Casi el 40 % del total de carne producida a nivel mundial corresponde a la carne de cerdo. Por tanto, es un pilar fundamental en el abastecimiento de proteína de origen animal para la creciente población humana mundial. En este contexto, la maximización de la eficiencia en la producción es de gran relevancia.
En la actualidad, la producción porcina está llevando a cabo un importante esfuerzo para mantener esta eficiencia, la sanidad y el bienestar animal al tiempo que se reduce de forma significativa el empleo de antibióticos.
Lo hacen porque la emergencia de bacterias resistentes y multirresistentes es, hoy en día, una de las mayores amenazas para la salud mundial y la seguridad alimentaria.
De hecho, la Unión Europea ya prohibió en 2006 la administración de antibióticos para favorecer el crecimiento e incrementar el rendimiento de los animales.
En medio de este difícil proceso de producción, la diarrea de los lechones tras el destete es un importante problema para los criadores de cerdos de toda la Unión Europea. En la actualidad, el destete se realiza entre los 21 y 28 días de vida de los animales.
Aun en las mejores condiciones ambientales, conduce a una disfunción intestinal asociada a inflamación local y disbiosis de la microbiota de su tracto digestivo.
Este cambio brusco de alimentación, unido a la separación de la madre, constituye un reto de importancia para los lechones. Es la causa de importantes pérdidas económicas. En la actualidad, esta diarrea postdestete se trata con óxido de zinc y con antimicrobianos.
Sin embargo, a partir de 2022 se restringirá el uso de óxido de zinc y otros antimicrobianos en toda la Unión Europea. Se prohibirá el empleo de antibióticos en animales productores de alimentos con fines de prevención o profilaxis.
Por eso, dado que el destete en la producción porcina constituye una etapa crítica, es necesario explorar nuevas estrategias que tengan como finalidad promover una adecuada salud y bienestar animal al tiempo que se mantienen los parámetros productivos.
La leche de los mamíferos es una fuente de nutrientes perfectamente adaptada a las condiciones fisiológicas de los primeros días de vida. Pero no solo eso. También sabemos que contiene algunos componentes bioactivos con potencial para favorecer el desarrollo de diferentes órganos, apoyar la maduración del sistema inmunológico y contribuir a la protección de los recién nacidos contra enfermedades e infecciones.
En este contexto, el proyecto Milkobiome, financiado por la Unión Europea y la Agencia de Investigación en Agricultura y Ganadería de Irlanda (TEAGASC), tiene por objetivo explorar los factores o componentes bioactivos en la leche de la cerda con el objetivo de identificar y dilucidar sus funciones.
Busca también comprender sus mecanismos de acción y valorar su potencial utilización para mejorar la salud animal y el rendimiento productivo en el destete porcino.
En otras palabras, el proyecto espera comprender la comunidad de la microbiota en la leche de las cerdas para proporcionar a los lechones acceso a estas fracciones bioactivas en su dieta y encontrar sus efectos beneficiosos.
El proyecto Milkobiome se realiza mediante una colaboración entre el Pig Development Department del Teagasc irlandés y el grupo DIGESPORC de la Universidad de León, de forma que se aúnan los conocimientos de producción y patología de ambos grupos de investigación.
Son varios los componentes bioactivos del calostro y la leche que pueden tener utilidad y que está investigando el grupo de Milkobiome. La lactosa es, sin lugar a dudas, el principal azúcar. Pero en la leche también son relevantes una amplia variedad de oligosacáridos, compuestos por combinaciones variables de entre 3 y 11 monosacáridos.
De forma general, estos oligosacáridos tienen actividad prebiótica. Es decir, estimulan la multiplicación de bacterias beneficiosas en el intestino, inhiben la adherencia de microorganismos a las células intestinales, tienen propiedades antiinflamatorias y estimulan la regeneración del epitelio intestinal.
Por su parte, las membranas de los glóbulos de grasa de la leche brindan protección antimicrobiana contra bacterias y virus en el tracto gastrointestinal de los recién nacidos. Asimismo, mejoran el sistema inmunológico y poseen efectos anticancerígenos.
Un tercer componente bioactivo que ha podido cuantificar el grupo es la lactoferrina. Se trata de una proteína con capacidad para resistir la digestión en el intestino de los lechones y que estimula la inmunidad. Además, tiene un importante efecto antimicrobiano, tanto frente a bacterias como a virus, y regula la inflamación en el epitelio intestinal.
Finalmente, la leche y el calostro proporcionan una parte fundamental de la microbiota que coloniza el tracto digestivo del lechón. Las nuevas técnicas de secuenciación masiva permiten caracterizar al detalle esta microbiota.
Así, se puede asociar la salud intestinal del lechón durante la lactación y el destete a determinados grupos de bacterias colonizadoras y a su concentración y diversidad. Todo ello ligado a la madre, a su leche y también a su microbiota intestinal.
Por todas estas ventajas, el proyecto busca caracterizar estos componentes bioactivos en la leche de la cerda, conocer las interacciones entre ellos e investigar su potencial utilidad como suplementos en la nutrición de los lechones durante la etapa del destete.
Este proyecto tiene el objetivo de volver la vista hacia planteamientos fisiológicos que permitan mantener la salud y el bienestar de los animales al tiempo que se producen alimentos de calidad y seguros para el humano.
*Ana Carvajal, Profesor de Sanidad Animal, Universidad de León; Apeh Akwu Omede, Marie Curie Postdoctoral Fellow, Universidad de León; Diana Molina González, Técnico Especialista de Laboratorio en Sanidad Animal, Universidad de León; Edgar Garcia Manzanilla, Principal Research Officer, Veterinary Sciences, Teagasc y Hector Arguello Rodriguez, Investigador Beatriz Galindo, Sanidad Animal, Universidad de León
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.