En esta segunda entrega del debate sobre el sector porcino con motivo de los 200 números y el 20 aniversario de la revista Suis, los invitados abordan temas de actualidad y de futuro, como el uso de las tecnologías, las amenazas del sector y cómo afrontarlas o el necesario relevo generacional, entre otros.
Los invitados al debate son Esperanza Orellana, directora general de Producciones y Mercados Agrarios que cuenta con una dilatada trayectoria en puestos de gran responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación; Joaquim Segalés, investigador del IRTA-CReSA, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de nuestros científicos más prolíficos; y Enric Marco, uno de los consultores del sector porcino más reconocido en todo el mundo.
Los sectores ganaderos en España en general, y el porcino en particular, han estado en un proceso incesante de transformación, configurándose como una actividad estratégica, no solo desde el punto de vista económico, sino también para el mantenimiento de los ecosistemas, el paisaje y la biodiversidad. En este contexto, y con mayores exigencias en producción, bienestar o trazabilidad, está claro que la tecnología tiene y tendrá un papel clave para ayudarnos a resolver estos desafíos. En este aspecto, es indudable que el sector porcino es pionero en la aplicación de avances tecnológicos. Si hablamos de smart farming, la tecnología permite poder demostrar documentalmente que los animales están supervisados 24 horas al día, los 7 días de la semana.
Además, muchos condicionantes de bienestar animal son idénticos a los condicionantes productivos (consumo y acceso al agua y al alimento, condiciones ambientales adecuadas, prevención de vicios como la mordedura de rabos, etc.), y su valoración en tiempo real, e incluso su posibilidad de ajuste, es fundamental.
Considero que, a pesar de que este sector ya tiene mucho camino recorrido, seguirá trabajando en la incorporación de nuevas tecnologías en este sentido, con la finalidad de optimizar la producción, desde el punto de vista de la sostenibilidad, en todas sus granjas.
La tecnología está aquí para quedarse. Tenemos que ser capaces de aprovechar todas las tecnologías a nuestro alcance, con la inteligencia artificial al frente, que nos permitan mejorar nuestra capacidad productiva y el bienestar y salud de los animales, y con ello la calidad del producto alimentario. Por tanto, todo aquello que permita avanzarnos al diagnóstico de enfermedades y situaciones de baja productividad, se acabará implantando.
Pero cabe recordar que estas tecnologías no son solamente para recabar información sobre los animales y aplicar medidas correctivas y de mejora continuada, también tiene que servir para mejorar la formación del personal y la bioseguridad de las granjas.
Veo la alimentación de precisión imprescindible para seguir siendo competitivos, teniendo en cuenta que el pienso sigue representando la parte más importante del coste de producción de un cerdo. Pero también me imagino granjas con tecnología para controlar el estado de los cerdos y poder decidir quién debe recibir tratamiento. El uso de cámaras, sensores de movimiento o termografía que controlen 24/7 los cerdos, combinado con sistemas de inteligencia artificial, debería llevarnos a mejorar la inspección de los animales y, en consecuencia, los tratamientos y sus resultados.
La respuesta a esta pregunta deriva directamente del contexto comentado en las anteriores. El increíble crecimiento del sector porcino en España a lo largo de los últimos años, que tiene sus indudables aspectos positivos, también tiene una serie de riesgos importantes que hemos ido comentando: la excesiva dependencia del sector porcino nacional del mercado asiático, núcleo central alrededor del cual se ha producido este crecimiento exponencial.
No debemos olvidar tampoco los factores relacionados con la sanidad animal. Sigue siendo preocupante la situación en relación con la PPA en la UE, y aquí remarco de nuevo el riesgo aparejado al incremento en la entrada de animales vivos de otros Estados miembros. Además, no debemos olvidar un reto global de primera magnitud en salud pública, en el que la ganadería tiene directa influencia, la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.
