Durante mucho tiempo se ha pensado, erróneamente, que la incidencia de la osteoartritis (OA) en los gatos era menor que en los perros, pero hoy en día ya no se duda de que la incidencia en el paciente felino es muy elevada, incrementándose esta cuando aumenta la edad del animal.
El problema con los gatos es que los signos y síntomas de la OA, que en el perro a menudo suelen ser muy aparentes y visibles, son muy distintos. Si un perro cojea o se para cuando sale a pasear, es factible pensar que estamos ante un síntoma claro de osteoartritis, mientras que en un gato los síntomas serán siempre más sutiles y habrá que evaluar en detalle si existe alguna modificación de su comportamiento y sus rutinas que puedan conducir a un diagnóstico de OA en el animal.
Y esto se debe a que la mayoría de los signos que pueden ayudar a diagnosticar la osteoartritis afectan al comportamiento del animal.
Para detectar el dolor asociado a la OA en el gato es clave utilizar en un primer momento preguntas que permitan obtener información sobre la actividad dinámica del animal y si esta actividad ha sufrido alguna modificación.
Algunas preguntas sobre la actividad dinámica del animal podrían ser:
¿Se acicala menos, su pelaje tiene peor aspecto?
¿Utiliza menos el rascador?
Pero existen otros comportamientos y otras actividades que no son puramente dinámicas que también pueden ser muy significativas como síntomas de OA en el animal como, por ejemplo, las relativas a su vida social:
Y es que un diagnóstico precoz es fundamental para tratar la osteoartritis en una etapa temprana para mantener la salud de la articulación.
Todo esto es importante con, entre otros objetivos, evitar que el dolor se cronifique y/o aumente ya que el dolor influirá en el cambio de actividades y comportamiento.
Es importante resaltar que el dolor no es tan sólo un síntoma, sino que es un agente que cronifica el cuadro clínico.
Así se podría decir que una de las claves en el tratamiento de la OA felina es que se enfoque desde una perspectiva multimodal y completo.
Y todo esto sin perder de vista que el paciente felino requiere una exploración y una compresión de los síntomas distintos de los que se aplicaría en un paciente canino.
Llegados a este punto podría decirse que las ideas clave en cuanto a la OA felina serían:
Teniendo en cuenta todo lo anterior, una vez diagnosticada la OA felina, una opción que ha demostrado su eficacia en cuadros de OA (en este caso, OA canina) es administrar al animal suplementos como por ejemplo el colágeno tipo II no desnaturalizado o la Boswellia serrata, cuyos efectos en el alivio del dolor y la reducción de signos clínicos de la OA han sido demostrados, como muestra este artículo.
Lo esencial es no perder de vista la importancia del diagnóstico precoz y el enfoque multimodal en el tratamiento.