Usando miles de grabaciones acústicas recopiladas en todas las etapas de la vida de los cerdos, un equipo de 16 investigadores de Dinamarca, Suiza, Francia, Alemania, Noruega y la República Checa asegura que ha traducido sus gruñidos para entender sus emociones reales en distintas condiciones.
El proyecto de investigación Soundwel ha sido dirigido por la Universidad de Copenhague, la ETH de Zúrich y el Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente (INRAE) de Francia, y con ella sus investigadores señalan que se puede mejorar el bienestar animal en el futuro. Los resultados del estudio se han publicado en la revista Nature.
Los investigadores registraron 7.414 sonidos de 411 cerdos en diferentes escenarios, desde el nacimiento hasta la muerte, y diseñaron un algoritmo que puede descodificar si un cerdo individual está experimentando una emoción positiva ('feliz' o 'emocionado'), una negativa ('asustado' o 'estresado') o intermedia en una una amplia gama de situaciones.
“Con este estudio demostramos que los sonidos de los animales proporcionan una gran percepción de sus emociones. También demostramos que se puede usar un algoritmo para descodificar y comprender las emociones de los cerdos, lo cual es un paso importante hacia la mejora del bienestar animal para el ganado”, apunta la profesora asociada Elodie Briefer del Departamento de Biología de la Universidad de Copenhague. quien codirigió el estudio.
Los investigadores grabaron sonidos de cerdos tanto en escenarios de campo como experimentales, que según el comportamiento de los cerdos se asociaban con una emoción positiva o negativa. Las situaciones positivas incluyeron acurrucarse con compañeros de camada, amamantar, condicionamiento positivo, enriquecimiento, reunión con la madre y correr libremente. Las situaciones negativas incluyeron, entre otras, falta de lactancia, aislamiento social corto, peleas de lechones, aplastamiento de lechones por parte de la madre, castración, manejo y espera en el matadero.
En cerramientos experimentales, los investigadores también crearon varios escenarios simulados para los cerdos, diseñados para evocar emociones más matizadas en medio del espectro. Ahí se incluían un recinto con juguetes o comida y otro sin ningún estímulo. Los investigadores también colocaron objetos nuevos y desconocidos para que los cerdos interactuaran. En todo momento los sonidos, el comportamiento y la frecuencia cardíaca de los cerdos se monitorizaron y registraron cuando fue posible.
Posteriormente, los investigadores analizaron las más de 7.000 grabaciones de audio para ver si había un patrón en los sonidos en función de las emociones, y si podían distinguir las situaciones y emociones positivas de las negativas.
Por ejemplo, los signos típicos de emociones negativas en los cerdos son que se quedan quietos, emiten muchas vocalizaciones y tratan de escapar, mientras que los positivos incluyen explorar su entorno y tener las orejas hacia adelante.
Como ya se había revelado en investigaciones anteriores, los investigadores recogieron más sonidos de alta frecuencia (como gritos y chillidos) en situaciones negativas. Asimismo, se produjeron sonidos de baja frecuencia (como ladridos y gruñidos) en situaciones en las que los cerdos experimentaron emociones positivas o negativas.
Las situaciones entre los extremos eran particularmente interesantes. Con un análisis aún más exhaustivo de los archivos de sonido, los investigadores encontraron un nuevo patrón que reveló lo que los cerdos experimentaban en ciertas situaciones con aún mayor detalle.
“Existen claras diferencias en los sonidos emitidos por el cerdo cuando observamos situaciones positivas y negativas. En las situaciones positivas son mucho más cortos, con fluctuaciones menores en la amplitud. Los gruñidos, más específicamente, comienzan altos y gradualmente bajan en frecuencia. Entrenando un algoritmo para reconocer estos sonidos, podemos clasificar el 92 % de ellos en la emoción correcta”, explica Elodie Briefer.
“Hemos entrenado el algoritmo para descodificar gruñidos de cerdo. Ahora, necesitamos a alguien que quiera convertir el algoritmo en una aplicación que los granjeros puedan usar para mejorar el bienestar de sus animales”, añade la investigadora. Con suficientes datos para entrenar el algoritmo, el método también podría usarse para comprender mejor las emociones de otros mamíferos.