Paralelamente a las cuestiones de mercado y las sanitarias, hay que incidir también en los condicionantes que influyen de forma directa en la imagen que ofrece este sector a la sociedad, y las implicaciones que tiene sobre el medioambiente. La necesidad de lograr el cumplimiento de los compromisos de España en relación con la lucha contra el cambio climático y la reducción de emisiones contaminantes son aspectos en los que el sector porcino tiene un desafío de primera magnitud.
El sector porcino es un sector profesional potente, pero a la vez también tiene una serie de amenazas claras a mi entender. Por un lado, la dependencia excesiva de las exportaciones; si la parte comercial se ve afectada por cualquier factor externo (por ejemplo, entrada de una enfermedad de declaración obligatoria), será muy difícil que el sistema productivo actual sea sostenible. Por otro lado, la presión medioambiental es otra amenaza importante.
Hay más factores que pueden ser vistos como amenazas: nueva legislación de bienestar animal, la imposibilidad de utilizar ciertos medicamentos, la presión social sobre las granjas intensivas, etc., y seguramente hay más. Tenemos que conseguir que estas potenciales amenazas se conviertan en oportunidades de mejora global, y ello implica aunar esfuerzos y aplicar la flexibilidad que siempre ha caracterizado al sector porcino para adaptarse a nuevos desafíos y nuevas legislaciones.
En mi opinión, la principal amenaza para el sector es el propio consumidor. Un consumidor cada vez más alejado de la producción y muy influenciado por la información que se encuentra en internet, redes sociales etc. Los mensajes que demonizan el consumo de proteína animal proceden de organizaciones en muchos casos financiadas por grandes corporaciones con intereses concretos. La mayoría de las informaciones que se encuentran en los medios no se basan evidencias científicas.
Seguir haciendo las cosas bien y trabajando en un crecimiento ordenado y sostenible de sus producciones. Sin duda este sector tiene muchas de las características necesarias para lograrlo, como es su ya mencionada resiliencia y capacidad de adaptación, así como su profesionalización, que debe ser aprovechada para dar un paso adelante en relación con los retos que debe encarar.
El sector debe hacerse valer de estas fortalezas para afrontar los retos presentes y futuros. Por un lado, en lo que se refiere a la mencionada situación sanitaria y, por otro, en relación con la mejora de su imagen frente a la sociedad en relación con los condicionantes relacionados con el medio ambiente y el bienestar animal, así como los cambios en los patrones de consumo de la población, entre otros. Además, de acuerdo con nuestras obligaciones y compromisos legales, y morales incluso, el sector debe minimizar al máximo posible su impacto potencial sobre el medioambiente, en tanto que se trata de uno de los mayores retos que tenemos como sociedad.
Es en estos retos, más que debilidades, en los que debe centrarse el sector en la actualidad. La opinión pública en relación con la sostenibilidad de las producciones es cada vez más exigente, tanto desde el punto de vista medioambiental como del bienestar animal, y este sector debe mostrarse transparente, receptivo y proactivo con los cambios que demanda nuestra sociedad.
El sector ha sido muy dinámico haciendo frente a los desafíos que han ido surgiendo y no creo que esto vaya a cambiar en el futuro. Lo único que necesita son unos precios de mercado justos con la inversión y el riesgo económico que supone la producción animal, así como una legislación que vele por un trato comercial justo, impidiendo que grandes distribuidoras ejerzan su poder limitando precios de mercado (como sucede con la leche) y evitando la entrada de carne procedente de terceros países que no cumplan estrictamente nuestra legislación. Una legislación que debería basarse siempre en evidencias científicas.
Por ejemplo: la legislación actual nos prohíbe cortar las colas de los cerdos, como si cortar las colas fuese una perversión de los ganaderos, pero no aporta ninguna solución, pues no existe (se proponen un montón de medidas que pueden ser atenuantes, pero en ningún caso aseguran que los cerdos no se vayan a morder las colas). No podemos seguir reduciendo el uso de antibióticos sin medir cuales son los logros de esa reducción. Cuando medicamos no es porque nos apetezca, sino porque los cerdos lo necesitan y cuando no lo hacemos, lo que se perjudica es el bienestar de los cerdos ¿Alguien sabe cuáles serán los beneficios de reducir en el 2030 a la mitad el consumo actual de antibióticos? ¿Sabemos cuál ha sido el impacto sobre la salud humana de la reducción ya alcanzada?
