La web de divulgación científica Popular Science ha informado de que el Departamento de Agricultura de los EE. UU. (USDA por sus siglas en inglés) acaba de crear un programa piloto, al que ha dedicado 75 millones de dólares, para el control de los cerdos salvajes. Los esfuerzos irán destinados principalmente a las áreas que sufren mayores daños en el sureste del país, aunque también existen áreas del centro densamente afectadas.
Se estima que en la actualidad hay unos 7 millones de cerdos salvajes distribuidos en 35 estados, que provocan pérdidas de hasta 2 billones de dólares en daños anualmente. El problema se considera el mayor reto en cuanto a fauna silvestre se refiere del país.
Los primeros cerdos asilvestrados datan del siglo XVI, cuando los europeos llevaron hasta América los primeros cerdos domésticos para alimentación. A estos se añadieron a principios del siglo XX los jabalíes importados para la caza deportiva, y en la actualidad la población de cerdos salvajes también cuenta con híbridos de estas dos especies. La caza de jabalíes se hizo muy popular en los años 50 y 60 del pasado siglo, e incluso hoy siguen siendo la segunda especie de elección por detrás del ciervo. Hoy en día, las autoridades facilitan este tipo de caza para intentar minimizar las poblaciones, pero el resultado final es contradictorio pues los cazadores transportan animales a nuevas zonas para continuar con su hobby, contribuyendo a empeorar el problema. Para reducir efectivamente una población, sería necesario cazar un 60-80% de los individuos anualmente, pero la caza deportiva no suele superar el 25%. Si a esto se añade su gran capacidad de adaptación a casi cualquier clima, su omnivorismo oportunista y el hecho de que las hembras pueden llegar a tener 2 camadas al año, el problema se multiplica.
Los destrozos provocados por los cerdos salvajes afectan especialmente a ganaderos y agricultores, pero también a ecologistas pues destruyen hábitats naturales, erosionan el suelo y afectan a la supervivencia de plantas nativas. Su comportamiento de baño aumenta la cantidad de sedimento en los ríos, y sus heces introducen patógenos y nutrientes en las corrientes de agua que pueden afectar a los peces y contribuir al aumento del crecimiento de algas perniciosas (además de suponer un riesgo para la salud). No menos importante, estos cerdos salvajes actúan como vector de enfermedades transmisibles a humanos y cerdos domésticos. Además del riesgo para la salud pública, esto supone un altísimo riesgo para la industria porcina, sobre todo con relación a enfermedades infecciosas clave como la PPA.
En el pasado, la USDA ha acometido campañas exitosas de captura y eutanasia de cerdos salvajes en estados con densidades bajas, con lo que áreas como Idaho, Maryland o Nueva Jersey han logrado eliminar sus poblaciones. Pero las áreas de alta densidad parecen tener difícil solución, no sólo por el enorme número de animales sino porque su caza está fuertemente entrelazada con la cultura local. Además de la captura por distintos métodos, investigadores del USDA están desarrollando otros métodos de control, como los anticonceptivos o las toxinas; pero la aplicación de estas medidas aún está lejana pues es necesario asegurarse de que solo afectan a la población diana y que los compuestos se degradan rápidamente en el ambiente.