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Frente común en la lucha contra el PRRS


Trinidad Ansó
ADS porcino nº 1 de Tauste
Imágenes Albéitar

El control de los problemas respiratorios en porcino es un aspecto fundamental a la hora de mantener los parámetros productivos en niveles óptimos de rentabilidad, sobre todo en la fase de transición y cebo. El síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) es la enfermedad en torno a la cual gira el complejo respiratorio porcino (CRP), un verdadero lastre para los cebaderos a causa de la complejidad de su control. Por este motivo, cualquier herramienta que permita controlar el PRRS facilitará la gestión de los procesos respiratorios en el ganado porcino.

Desde su aparición, hace aproximadamente 30 años, se sigue sin poder controlar con efectividad la enfermedad dentro de la propia granja y tampoco se es capaz de evitar su diseminación entre explotaciones. Por lo tanto, nadie se plantea erradicarla de ninguna granja que no se encuentre completamente aislada y en una zona de baja densidad porcina.

Granjas de genética y algunos centros de inseminación han intentado erradicarla mediante vaciados, pero los esfuerzos han sido en vano. De igual modo, en granjas de nueva construcción llenadas con animales negativos, se ha producido seroconversión, con lo que se puede asegurar que, desgraciadamente, son muy pocos los éxitos de los intentos de una erradicación, ya que en un corto periodo de tiempo la mayoría de las explotaciones vuelven a seroconvertir.

En los últimos meses se está hablando bastante del control del PRRS en determinadas zonas geográficas de España, y en los próximos meses se hablará todavía más.

Estados Unidos es pionero en planes de control del PRRS; allí se han establecido acuerdos entre los diferentes agentes de la cadena productiva de porcino para llevarlos a cabo. También en nuestro país se está consiguiendo que productores, veterinarios, investigadores y organizaciones profesionales se unan para hacer un frente común de lucha contra la enfermedad. Las áreas de investigación más importantes en las que se está trabajando en EE. UU. son:

  • Transmisión, epidemiología y bioseguridad.
  • Manejo inmunitario.
  • Diagnóstico, vigilancia y evaluación de riesgo.

En esta línea, se está llevando en la zona de actuación de la agrupación de defensa sanitaria de porcino de Tauste una iniciativa común para controlar la enfermedad, que permitirá obtener mayor número de animales negativos destinados a transiciones y cebaderos, verdaderos sufridores de los procesos respiratorios porcinos. Dicho plan de control se centra fundamentalmente en trabajar con explotaciones de reproductoras con fase I (maternidad) o fase I y II (maternidad y transición) y persigue, como se ha dicho, la obtención de flujos de animales negativos. Una vez controlada la recirculación del virus del PRRS en la propia granja, habrá que ocuparse de que no entren los ajenos.

El programa se ha consensuado con todas las empresas que operan en la zona y se coordina desde la propia agrupación de defensa sanitaria (ADS). Ideado y ejecutado por los veterinarios responsables de las granjas de la ADS, basado en las experiencias americanas, se ha desarrollado en cinco fases que se exponen a continuación.

Fase I: designación del coordinador y recogida de información

Antes de iniciar cualquier actuación debemos conocer bien el entorno donde vamos a trabajar, por lo que se deben realizar diferentes estudios:

Estudio de la zona

Se debe estudiar la zona tanto desde el punto de vista geográfico (extensión, orografía, vientos dominantes, condiciones ambientales, etc.) como administrativo (demarcación territorial, municipios que incluye la zona, oficinas o comarcas agroambientales a las que pertenecen, etc.). También conviene conocer las infraestructuras presentes o cercanas (carreteras y vías de comunicación importantes, industrias agroalimentarias relacionadas con el sector porcino como mataderos, salas de despiece, etc.; otras empresas de servicios a la ganadería como fábricas de pienso, transporte de animales o de gestión de purines, etc.). Todo ello será de utilidad para valorar, a priori, la complejidad o no para realizar determinadas acciones.

Estudio de explotaciones

Conocer el número de granjas implicadas, la orientación productiva y los censos de las mismas, permitirá estimar la envergadura del proyecto, así como valorar determinados riesgos a tener en cuenta, sobre todo en lo que respecta a movimientos de animales. De igual modo, se debe tener una relación de los titulares de la explotación y de las empresas que las integran (si fuera el caso), ya que son los principales protagonistas del plan de control.

Recursos humanos, técnicos y económicos

Es importante conocer el número de personas implicadas y la tipología de las mismas para saber con quién se tiene que trabajar y a quién van a ir dirigidas las indicaciones que se den a lo largo del plan de control (ganaderos, trabajadores especializados o mandos intermedios, peones, etc.). Además, cuántos y quiénes son los veterinarios asesores o responsables de las explotaciones, los gerentes y directores, ya que habrá decisiones que deberán tomarse conjuntamente. Y, por supuesto, evaluar económicamente el coste del proyecto y la repercusión económica de la enfermedad para valorar si se justifica la puesta en marcha.

Una vez recogida, analizada y valorada la información, debe decidirse sobre la puesta en marcha o no del plan. Si la decisión es positiva, los siguientes pasos se recogen en las fases posteriores.