El sector necesita además una academia cercana que trabaje con él y no motivada por una financiación que en muchos casos solo llega si las investigaciones siguen las líneas políticamente correctas.
Como todos sabemos, la agricultura y la ganadería son actividades que vertebran el territorio, fijan las empresas y generan empleo en nuestros pueblos. Se trata, por tanto, de una actividad estratégica, no solo desde el punto de vista económico, sino también para el mantenimiento de los ecosistemas, el paisaje y la biodiversidad.
Precisamente los sectores ganaderos más dinámicos y tecnificados, como es el porcino, son los que en mayor medida están contribuyendo a la generación de empleo y a la incorporación de jóvenes a la actividad agraria y, en consecuencia, al mantenimiento del tejido social del medio rural vivo. No en vano, el sector porcino, de acuerdo con los datos y la información de que dispone el ministerio, es una de las actividades agrarias con una edad media más baja, tanto en los titulares de las explotaciones, como en los trabajadores de las granjas.
No obstante, seguir avanzando para mejorar y dignificar la figura del ganadero es muy importante y considero que esto está directamente relacionado con la formación de los profesionales del sector. Así lo hemos dejado claro desde la legislación, por ejemplo, incluyendo requisitos de formación en el Real Decreto 306/2020 de ordenación ganadera.
Ser ganadero es un proyecto de vida, y a través de una formación estructurada, reglada y continua se puede conseguir que este oficio sea más atractivo y respetado y, por tanto, favorecer el relevo generacional. Estamos delante de auténticos profesionales y, tanto trabajadores como empresa y veterinarios, deben estar abiertos a la formación como herramienta del cambio ante los nuevos retos ya que, sin motivación, es imposible conseguir los objetivos deseados.
Este es un tema crucial, especialmente en el mundo de los ganaderos. Hay que ofrecer un trabajo atractivo, con proyección y capacidad de formación y educación. Será la única manera de captar personal joven con el entusiasmo para tomar la alternativa a un sector que, al menos en una mayoría, es relativamente envejecido. La tecnificación de las granjas también será un elemento de atracción a nuevas vocaciones para el sector. Quizá no aplique tanto al mundo empresarial, ya que cada vez el mundo gerencial está más formado a nivel educativo, pero también es muy importante que conozca el sector desde todos los puntos de vista, ya que no se pueden simplemente tomar decisiones desde un despacho sin haber vivido el concepto granja en toda su extensión. Del mundo veterinario me preocupa que cada vez haya menos personal interesado en los animales de producción, cuando estos son fundamentales para mantener la cadena alimentaria. Tenemos que buscar maneras de mostrar las bondades del sector y convencer de que es una salida profesionalmente espectacular.
El reemplazo de ganaderos y veterinarios lo veo mal. A nadie le gusta trabajar en un sector que no está bien visto por la sociedad y la administración. Por lo que respecta a los empresarios veo su reemplazo más asegurado, aunque creo que veremos más pronto que tarde consolidaciones que reducirán su número.
Todos somos conscientes de que el consumidor, último eslabón de la cadena agroalimentaria, desempeña un papel clave en el desarrollo de nuestra ganadería. El crecimiento tan marcado que hemos comentado anteriormente y que puede conllevar una mayor industrialización productiva, puede ocasionar un impacto directo en la imagen que tiene la sociedad sobre este tipo de producciones ganaderas, ante un consumidor cada vez más exigente.
En las condiciones actuales, parece razonable que el sector concentre su esfuerzo inversor en consolidar su estrategia de crecimiento y focalizarlo en la integración de las nuevas demandas de la sociedad. Por ejemplo, reforzar de las prácticas beneficiosas sobre el medio ambiente o las estrategias de bienestar animal para, en particular, mejorar la imagen de un sector que cada vez cuenta con un mayor rechazo social.
