Ivan Dinev
Faculty of Veterinary Medicine, Trakia University, Stara Zagora, Bulgaria
Imágenes cedidas por el autor
La coccidiosis es una enfermedad causada por protozoos habitual en aves y caracterizada por enteritis y diarrea sanguinolenta. El aparato afectado es el digestivo, excepto en la coccidiosis renal en gansos.
Los pollos se ven afectados por nueve especies de Eimeria. Según la localización de las lesiones en el intestino, las coccidiosis se dividen en cecal, inducida por E. tenella, o de intestino delgado, inducida por E. acervulina, E. brunetti, E. maxima, E. mitis, E. mivati, E. necatrix, E. praecox y E. nagani. Todos ellos son parásitos intracelulares pertenecientes a los dos géneros de la familia Eimeridae: Eimeria e Isospora. Siete especies infectan a los pavos, de las cuales las de más importancia son Eimeria meleagrimitis, E. adenoeides y E. gallapovonis (Helm, 1999).
Figura 1. Coccidiosis cecal. Se observan hemorragias en la pared intestinal. El ciego se llena de sangre fresca o coagulada. |
Tras entrar en el tracto digestivo, la pared del ooquiste se rompe, lo que marca el comienzo del desarrollo endógeno. Los esporozoítos liberados entran en las células de la mucosa intestinal y comienza la división asexual o esquizogonia. Tras dos o cuatro generaciones de desarrollo asexual, se forman micro o macrogametos, lo que marca el comienzo de la segunda etapa (sexual) del desarrollo de los coccidios, la gametogonia. El desarrollo endógeno (esquizogonia y gametogonia) continúa de cuatro a seis días, mientras que el exógeno se completa en dos días, por lo que el proceso de reproducción completo sucede en siete u ocho días (McDougald y Fitz-Coy, 2008). Los ooquistes muestran una resistencia importante al ambiente, y son capaces de mantener su viabilidad durante años. Se considera que las condiciones más beneficiosas para la supervivencia son a 5 cm bajo tierra. A temperaturas bajas (-6 °C a -10 °C), menos de la mitad de los ooquistes permanecen vivos.
Principalmente se ven afectadas las aves jóvenes, ya que la inmunidad se desarrolla rápidamente tras la exposición, lo que protege frente a infecciones posteriores. No obstante, se debe tener en cuenta que no hay inmunidad cruzada entre las especies de Eimeria en aves, por lo que los brotes podrían estar causados por diferentes especies.
Figura 2. Muchas veces las hemorragias son petequias que se observan a través de la pared intestinal. |
En aves adultas, frecuentemente alrededor del comienzo de la puesta, podrían tener lugar brotes fuertes con altas tasas de mortalidad, provocados por estrés y por el corto ciclo directo y el alto potencial reproductivo de los coccidios. Según la cantidad de ooquistes ingerida, la enfermedad podría ser leve o aguda (McDougald y Fitz-Coy, 2008).
Las aves se infectan a través del pienso contaminado con ooquistes del ambiente. En condiciones de campo, es casi imposible que los pollos no se infecten. Las fuentes de ooquistes son aves adultas, al igual que individuos enfermos o recuperados. Los pollos infectados eliminan ooquistes con sus heces durante varias semanas.
Las causas predisponentes son una higiene pobre, la proximidad a granjas multiedad, la superpoblación, un pienso no equilibrado, etc. La cama mojada y el calor favorecen la esporulación y el brote de coccidiosis.
Figura 3. El contenido se mezcla con sangre fresca o coagulada, y la capa mucosa está moteada con muchas petequias o hemorragias más grandes. |
La coccidiosis cecal es una de las más observadas. Afecta a broilers, ponedoras y reproductoras. Está causada por E. tenella, que daña la mucosa cecal y da lugar a hemorragias graves (figura 1). Se caracteriza por su alta morbilidad, deshidratación, pérdida de peso y mortalidad.
En la coccidiosis de intestino delgado, según la especie de Eimeria, se observan hemorragias con intensidades variables en diversas partes del intestino (figuras 2 y 3).
El diagnóstico se realiza con los resultados de la compleja evaluación del cuadro clínico, las lesiones macroscópicas, preparaciones de improntas, estudios histológicos y flotación (figura 4).
