Los antibióticos se han incorporado en las dietas de los cerdos desde hace décadas con tres finalidades: para tratar a los animales enfermos; para prevenir las infecciones bacterianas; y para mejorar el desempeño productivo o como promotor del crecimiento, práctica común desde 1950. Las sustancias antimicrobianas son utilizadas en todo el mundo en grandes cantidades. En Dinamarca, en 1994, se estimó que el consumo de antimicrobianos en la producción animal fue de 200 toneladas, de las cuales más de la mitad fueron empleadas como promotor del crecimiento. En la Unión Europea, en los últimos años la incidencia de las bacterias resistentes para los antibióticos se ha vuelto una preocupación importante. Esto ha provocado la prohibición del uso no terapéutico de los antibióticos en la producción animal. Aparte de los antibióticos, existen otras sustancias con propiedades antimicrobianas y con efecto promotor del crecimiento. Este es el caso del óxido de cinc y del cobre, oligoelementos que son añadidos en exceso en las dietas de los cerdos para mejorar la salud intestinal. No obstante, su impacto en la lucha contra la resistencia antimicrobiana no es del todo positiva.
EL cinc es un oligoelemento esencial para la vida de numerosos organismos. Su efecto positivo en la tasa de crecimiento en la producción porcina ha sido reconocido desde hace mucho tiempo. Una deficiencia de cinc causa reducción del consumo de alimento y del crecimiento, debilitamiento del sistema inmunitario y en casos graves lesiones cutáneas (paraqueratosis). Según el NRC (2012), los requerimientos de cinc en los cerdos están entre 50 y 100 ppm en relación con la edad y el peso del animal. Dado que el contenido de cinc en los ingredientes de los alimentos para animales es bajo, las dietas de los cerdos se suelen suplementar con cinc. En la Unión Europea, el contenido máximo en alimentos para lechones es de 150 ppm. Algunos países han autorizado durante el periodo posdestete el uso de dosis farmacológicas de cinc (3000 ppm) en premezclas medicadas.
Al igual que el cinc, el cobre es un oligoelemento esencial, así como un cofactor de numerosas enzimas y un famoso promotor del crecimiento. Una deficiencia puede conducir a problemas físicos como depresión del crecimiento, anemia y malformaciones de las patas. Los requerimientos de cobre en los cerdos son bajos, de 4 a 10 mg de cobre por kg de materia seca en la dieta, solo que a menudo el cobre se suministra en exceso. En la Unión Europea, los niveles máximos permitidos de cobre en alimentos para lechones hasta las 4 semanas posdestete son de 150 ppm; para cerdos de hasta las 8 semanas posdestete, de 100 ppm; y para los cerdos mayores, de 25 ppm. Estos oligoelementos se utilizan en nive¬les altos debido a sus propiedades antimicrobianas.
Como resultado del uso común de antimicrobianos en la producción animal, las bacterias han desarrollado cuatro estrategias principales contra los antibióticos:
En Dinamarca, la avoparcina (antimicrobiano de tipo glucopéptido), fue utilizado como promotor del crecimiento hasta 1995, ya que en ese momento se observó que el 21 % del Enterococcus faecium (E. faecium) aislado de las canales de cerdo era resistente a la avoparcina. Consciente del problema, Dinamarca prohibió el uso no terapéutico de los antibióticos en la producción porcina en los cerdos adultos (1998) y en los lechones (1999). En 2006, la Unión Europea prohibió el uso de los antibióticos utilizados para promover del crecimiento. Hasta nuestros días, el uso de cobre y del cinc ha sido una alternativa parcial a los antibióticos para controlar la diarrea asociada al periodo posdestete en lechones, ya que el cobre y el cinc pueden regular la microflora intestinal. Sin embargo, el exceso de cobre y de cinc también ejercen un impacto negativo en el medio ambiente y en la selección de bacterias resistentes. Se ha podido observar una fuerte correlación entre la resistencia a los metales y la resistencia a los antibióticos.
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