El ministro de Consumo, Alberto Garzón considera que las polémicas suscitadas en torno a la producción ganadera española y el consumo de carne son beneficiosas para su posicionamiento, ya que hace que aumente el número de personas que empatizan con sus ideas, que “son verdades científicas” marcadas por el ecologismo.
Garzón hizo estas afirmaciones durante la presentación del Atlas de la carne, elaborado por la Fundación Heinrich-Böll y Amigos de la Tierra, donde defendió su actitud transformadora, que “tiene que trasladarse a la esfera política y pública” y enfrentarse a sectores económicos y políticos “interesados en beneficios a corto plazo o a sus rentas”.
El ministro señaló que el Gobierno profundizará en los próximos meses las líneas de trabajo relacionadas con el consumo sostenible y responsable al estar “convencido de que responde a una demanda creciente y a una necesidad acuciante”.
“A la ciudadanía cada vez le preocupa más tanto el modo de alimentarnos como el impacto ecológico que conlleva”, defendió Garzón, que lamentó que los consumidores tengan “muy poca información” de los productos que compran y que, en una gran mayoría de las ocasiones, desconozcan tanto las condiciones de producción como el coste ecológico de sus acciones de consumo.
“Hoy, con la globalización económica, financiera y comercial, muchos de los productos que compramos, también los del sistema agroalimentario, transitan por diversos eslabones de las llamadas cadenas de producción globales y, por lo general, somos completamente ciegos ante esa complejidad económica”, ha explicado.
Ante ello, el ministro de Consumo ha abogado por transformar el modelo de producción y consumo para “reinstaurar una racionalidad ecológica que neutralice la crisis ecosocial” que vivimos en la actualidad. Esto implicaría, según ha señalado, “reconocer los límites del planeta para que los sistemas socioeconómicos se inserten dentro de tales límites”.
Garzón ha calificado este objetivo como “uno de los más acuciantes de la especie humana” y, por ello, ha reconocido que “difundir desde el espacio político lo que la ciencia reconoce desde hace décadas es insuficiente”.
“Cabe decirlo con claridad: los cambios que son necesarios para salvar la vida en el planeta entran en directa colisión con poderes económicos salvajes y privados, con gran capacidad de financiación e influencia en los foros públicos y con capacidad para ejercer mucha presión en las administraciones públicas”, ha apostillado.
Es por esta razón por la que el ministro de Consumo ha apostado por “conformar una alianza social, un bloque de contrapoder, que permita que nuestras agendas se abran paso”. De este modo, según ha concluido, lo que tendrá que cambiar será “el sistema, no el clima”.