Es importante conocer el número de personas implicadas y la tipología de las mismas para saber con quién se tiene que trabajar y a quién van a ir dirigidas las indicaciones que se den a lo largo del plan de control.

Fase II: georreferenciación de explotaciones, encuestas y red de alertas

En realidad sigue siendo una fase de recogida de información, pero destinada a conocer la situación de partida del programa de control.

Ubicación de las explotaciones en un mapa con un sistema de referenciación geográfica

Este mapa debe ser dinámico y permitir el marcado de explotaciones con distintos símbolos para identificar, sobre el mismo, la orientación productiva, la calificación de las granjas e incluso el tamaño.

Encuestas epidemiológicas y auditorías de bioseguridad

Es necesario conocer el “punto cero”. Sólo teniendo la información de como están las granjas respecto al PRRS se podrán plantear acciones correctoras y útiles para mejorarla. Una sencilla encuesta epidemiológica contestada por los veterinarios responsables de las explotaciones aportará los datos necesarios para hacer “la foto fija” del punto de partida del plan de control en la zona seleccionada. A su vez, la realización de auditorías de bioseguridad pondrá de manifiesto los riesgos de cada explotación y la observancia respecto a las medidas de bioseguridad que se consideren más importantes.

Establecimiento de la red de alertas y la encuesta posbrote

Nos permite señalizar en el mapa los brotes que se van comunicando por los veterinarios responsables de las explotaciones adscritas al plan, a la vez que se realiza el seguimiento del mismo: gravedad del cuadro clínico, analíticas y posible origen del brote o rebrote.

Estudio de reposición y flujo de animales

Este punto tiene especial relevancia, ya que nos permite conocer los movimientos de entrada de animales de fuera de la zona donde se ha instaurado el plan de control, y los que suceden dentro de la misma entre las explotaciones, estableciendo relaciones epidemiológicas entre orígenes y destinos.

Fase III: matriz comparativa. Programa vacunal y de manejo

Los pasos a seguir en esta fase se detallan a continuación.

Estudios comparativos virus zona

Una vez realizadas las analíticas de las alertas comunicadas se secuencian los virus encontrados con el fin de estudiar su proximidad genética y situarlos en el árbol filogenético.

Establecer recomendaciones comunes

Se marcan pautas de manejo para las distintas fases productivas: madres, reposición, transiciones y cebos. Entre ellas es de especial relevancia la adaptación de las primerizas y el movimiento de los lechones que debe ser siempre hacia adelante. Así mismo creemos que ha sido importante la inmunización de todo el ato reproductor presente en la zona en las mismas fechas, manteniendo un nivel alto de inmunización en las explotaciones de la ADS.

Así mismo, se realiza seguimiento documental de las entradas de animales de fuera de la ADS, para intentar acotar el número de explotaciones de origen. También es muy importante identificar las empresas que realizan los transportes de los animales y proceder la seguimiento de las pautas de lavado y desinfección que utilizan.

Fase IV: clasificación de explotaciones

Esta fase se centra en la observancia y calificación frente a PRRS. Se puntúa la bioseguridad de las explotaciones mediante auditorías y se clasifican las granjas según su estado frente a PRRS. También se identifica el estado de los proveedores de genética (reposición de reproductoras y semen).

Fase V: mantenimiento del programa

Se realiza el seguimiento serológico de las granjas y de la bioseguridad para averiguar si se producen cambios en la clasificación y puntuación de las mismas.

El programa requiere la colaboración de todas las partes implicadas en la sanidad de la granja. Sólo si se dispone de la información necesaria se pueden mejorar cada uno de los eslabones de la cadena productiva. •

Implicaciones económicas y comerciales del PRRS

Recientemente, se ha valorado el detrimento económico derivado del PRRS en las explotaciones españolas en un estudio llevado a cabo por SIP consultores en un grupo de granjas que declararon haber padecido la enfermedad en el año anterior al del estudio, realizado en 2013 (es decir, en 2012). Los valores del coste de producción se compararon con los datos de 2011 cuando en ese ejercicio la granja hubiera permanecido estable a la enfermedad. En este estudio se cifran las pérdidas en 3,8 €/lechón anuales. Estas cifras coinciden aproximadamente con la información aportada a nuestra agrupación por algunas de las empresas integradoras que operan en la zona de la ADS; que declararon sus pérdidas entre 4 €/lechón para casos menos graves y 9 €/lechón para aquellos con repercusión clínica importante (comunicación personal).

Pero el problema del control del PRRS no tiene sólo implicaciones económicas derivadas de la pérdida de productividad, que hoy en día son las más importantes. Pensemos en la vertiente comercial: si uno de los pilares en el control del PRRS es la reposición, para una empresa vendedora de genética puede llegar a ser un hándicap no disponer de animales negativos.

Pensemos también que España es un país netamente exportador y cada vez cobran más importancia las repercusiones comerciales emanadas de la presencia de determinadas enfermedades. Tenemos experiencia de cómo algunas de ellas se han convertido en barreras comerciales, y por eso la lucha y el control va dirigido también para evitar que, a corto o medio plazo, el futuro de la exportación hacia determinados destinos pueda verse comprometido. Así pues, el control de esta enfermedad adquiere también una dimensión comercial si se pretende conservar o abrir mercados en países todavía libres de la enfermedad.

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