No se puede olvidar que la imagen que ofrece este sector a la sociedad supone uno de los principales mecanismos para garantizar su sostenibilidad económica a medio plazo. A este respecto, es necesario destacar también las implicaciones que el crecimiento sectorial tiene sobre el medioambiente, la protección de los suelos y aguas y, en particular, en la lucha contra el cambio climático.
El primer eslabón de la mejora de la imagen sectorial es el compromiso del sector por avanzar en los retos que plantean los objetivos ambientales y éticos establecidos en el Pacto Verde Europeo. Estos objetivos, que suponen desafíos económicos de primer nivel, son también elementos para mejorar la imagen del sector ganadero, que puede transmitir a la sociedad la garantía de estar evolucionando para adaptarse a sus demandas.
Además, aspectos como la nueva política de bienestar animal o de sostenibilidad llevan aparejadas iniciativas para mejorar el etiquetado de los productos acogidos a estos factores diferenciales de la producción europea, motivando que el reconocimiento de los productos sostenibles sea, además de un reconocimiento para el conjunto del sector, un motivo de reconocimiento económico que el consumidor pueda pagar. Finalmente, el sector porcino no debe olvidar lo necesario que es contar lo que hace y como lo hace, sin complejos. Ante consumidores cada vez más concentrados en grandes urbes y alejados del campo se hace necesario reforzar las estrategias de comunicación y difusión para acercar el agro a los hogares de nuestros consumidores.
Solo hay una manera a mi entender: educación. Educación a todos los niveles, empezando por primaria y continuando por secundaria y bachillerato. Los niños/as tienen que entender de dónde vienen los alimentos, del tipo que sea, y que vean todos los esfuerzos necesarios para producirlos. ¿Por qué no tenemos granjas de producción con fines “demostrativos” para la sociedad? ¿Por qué no mostramos lo que hacemos? Si no mejoramos nuestras capacidades comunicativas y somos proactivos/as en ello, no nos podremos acercar a la sociedad. Esta situación también es un efecto que incide sobre falta de vocaciones para conseguir veterinarios/as de animales de producción.
No lo sé. Es muy difícil acercarse a una sociedad que desconoce cómo se produce la comida y que tiene una imagen de la naturaleza muy alejada de la realidad. Walt Disney ha hecho mucho daño humanizando los animales en sus películas, pues esa imagen ha calado en una buena parte de la sociedad que, viviendo en grandes ciudades, no tiene modo de contrastar esa imagen con la realidad. Los lobos comen ovejas, las águilas, conejos y los peces grandes se comen a los pequeños. ¿Son “malos” por ejercer su condición?
El mensaje es claro y conciso: seguir trabajando con la dedicación que demuestran los profesionales de este sector, pero sin olvidar todos los condicionantes y retos que hemos ido señalando a lo largo de la entrevista y que es necesario afrontar e interiorizar. Y esto ha de hacerse sin olvidar que somos, junto a otros sectores ganaderos, los garantes de que la población disponga de alimentos seguros y asequibles.
Por tanto, nuestro mundo necesita las contribuciones de la ganadería. No en vano, 1.300 millones de personas dependen del ganado para su empleo, mientras que miles de millones más dependen del ganado para proporcionar alimentos a sus familias, y esa es la motivación que nos debe hacer seguir avanzando y mirar hacia el futuro.
Solo un mensaje de ánimo, a todos los niveles. Se está haciendo un gran trabajo, pero tenemos margen de mejora. No podemos contentarnos con lo que ya hacemos. Tenemos que abrirnos a la sociedad, tenemos que ser más transparentes y tenemos que generar puestos de trabajo que sean atractivos a todos los profesionales, desde los más básicos a los más complejos. Tenemos que explicar más y mejor lo que hacemos. ¿Quién ha escuchado a un niño/a diciendo “cuando sea mayor quiero ser granjero/a?”. El día que escuchemos este tipo de declaraciones, definitivamente será un día en el cuál podremos decir que lo estamos haciendo extraordinariamente bien.
Simplemente, tenemos que seguir trabajando en lo que sabemos hacer, pues de nuestro trabajo depende la alimentación de mucha gente y el bienestar de los cerdos.