Para diferenciar entre las especies, se deben tener en cuenta las siguientes características: área de las lesiones intestinales, morfología de los ooquistes, tiempo mínimo de esporulación, tiempo mínimo de incubación, tamaño y localización del desarrollo de esquizontes, etc. (Conway & McKenzie, 2007).
Macroscópicamente, se puede realizar el diagnóstico si hay lesiones importantes. En los casos subclínicos o crónicos, se requiere un examen microscópico para detectar los ooquistes. Las muestras para la detección de los ooquistes pueden tomarse de materia fecal, contenido intestinal o la cama.
Las coccidiosis deberían diferenciarse de las enteritis necróticas, enteritis ulcerativas e histomonosis (tiflohepatitis).
Las sulfamidas como la sulfadimetoxina, sulfaquinoxalina o sulfametazina se utilizan ampliamente, pero no deberían administrarse en ponedoras. La suplementación con vitaminas A y K favorece la recuperación.
La prevención de la coccidiosis incluye factores como el uso de coccidiostáticos y vacunas, adecuadas instalaciones y manejo de los equipos, y control de la calidad del pienso (Conway, 1996).
El uso de coccidiostáticos en rotación es el método más utilizado. Los coccidiostáticos se pueden incluir en el pienso de broilers desde el día uno de edad hasta unos días antes del sacrificio. En programas de rotación, se utilizan coccidiostáticos químicos en piensos estárter en rotación, y antibióticos ionóforos en piensos de crecimiento (Eckman, 1993). La duración de los programas coccidiostáticos depende de la calidad de los piensos, así como de la mezcla adecuada del coccidiostático en cada lote de pienso.
Figura 4. (A) Histológicamente, se detectan en las células epiteliales del intestino formas en desarrollo (flechas) de diferentes etapas del ciclo vital de Eimeria. H/E, escala de 25 μm. (B) El examen microscópico de una preparación nativa de contenido intestinal o de capa mucosa superficial revela numerosos ooquistes en un campo de observación. Escala de 10 μm. |
Los factores ambientales más importantes para el control de las coccidiosis y la salud de las aves son la densidad de animales, estado de la cama, temperatura, suministro de pienso y agua, ventilación e iluminación. Con el estrés térmico disminuye el consumo de pienso, lo que reduce el consumo del coccidiostático. La ventilación insuficiente podría dar lugar a una cama húmeda, que facilita la proliferación de Eimeria.
Las vacunas vivas no atenuadas pueden inducir la inmunidad protectora a largo plazo. La inmunidad del hospedador es específica de la especie, y las vacunas vivas deben contener una mezcla de especies de Eimeria, cada una con un grado variable de patogenicidad. En este sentido, es esencial mantener el equilibrio entre dosis infectante y patogenicidad si se introducen nuevas cepas patógenas en manadas que no se habían expuesto previamente.
Otro problema es la variabilidad antigénica entre las especies de Eimeria incluidas en la vacuna y aquellas que se encuentran en el campo (Martin et al., 1997).
Las vacunas preparadas con parásitos vivos atenuados permiten evitar algunos de los problemas asociados con cepas patógenas de campo. Se consiguió una correcta atenuación a través de pases seriados en huevos embrionados con E. mitis, E. necatrix y E. tenella, pero no con E. acervulina, E. maxima y E. praecox (Shirley y Long, 1990).
Al desarrollar vacunas de proteínas recombinantes, un momento crítico es la identificación de la fase del ciclo vital del parásito en la que induce inmunidad protectora. Los esporozoítos son la forma del parásito elegida con mayor frecuencia para las vacunas recombinantes, ya que se obtienen fácilmente.
Las vacunas de ADN utilizan genes que codifican para proteínas inmunógenas de los patógenos. La vacunación con ADN requiere la transferencia de genes y la expresión antigénica en un tejido accesible al sistema inmunitario, como la piel o las mucosas. Se emplean dos métodos de administración del ADN: la introducción independiente o la inserción en los tejidos mediante el bombardeo de partículas (biolística). El resultado observado es la protección inmunitaria con una reducción considerable de la proliferación de los ooquistes fecales en pollos vacunados por vía subcutánea con el ADN codificante de la proteína de E. acervulina inductora de la producción de IFN-γ (Lillehoj et al., 2000).
Traducido por Beatriz Chueca. Albéitar
Bibliografía disponible en este enlace.