El consumo de alimentos de origen animal no se presenta actualmente tan atractivo para el consumidor como hace unas décadas. Esto es derivado de cierta información negativa, como la influencia que tiene este tipo de alimentos sobre el colesterol. Sin embargo, desde hace un tiempo, en productos cárnicos y lácteos de rumiantes se ha observado la presencia de un componente funcional que contrarresta algunas de estas circunstancias negativas de este tipo de alimentos. Se trata del ácido linoleico conjugado, un componente funcional con propiedades anticancerígenas y antidiabéticas. Un investigador de la empresa segoviana PigChamp Pro Europa ha desarrollado una línea de I+D para incorporar en carne de porcino, mayoritariamente consumida en España, este componente funcional propio de rumiantes. Los rumiantes lo sintetizan ellos mismos; sin embargo, en los monogástricos, el enriquecimiento de su carne se debe producir por otras vías, como la dieta. Para el sector de la producción porcina, el interés del CLA se centra en tres aspectos concretos, como efectos principales de la inclusión del componente funcional en la dieta del porcino. Uno de estos aspectos es alterar el metabolismo de las grasas del cerdo, especialmente interesante en lechones. El segundo es modificar las propiedades de calidad del magro y de la grasa en cerdos de cebo. El tercero es aumentar la concentración de dos isómeros en los tejidos del cerdo para conseguir que el CLA llegue al consumidor en cantidades apreciables.
Sobre estas bases, el investigador, veterinario del Departamento de Pruebas y Proyectos de la empresa segoviana, comenzó una serie de trabajos experimentales. Estos ensayos obtuvieron la financiación de ADE Castilla y León. En el primero y el segundo se estudió la posible influencia que el CLA podría ejercer sobre el metabolismo lipídico (de las grasas), la modificación del perfil de ácidos grasos y el contenido de grasa intramuscular en animales de cebo. Los experimentos se realizaron en cerdos blancos e ibéricos, respectivamente. A este respecto, el investigador advierte que "el elevado potencial adipogénico del cerdo ibérico puede considerarse como una característica muy apropiada para estudiar los efectos que la incorporación del CLA puede producir. Los otros dos experimentos se diseñaron para estudiar la influencia que el ácido linoleico conjugado podía ejercer en cerdas reproductoras y su progenie (esto es, estudiar la transferencia de CLA a la leche de las cerdas y su efecto sobre los lechones).
Debido a que los animales monogástricos no son capaces de sintetizar CLA como los rumiantes, la inclusión del ácido linoleico conjugado se produjo en el pienso. Aquí, la forma es química y supone un importante coste para los ganaderos. Por este motivo, la investigación trabajó con cuatro tipos de dosis para conocer qué porcentaje era que mejores rendimientos ofrecía a la hora de comprobar los efectos del CLA sobre el organismo del cerdo. Finalmente, fueron los piensos suplementados con un 1% de CLA los que obtuvieron mejores rendimientos en los cuatro experimentos realizados. Cuando se incluía este componente funcional, también se incrementaban los porcentajes de ácidos grasos saturados y disminuía el del ácido graso monoinsaturado. Los ácidos grasos saturados están relacionados con el incremento de colesterol en sangre en humanos, mientras que los insaturados (en los que se incluyen los monoinsaturados), producen el efecto contrario: desatascan los vasos sanguíneos y se vinculan al denominado colesterol bueno. Por este motivo y para reducir los costes de la inclusión del CLA en la dieta del porcino, los investigadores de la empresa segoviana tratan ahora de calibrar la dosis exacta de ácido linoleico conjugado, en un porcentaje que estiman entre el 0,4 y 0,8%.