Desde la introducción del virus de la lengua azul serotipo 8 en Europa, las investigaciones se han centrado en la historia y las posibles rutas de transmisión de este serotipo. El cambio climático juega un importante papel en estos aspectos.
Durante el simposio anual de Epzone, grupo de expertos que trabajan para mejorar la prevención, detección y control de epizootias en Europa, el Profesor Jim Maclachlan de la Universidad de California explicó la complejidad del virus de la lengua azul. Su equipo de investigación ha aislado 26 serotipos distintos, pero estos serotipos tienen una gran diversidad genética.
El calentamiento global produce que los vectores alrededor de un brote de enfermedad se haga mayor, lo que significa que el riesgo de diseminación de la enfermedad a largas distancias es también mayor. Los picos recientes en brotes en Europa son un claro signo para los investigadores de que el efecto del clima sobre la enfermedad tiene que tomarse en serio. Además, es necesario que haya más estudios sobre los mecanismos de supervivencia del virus. Se sabe que las vacas son reservorios para este virus, que puede hibernar en ellas, aunque el tiempo de supervivencia se ha alargado. El virus puede sobrevivir de finales de noviembre a finales de julio.
Desde la introducción el serotipo 8 en el noroeste de Europa, la enfermedad ha despertado más interés. Este serotipo se diferencia de otros porque puede transmitirse verticalmente, es decir, los animales gestantes pueden infectar a la camada.
La prevención de la diseminación de los vectores es el mejor medio para controlar la enfermedad, aunque debido al gran movimiento de animales y personas esto no es posible hoy en día, por lo que se necesita también la vacunación.