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¿Por qué deberías tener siempre en cuenta la medicina del comportamiento en tus diagnósticos?

La etología tiene una estrecha relación con otras ciencias, especialmente la fisiología y la patología, necesarias para comprender el desarrollo de la conducta y sus cambios relacionados con enfermedades.


Rosana Álvarez
Medicina del comportamiento
Etóloga veterinaria

La etología estudia la conducta animal. Cualquier alteración orgánica que se produzca en el animal tiene su manifestación en el comportamiento. Esto se debe a las variaciones bioquímicas, hormonales, en el SNC o a la existencia de dolor, y al contrario también, cualquier comportamiento tiene su reflejo y origen en varios sistemas orgánicos que actúan en conjunto.

Se trata de una ciencia muy joven, ya que es considerada públicamente reconocida desde la obtención del premio Nobel en 1973 por N. Timbergen K. von Frisch y K. Lorenz en Medicina y Fisiología. Previamente se habían definido sus objetivos en un trabajo del biólogo Niko Timbergen titulado On aims and methods of ethology. Fue en el año 1969, cuando la etología clínica veterinaria fue definida por primera vez en un artículo publicado en el British Veterinary Journal. Precisamente se mencionaba por su relación con el diagnóstico de los cambios de conducta consecuentes a enfermedades.

También denominada medicina veterinaria del comportamiento, la etología tiene una estrecha relación con otras ciencias, especialmente la fisiología y la patología, necesarias para comprender el desarrollo de la conducta, sea ésta anómala o no, así como su origen y los cambios de conducta relacionados con enfermedades.

A menudo, los cambios en el comportamiento son el primer indicio en la aparición de una enfermedad, por lo que el estudio y el conocimiento del mismo se hace imprescindible.

“Debemos enfatizar el papel de una exhaustiva historia médica y conductual y la interacción entre los diagnósticos conductuales y médicos.” (Overall, 2012)

La lista de diferenciales médicos que pueden formar parte de alteraciones del comportamiento es interminable, y sería objeto de un trabajo de revisión mucho más extenso.

“Las causas orgánicas o médicas más comúnmente documentadas incluyen congénitas, infecciosas, hereditarias y gen ticas, inflamatorias o inmunomediadas, metabólicas y endocrinas, nutricionales, degenerativas, neoplásicas, tóxicas y traumáticas.” (Overall, 2003)

El comportamiento es el gran y último integrador entre el medio interno del animal (fisiológico/neuroquímico, neuroanatómico y genético) y ambientes externos, y la medida en que todos estos entornos interactúan para producir potenciación a largo plazo (memoria celular/molecular y aprendizaje).

El dolor es una de las condiciones patológicas frecuentemente relacionada con problemas de comportamiento, como pueden ser la agresividad, la ansiedad, las conductas compulsivas y el miedo, y que a su vez está también infradiagnosticado y no siempre correctamente tratado.

Cómo abordar los problemas de comportamiento

La medicina del comportamiento no puede considerarse una parte aislada de la clínica del animal, sino formando parte de un todo que se debe integrar como la suma y la interacción de sus partes.

Según Manteca (2003), desde el punto de vista de la conducta, el organismo animal puede entenderse como un mecanismo con tres componentes principales: los órganos de los sentidos, el sistema nervioso central y los órganos efectores, responsables de la percepción, el control y la integración y la ejecución de la conducta respectivamente.

Según un estudio reciente (Fatjò y Bowen, 2020) los animales de compañía pueden experimentar problemas de salud mental y de comportamiento similares a los que vemos en las personas y que están influenciados por muchos factores: antecedentes genéticos de un animal, entorno de cría y donde vive y las relaciones sociales que tiene con las personas y otros animales.

En él proponen un modelo para abordar los problemas de comportamiento que está en consonancia con las líneas actuales en psiquiatría humana y que es útil para llevar a cabo un análisis exhaustivo donde no se olvide ninguno de los factores que influyen en la conducta.

Los cinco sectores a tener en cuenta en el análisis serían los siguientes (Fig.1):

  1. Comportamiento: todos lo concerniente a la conducta problemática.
  2. Rasgos: información sobre rasgos conductuales, temperamentales y de personalidad.
  3. Salud: revisión de la historia clínica y estado actual de salud del animal.
  4. Entorno: descripción y análisis del medio en el que vive y ha vivido el animal.
  5. Funcionamiento: términos de adaptación del animal, su función en la familia y el impacto del problema en la calidad de vida.

Fig. 1. Fatjó, J & Bowen, J. (2020). Making the case for multi-axis assessment of behavioural problemas. Animals, 10(3), 383.Fig. 1. Fatjó, J & Bowen, J. (2020). Making the case for multi-axis assessment of behavioural problemas. Animals, 10(3), 383.

Bibliografía

  • Buffington, C.A. (2011) Idiopathic Cystitis in Domestic Cats - Beyond the Lower Urinary Tract. J Vet Intern Med. 25:784-796.
  • Camps, T. y Amat, M. (2013) Cambios de comportamiento asociados al dolor en animales de compañía. Zaragoza, España. Grupo Asís Biomedia.
  • Fatjó, J., & Bowen, J. (2020). Making the case for multi-axis assessment of behavioural problems. Animals, 10(3), 383.
  • Littlejohn, A. (1969). An approach to clinical veterinary ethology. The British veterinary journal, 125: 46-48.
  • Manteca, X. (2003). Introducción. En: Etología cl nica del perro y del gato, 3ª ed. Barcelona, España: Multimédica. 1-8.
  • Overall, K. L. (2003). Medical differentials with potential behavioral manifestations. Veterinary Clinics of North America: Small Animal Practice, 33: 213-229.
  • Overall, K. L. (2012). Is it ‘behavioral’ or is it ‘medical'? Why the answer is ‘yes’. Journal of Veterinary Behavior: Clinical Applications and Research, 7: 191-193.
  • Tinbergen, N. (1963). On aims and methods of ethology. Zeitschrift für Tierpsychologie 20: 410-433.