiados, lo que facilita la alianza y la complicidad con los técnicos de la DGAIA. “La vinculación que se establece entre el niño y el perro se percibe como una relación de seguridad porque el perro no juzga y esto permite que esté más abierto a la intervención de los profesionales y que, por tanto, se establezca una comunicación mucho más tranquila”, explica Maribel Vila, responsable de Terapias de Fundación Affinity.
Durante las sesiones también se realizan actividades donde se trabaja, aprovechando la presencia del perro, el reconocimiento de emociones y dinámicas de comunicación física y verbal. El perro en estos casos actúa como un espejo a partir del cual se pueden trasladar experiencias y aprendizajes de la realidad del menor. La manera de comunicarse, establecer límites en la relación o las caricias al perro sirven como modelo y punto de partida para trabajar estos aspectos en el ámbito de las relaciones interpersonales.