Los más habituales son una iluminación incorrecta con alteración de los ritmos circadianos, la exposición a ruidos, condiciones de humedad inadecuadas, hacinamiento y sedentarismo, una dieta...
Llegar a un correcto diagnóstico de las patologías cutáneas depende en gran parte de una adecuada toma de muestras en función de las lesiones presentes.