Brasil es el país donde ha comenzado a desarrollarse la primera vacuna contra la toxoplasmosis porcina del mundo basada en proteínas recombinantes. Un grupo de investigación de la Universidade Estadual de Londrina (UEL) ha empleado esta técnica, que califican de "revolucionaria en el campo de la inmunización" porque es más eficaz y conlleva menos riesgos, para conseguir una vacuna tras un largo proceso de investigación y avances en el conocimiento de la enfermedad.
La toxoplasmosis es una enfermedad causada por Toxoplasma gondii que afecta a varias especies de animales, como aves y mamíferos (gatos, cerdos, ovejas, cabras y caballos), que pueden a su vez servir como vectores y transmitirla a los humanos. La consecuencia más grave, tanto para los animales como para el ser humano enfermo, es el aborto. En el caso de los humanos, la toxoplasmosis puede también dejar una serie de secuelas en el recién nacido, como sordera, hidrocefalia y deficiencia mental. Toxoplasma gondii fue aislado por primera vez en 1908, prácticamente al mismo tiempo, por investigadores franceses en Túnez e investigadores brasileños en São Paulo.
A principios de la década de 1980, el profesor João Luís Garcia, del Departamento de Medicina Veterinaria Preventiva de la UEL, comenzó sus investigaciones sobre el cuadro epidemiológico de la enfermedad. En ese momento, cerca de cuatro de cada diez cerdos en Brasil estaban contaminados con ooquistes de toxoplasmosis y, como no había vacuna, se invirtió en educación y otras formas de prevención.
Los consejos sobre cómo cocinar bien la carne antes de consumirla se popularizaron y siguen vigentes en la actualidad. Actualmente, apunta João Luís Garcia, solo cuatro de cada 100 cerdos están contaminados. Sin embargo, considerando que un solo individuo puede portar millones de ooquistes a lo largo de su vida, aún hay motivos para estar alerta, ya que la de cerdo es la carne más consumida en el mundo, y datos de la Fundación Oswaldo Cruz afirman que cerca de un tercio de los la población mundial se ve afectada por la enfermedad.
La trayectoria investigadora de João Luís Garcia coincide con el avance del conocimiento en el área de la inmunización, que pasaba de las llamadas “vacunas vivas” a las “atenuadas”, en las que se incorpora un microorganismo incapaz de generar la enfermedad pero sí de provocar la respuesta inmune.
En 1999, el investigador comenzó una serie de publicaciones en la revista internacional Veterinary Parasitology con avances en este campo. Ya se había creado y probado una vacuna contra la toxoplasmosis ovina y caprina, y a medida que la investigación avanzaba y se publicaba, se alcanzaban nuevas mejoras. A partir de vacunas vivas, se empezaron a desarrollar vacunas a base de proteínas. Primero, seleccionando sol una. Luego llegaron las llamadas “proteínas recombinantes”, como la que ahora ha desarrollado en la UEL. En 2008 le llegó una invitación del Reino Unido para realizar más estudios, para una vacuna no nasal. En 2012 se publicó una investigación sobre una vacuna para aplicación rectal en gatos. En 2017, otra vacuna para gatos, ya con proteínas recombinantes. También ha realizado estudios con vacunas virales, pero sin el mismo éxito.
Ahora, João Luís Garcia avanza la investigación del nuevo tipo de vacuna: de ADN, con material genético. Solo como ejemplo, India ha desarrollado una vacuna de ADN contra la COVID-19 que se administra a través de la piel, no utiliza agujas y requiere tres dosis, con cuatro semanas de diferencia.
La vacuna de ADN contra la toxoplasmosis porcina de la UEL se está probando en ratones y la siguiente fase será la final, con la prueba ya en cerdos. El centro que la desarrolla cuenta con siete profesores investigadores y más de 20 estudiantes de posgrado, y solo el equipo del profesor João Luís Garcia tiene nueve asesores. En este trabajo está también colaborando el Laboratorio de Parasitología y Enfermedades Parasitarias, del mismo Departamento.